Maria Sharápova. Fuente: RIA Novosti / Alexéi Kudenko.
Este deporte apenas se practicaba en la Unión Soviética; ningún jugador ruso había ganado un torneo importante hasta 1990. Aunque el primer presidente de Rusia, Borís Yeltsin, era un admirador del tenis y su elección supuso un nuevo apoyo para este deporte. Los éxitos de Anastasia Miskina y Yelena Deméntieva durante los años de Yeltsin contribuyeron a popularizar este deporte y cada vez, más chicas rusas decidieron tomar la raqueta. En los últimos 15 años, las mujeres rusas han ganado siete títulos de Grand Slam.
Aunque dominasen el torneo a finales de los años 90 y a principios de los 2000, muchas de las grandes jugadoras, como Miskina, Yelena Deméntieva y Dina Safina se han retirado en los últimos cinco años. Sin embargo, la salud general del tenis ruso permanece fuerte. El país tiene más jugadoras que ningún otro (11) en la lista de la Asociación de Tenis Femenino (WTA); la República Checa y Estados Unidos tienen 8 cada uno. Sin embargo, Sharápova es la única entre las diez mejores y la única verdadera aspirante a títulos mayores en torneos. El equipo nacional ruso tiene algunos talentos como Anastasía Pavliuchenkova, María Kirilenko y Ekaterina Makárova, pero todavía tienen que brillar realmente. Rusia ganó cuatro títulos de la Fed Cup (Copa Federación) en la última década (2004, 2005, 2007 y 2008), pero ha tenido poco éxito desde entonces.
Actualmente, muchos de los talentos prometedores de Rusia están en el extranjero. María Sharápova solo tenía 8 años cuando sus padres la enviaron a la famosa academia Bollettieri, en Florida. Allí recibió una intensa educación tanto en tenis como en el estilo de vida americano. Desde entonces, aunque siempre ha estado orgullosa de sus raíces rusas, según ha declarado públicamente, solo visita su patria unas pocas semanas al año. Su historia es común entre las jugadoras rusas de su generación, que escaparon de las extremas condiciones del clima, de la falta de infraestructura moderna y de los duros métodos soviéticos de entrenamiento. Como Sharápova, Anna Kournikova y Vera Zvonariova entrenan en Florida, mientras que Svetlana Kuznetsova, Dina Safina y Maria Kirilenko prefieren España. Evidentemente, este tipo de aventura solo está disponible para determinados bolsillos. El año académico en la escuela de Sánchez Casal en Barcelona cuesta 56.000 dólares. Emilio Sánchez Vicario, medallista olímpico en los Juegos de Seúl en 1988 y el actual director de la academia dijo: "El estudiante medio ruso llega con buenas destrezas técnicas y físicas, pero con fallos tácticos: son impacientes, a menudo entienden el tenis desde un punto de vista destructivo”.
Esta nueva generación de jugadoras entrenadas en el extranjero ha cambiado la percepción de las estrellas del tenis ruso, para bien o para mal. Aparecen en la revista americana Sports Illustrated Swimsuit Edition, en la portada de Vogue o en la prensa popular. Todas hablan inglés de manera fluida, tienen novios famosos (la mayoría atletas) y la cámara las quiere. Si hoy en día un atleta de élite es una marca registrada, un producto de marketing, la belleza añade valor a esa marca. Anna Kournikova fue quizá el primer ejemplo, aunque su éxito en la pista fuese limitado, como marca es casi insuperable.
Al contrario que Kournikova, el éxito de Sharapova estriba en su capacidad atlética y en su habilidad para dirigir exitosamente su estatus de chica de portada, o papel de modelo. Según Forbes, está en el puesto número 15º de las atletas más ricas del mundo y es la más rica de las atletas femeninas. Entre mayo de 2011 y 2012, ganó 26 millones de dólares , de los cuales, 9 millones le vinieron de su contrato con Nike y 4 de los torneos ganados.
________________________________________________________________________________________________________________
Jugadoras rusas en el top 100 de la WTA
Maria Sharápova - 1
Vera Zvonareva - 13
Maria Kirilenko - 19
Nadia Petrova - 23
Svetlana Kuznetsova - 33
Anastasia Pavlyuchenkova - 34
Ekaterina Makarova - 53
Alexandra Panova - 73
Elena Vesnina - 82
Nina Bratchikova - 88
Vera Dushevina - 93
Este deporte apenas se practicaba en la Unión Soviética; ningún jugador ruso había ganado un torneo importante hasta 1990. El primer presidente de Rusia, Borís Yeltsin, era un admirador del tenis y su elección supuso un nuevo apoyo para este deporte. Los éxitos de Anastasia Miskina y Yelena Deméntieva durante los años de Yeltsin contribuyeron a popularizar este deporte y cada vez, más chicas rusas decidieron tomar la raqueta. En los últimos 15 años, las mujeres rusas han ganado siete títulos de Grand Slam.
Aunque dominasen el
torneo a finales de los años 90 y a principios de los 2000, muchas
de las grandes jugadoras, como Myskina, Yelena Deméntieva y Dina
Safina se han retirado en los últimos cinco años. Sin embargo, la
salud general del tenis ruso permanece fuerte. El país tiene más
jugadoras que ningún otro (11) en la lista de la Asociación de
Tenis Femenino (WTA); la República Checa y Estados Unidos tienen 8
cada uno. Sin embargo, Sharápova es la única entre las diez mejores
y la única verdadera aspirante a títulos mayores en torneos. El
equipo nacional ruso tiene algunos talentos como Anastasía
Pavliuchenkova, María Kirilenko y Ekaterina Makárova, pero todavía
tienen que brillar realmente. Rusia ganó cuatro títulos de la Fed
Cup (Copa Federación) en la última década (2004, 2005, 2007 y
2008), pero ha tenido poco éxito desde entonces.
Actualmente, muchos de los talentos prometedores de Rusia están en el extranjero. María Sharápova solo tenía 8 años cuando sus padres la enviaron a la famosa academia de tenis de Florida, Bollettieri. Allí recibió una intensa educación tanto en tenis como en el estilo de vida americano. Desde entonces, aunque siempre ha estado orgullosa de sus raíces rusas, según ha declarado públicamente, solo visita su patria unas pocas semanas al año. Su historia es común entre las jugadoras rusas de su generación, que escaparon de las extremas condiciones del clima ruso, de la falta de infraestructura moderna y los duros métodos soviéticos de entrenamiento. Como Sharápova, Anna Kurnikova y Vera Zvonariova entrenan en Florida, mientras que Svetlana Kuznetsova, Dina Safina y Maria Kirilenko prefieren España. Evidentemente, este tipo de aventura solo está disponible para determinados bolsillos. El año académico en la escuela de Sánchez Casal en Barcelona cuesta 56.000 dólares. Emilio Sánchez Vicario, medallista olímpico en los Juegos de Seúl en 1988 y el actual director de la academia dijo: "El estudiante medio ruso llega con buenas destrezas técnicas y físicas, pero con fallos tácticos: son impacientes, a menudo entienden el tenis desde un punto de vista destructivo”.
Esta nueva
generación de jugadoras entrenadas en el extranjero ha cambiado la
percepción de las estrellas del tenis ruso, para bien o para mal.
Aparecen en la revista americana Sports Illustrated Swimsuit Edition,
en la portada de Vogue o en la prensa popular. Todas hablan
inglés de manera fluida, tienen novios famosos (la mayoría atletas)
y la cámara las quiere. Si hoy en día un atleta de élite es una
marca registrada, un producto de marketing, la belleza añade valor a
esa marca. Anna Kurnikova fue quizá el primer ejemplo, aunque
su éxito en la pista fuese limitado, como marca es casi insuperable.
Al contrario que Kurnikova, el éxito de Sharapova estriba en su capacidad atlética y en su habilidad para dirigir exitosamente su estatus de chica de portada, o papel de modelo. Según Forbes, está en el puesto número 15º de las atletas más ricas del mundo y es la más rica de las atletas femeninas. Ganó 26 millones de dólares entre mayo de 2011 y 2012, de los cuales, 9 millones le vinieron de su contrato con Nike y 4 millones de los torneos ganados.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: