Dulces soviéticos: cómo hacer un caramelo de leche que dure para siempre

Legion Media
Muchos países tienen su propio tipo especial de caramelo blando. En Inglaterra es el ‘fudge’; en Estados Unidos es el ‘salt water taffy’; Polonia tiene un caramelo lechoso llamado ‘krówka’; y en Rusia tenemos un caramelo llamado ‘irís’, o como muchos lo llaman, ‘iriski’.

Según la leyenda, el encargado de bautizar con el nombre de “irís” a caramelo de leche fue el confitero francés Morne, que trabajó en San Petersburgo a principios del siglo XX. Él notó que durante el proceso de cocción aparecía un patrón en la superficie del caramelo enfriado que se asemejaba a los pétalos de la planta rizomatosa iris.

La comparación hecha por Morne es hermosa, pero durante la época soviética estos dulces eran famosos por ser “el terror de los empastes dentales”. Había diversos tipos de caramelos de este tipo, dependiendo de su textura y consistencia. Los dos más populares fueron Kis-Kis y Túzik, ambos del tipo viscoso. Sin embargo, el Kis-kis era originalmente duro como una roca, y luego se derretía rápidamente en la boca y se volvía pegajoso, pudiendo provocar la pérdida de relleno dental.

El Túzik era simplemente demasiado blando y se disolvía casi inmediatamente. La otra marca popular era Zolotói kliúchik, con un sabor a caramelo mucho más delicado, rico y cremoso: la mejor golosina irís del tipo semisólido

A pesar de las diferencias de textura existentes, estos caramelos nunca perdieron su popularidad, siendo para muchos ciudadanos soviéticos un buen sustituto de los más deseados pero igualmente escasos chicles americanos. Más que nada, estos caramelos eran simplemente deliciosos y relativamente inofensivos. De hecho, son una de las pocas golosinas permitidas a las personas que siguen una dieta estricta y que deben vigilar su consumo de azúcar.

Juzga por ti mismo: se necesita de una buena cantidad de tiempo para que los dulces se disuelvan del todo, lo que a uno le da tiempo para terminar el té. Por lo tanto, no sólo es un dulce útil sino también económico.

Los iriski eran amados no sólo por su rico sabor cremoso, sino también por sus hermosas envolturas. Especialmente codiciados eran los Kis-kis (en ruso, así es el sonido que se hace para llamar a un gato), que se presentaban en forma de pequeños y limpios cubos con elegantes rayas doradas y un gatito negro al lado de una chimenea impresos en los envoltorios. ¡Muchos los coleccionaban!

Ingredientes

  • 100 g de mantequilla
  • 105 g de azúcar
  • 15 g de miel
  • 400 g de leche condensada

Preparación

1. Mezcla la mantequilla y el azúcar en una olla. Revuelve hasta que la mantequilla se derrita y la mezcla se vuelva homogénea.

2. Agrega la miel y la leche condensada, y continúa revolviendo. Lleva la mezcla a ebullición y baja el fuego.

3. Cocina la mezcla durante 10-15 minutos o hasta que tome un color marrón dorado intenso. Revuelve continuamente para evitar que se queme en el fondo de la olla.

4. Engrasa el molde en el que se va a verter el caramelo (preferiblemente, que sea de vidrio). Vierte la mezcla una vez que esté lista y deja que se enfríe por completo.

5. Engrasa tu cuchillo con mantequilla, corta el caramelo en pequeños ladrillos y envuélvelos en papel encerado.

¡Priyátnogo appetita!

Si quieres probar una “máquina del tiempo” soviética, pincha aquí y aprende a hacer crujientes barquillos rellenos de caramelo. 

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