Vaslav Nijinsky en el estudio, leyendo partituras (1922). Fuente: Servicio de prensa
Vaslav Nijinsky está considerado uno de los mejores bailarines y coreógrafos del mundo, sus proezas en los saltos que ejecutaba, su virtuosismo estético y la profundidad de sus caracterizaciones han influenciado a muchos bailarines.
Se dice que gracias a él ocurrieron dos cosas importantes en el ballet mundial: por un lado, los hombres volvieron a bailar, y por otro,introdujo una especial sensualidad en la manera de interpretar la danza.
Su vida estuvo marcada por dos acontecimientos que cambiaron su trayectoria y que tuvieron a Buenos Aires como escenario de fondo: su casamiento y los primeros episodios de locura.
De Rusia a París
Nacido en Kíev (Ucrania) en 1890, Nijinsky vivió el ballet desde la infancia. Sus padres eran bailarines secundarios y decidieron llevarlo a él y a su hermana a la Escuela Imperial de Agrippina Vagánova.
Según Enrique Destaville, crítico e historiador de danza, "en esa época el ballet cayó en decadencia en Europa occidental. Faltaban bailarines de gran distinción, de gran fuerza y técnica superior".
Este declive se debía en buena parte a la falta de fondos de los administradores particulares de los teatros. "En cambio, en Rusia, el pueblo era aficionado al ballet y éste gozaba del apoyo de los zares, que subvencionaban la formación e incluían a los bailarines en la alta sociedad", indica Destaville. El joven Nijinsky destacó pronto como un bailarín distinto al resto.
La compañía de ballet de Serguéi Diáguilev Ballets Rusos comenzó sus representaciones en 1909 en París incorporando las obras de la modernidad al ballet.
"Diáguilev planeó presentar una danza que causara sensación en Europa occidental", cuenta Destaville, y contrató sobre todo a bailarines del Teatro Mariinski de San Petersburgo, donde estaba Nijinsky.
La colaboración con Diáguilev de compositores de la talla de Stravinski, Rimski-Kórsakov, Prokófiev, Falla y Ravel, junto con la de artistas plásticos como Matisse o Picasso, hicieron que estos espectáculos fuesen una gran sensación en la época.
El debut en el Teatro del Châtelet de París fue un gran impacto y Vaslav Nijisnsky todo un descubrimiento. "En ese año, cuando no había hombres en el ballet,subieron al escenario a muchos bailarines varones con las Danzas polovtsianas del "Príncipe Igor".
Era algo totalmente distinto. Nijinsky salió ahí y los aplausos y las ovaciones fueron para él. Resultó ser el gran triunfador", relata Destaville.
Conmoción en Buenos Aires
En 1913 la compañía de Diáguilev tuvo su primera gran gira en Buenos Aires. Por entonces, la relación de Nijinsky con Diáguilev estaba bastante deteriorada, pero éste seguía ejerciendo un control férreo sobre el bailarín.
Puede que fuera por esas desavenencias o por su miedo al mar, pero Diáguilev decidió no hacer ese viaje. Quien sí lo hizo fue Romola de Pulzky, una joven adinerada que, fascinada por Nijinsky, consiguió incorporarse en la compañía como bailarina reemplazante.
En el barco,el bailarín
viajó en primera clase y el resto de la compañía lo hizo en segunda,
excepto Romola, que pagó de su bolsillo el privilegio de ir en primera.
"Parece que Romola buscó a Nijinsky; él ni se daba cuenta de que ella se
le insinuaba, hasta que llegó el encuentro y se produjo una gran
atracción", cuenta Destaville.Dos semanas más tarde entraban en la iglesia
de San Miguel Arcángel de Buenos Aires bajo los acordes de la marcha nupcial de
Lohengrin.
"La gente de la compañía preparó todo para el casamiento y la bailarina Óblakova compró el traje de novia en Buenos Aires. El director de orquesta y su mujer fueron los padrinos en el casamiento religioso". Después tuvieron que formalizar el civil. "Ahí se encontraron con unos problemas bárbaros por el idioma, ya que no entendían lo que les decían, así que tuvieron que contratar a un traductor que a su vez hizo de testigo", señala Destaville.
Los periódicos del momento retrataron el acontecimiento. En las fotos se podía ver a los novios saliendo de la iglesia y la recepción en el mejor hotel de la ciudad, el Majestic, donde se alojaba la compañía.
Cuenta Destaville que "la fiesta se hizo con todos los bailarines, que mientras tanto hablaban al oído comentando qué iba a pasar cuando volvieran", ya que temían la reacción de Diáguilev.
Y, efectivamente, cuando se enteró de la noticia, parece que el ataque de celos le causó un desmayo. Después envió un telegrama anunciando que Nijinsky y Romola estaban despedidos de la compañía.
Inicio de la decadencia
Dos meses después regresaron a Europa y Nijinsky tenía la sensación de que, aunque lo había perdido todo, todavía podría bailar en otros lugares.
Fue su hermana la que tomó las riendas de la situación. "Bronislava Nijinska reunió a un grupo de bailarines con su hermano y fueron contratados inmediatamente en Londres, donde bailaron lo que ya conocían, hasta que losBallets Rusos les prohibió seguir representando sus coreografías", según Dastaville.
Pocos meses después comenzó la Primera Guerra Mundial y la pareja se trasladó a Hungría, donde Nijinsky fue inmediatamente detenido por ser ruso cuando Rusia y Austria-Hungría estaban enfrentados.
"Durante la guerra trascendió la mala situación de Nijinsky, confinado en la casa de su suegro y con la obligación de presentarse periódicamente ante las autoridades. Fue ahí cuando Diáguilev intervino para que lo dejaran libre", cuenta Destaville. Así logró volver a la compañía como coreógrafo.
Un final dramático
En 1917 llegó la segunda visita de Nijinsky a Buenos Aires. Enrique Destaville contó lo que ocurrió en la rotonda del Teatro Colón durante uno de los ensayos. "En uno de los lados del espejo estaba el répétiteur Grigoriev y le pedía a Nijinsky que repitiera El espectro de la rosa. Nijinsky avanzó como perdido en una penumbra en dirección a Grigoriev y le preguntó, ¿qué espectro?". Para Destaville, que se hubiera olvidado de ese ballet cuando fue él quien lo estrenó, "revelaba que la locura le había dañado ya el cerebro".
Tras la gira en el Colón, Nijinsky viajó a Montevideo para una representación en beneficio de la Cruz Roja. Su acompañante, el pianista Arthur Rubinstein, contó en sus memorias que Nijinsky tenía miedo de salir al escenario. Su actuación tuvo que ser retrasada y, cuando por fin salió, tan sólo pudo dar algunos pasos para enseguida retirarse. Un año después se le diagnosticó esquizofrenia y fue trasladado a Suiza para ser tratado.
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