Muchos de los que nacieron en la época soviética recuerdan tener que recortar grandes dígitos azules de plástico de las cortezas de queso. Estaban hechos de plástico apto para alimentos, a base de una proteína láctea llamada caseína.
Algunos quesos tenían un dígito marcando su superficie, otros dos, dependiendo de cómo estuviera cortado. Los niños los coleccionaban, jugaban con ellos y los utilizaban en sus manualidades. Pero, ¿para qué servían realmente estos números?
Cuando se fabricaba una rueda de queso en una instalación, estas cifras se colocaban en la parte superior para indicar el número de lote y la fecha de fabricación. En otras palabras, era simplemente una forma de etiquetado. Era necesario para determinados periodos de maduración: por ejemplo, algunos quesos debían madurar durante 30 días y, si pasaban más o menos tiempo madurando, se podía averiguar inmediatamente cuando se cometía el error.
Cuando el queso se cortaba para la venta al por menor, los compradores sólo veían los númeross separados de este etiquetado.
Los dígitos de la caseína apenas se utilizan hoy en día, y cuando se hace es como homenaje nostálgico. Lo más frecuente es que los productores modernos no etiqueten el queso en sí, sino la estantería donde se expone, apliquen tinta borrable apta para alimentos en una rueda de queso o utilicen pegatinas con la fecha de caducidad.
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