Este simple y asequible bocadillo ayudaba a evitar los retortijones el almuerzo o la cena. La receta no es demasiado sofisticada: untar un trozo de pan negro con un poco de aceite de girasol y sal, y ya lo tienes. Los que quieren más especias se frotan con un poco de ajo o se espolvorean con cebollas verdes picadas.
¿Carbonara o boloñesa? Ninguno de los dos. A los niños soviéticos les encantaban los macarrones con azúcar. Es fácil de preparar. Hierve cualquier tipo de pasta, añade mantequilla y espolvorea con azúcar.
P.D.: Pedimos disculpas a los lectores italianos.
En su día, este “postre” alegraba a muchos niños. El pan blanco se untaba con mantequilla y se espolvoreaba con azúcar. En tiempos de mucha escasez había que prescindir de la mantequilla y, en su lugar, sumergir el pan en agua o leche, y luego meterlo en azúcar. Había otra versión, más “compleja”, que consistía en untar una capa de mermelada de bayas sobre la mantequilla (si estaba disponible).
Hoy en día los aperitivos de este tipo se producen a escala industrial (con cremas y una amplia gama de galletas). Pero en la época soviética solo había un tipo de galleta, que se utilizaba para hacer “sándwiches”. Se untaba con mantequilla y la otra se colocaba en la parte superior. A veces se le llamaba “pastel de pueblo”.
Otro postre de galleta de mantequilla que se puede hacer en dos minutos. Desmenuza algunas galletas en un vaso de leche y espera hasta que estén empapadas. Pon la mezcla en un plato y decora con bayas. Ya está listo para comer. En aquellos tiempos, si la galleta de mantequilla provenía de un pastel de chocolate, era un verdadero placer.
Se trata de una ensalada dulce, cuyas variaciones aún se pueden encontrar en los menús de los comedores. Se prepara a partir de zanahorias finamente ralladas con pasas al vapor y azúcar. La adición de rodajas de fruta o nueces lo hacía más apetecible para los niños.
Algunos padres consideraban que las cebollas con azúcar eran como un medicamento para la tos, e incluso los niños sanos lo bebían. Las cebollas se rallaban y se espolvoreaban con azúcar. Después de dejarla reposar un rato, la cebolla libera un jugo dulce, y todo el revoltijo se asemeja a las gachas de avena.
Esta delicia era obra de los niños. Una versión simple de este plato para niños es verter miel sobre las rodajas de pepino. Una receta más elaborada consiste en rebanar trozos de pepino en una ensaladera y añadir eneldo, miel, aceite de girasol y sal. La ensalada tiene que estar macerando durante media hora.
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