Busca nuevos géneros, una nueva lengua y un nuevo héroe. Fuente: Flickr.com / nwhite1
Desde hace varios años es patente la inquietud generalizada respecto a si el mundo de la edición resistirá bajo la presión de la era digital y si quedarán escritores, en caso de que se hunda este Titanic, cuyas obras no hayan sido expoliadas por los piratas informáticos.
En efecto, hay motivos para el nerviosismo: las tiradas de libros en papel disminuyen año tras año (por ejemplo, en 2012 se redujeron casi un 12% respecto a 2011). Pero, ¿significa que los rusos acabarán dejando de leer?
Los sociólogos aseguran que no hay razón para alarmarse por la reducción del número de ejemplares de los libros en papel. Significa simplemente que el soporte digital está ganando cada día más adeptos entre los rusos.
De acuerdo a un estudio realizado por Romir Holding el año pasado, siete de cada diez rusos que viven en las ciudades leen libros electrónicos. Así, no es que hayan empezado a leer sustancialmente menos, sino que se está imponiendo otra tendencia.
Maya Kucherskaia, escritora y crítica literaria.
“Para hacerse una mínima idea de la prosa contemporánea rusa hay que leer a Vladímir Makanin y a Mijaíl Shishkin. Tienen sendas novelas geniales: Asán y El cabello de Venus. Representan los dos polos de nuestra literatura. Por una parte el realismo duro, la penetración profunda y casi despiadada en la psicología humana, la disección de los mecanismos del poder, la política y la historia. Por otra, el libre discurrir de la lengua en permanente diálogo con la literatura clásica rusa, la capacidad asombrosa de escuchar las voces ajenas, las palabras, el timbre, la musicalidad del lenguaje”.
Los índices de las tiradas registrados en la Cámara del Libro de Rusia –órgano en el que se inscriben todos los libros publicados en el país- dibujan un escenario bastante prosaico: en la lista de los diez autores más publicados en 2012 figuran ocho escritores de novela policiaca de diversa calidad, uno mediocre de novela romántica y un cultivador del género bélico.
Las ventas tanto de libros electrónicos como de libros en papel, bien en las librerías de la capital, bien en las tiendas en línea más importantes, ofrecen un perfil más sofisticado del lector ruso: en la lista de los diez libros más vendidos de 2012 conviven la nueva entrega de la serie protagonizada por Erast Fandorin, creada por el autor contemporáneo ruso más importante, Borís Akunin; las obras policiacas de Aleksandra Marínina; la sátira política en verso Poeta y ciudadano, de Dmitri Bykov; S.N.U.F.F., el nuevo título del siempre vanguardista Víktor Pelevin; Nueva patrulla del popular narrador de género fantástico Serguéi Lukyánenko; las memorias del presentador de televisión Vladímir Pozner. Pero el gran misterio se encerraba en los primeros puestos de la clasificación, donde se libraba una lucha entre la virtud y el pecado. Por el afecto de los lectores pugnaron una colección de historias verídicas de la vida monacal en Rusia, escritas por el archimandrita Tijón, y Cincuenta sombras de Grey, las fantasías eróticas surgidas de la pluma de E. L. James, que ha sido un fenómeno superventas en todo el mundo.
El éxito de Santos no santos del año pasado fue absolutamente sensacional, con más de un millón de ejemplares vendidos y la obtención de una larga lista de premios: el galardón Bolshaia Kniga, votado por los lectores, la nominación a “Prosa del año” –una de las categorías del “Libro del año”-, junto con dos nominaciones a los premios Runet. La crítica no tardó en bautizar esta obra como “superventas ortodoxo”, y la editorial Olma Media creó, a rebufo de su éxito, una colección en prosa de temática ortodoxa.
Nuevas tendencias
El interés por la no ficción puede considerarse como una de las tendencias más destacadas de la actual literatura rusa. Así lo certifica la crítica. Konstantín Milchin cree que “la no ficción nacional está tomando impulso, y es motivo de alegría”. Algo por lo que también se congratulan los editores.
Yelena Shubina de la editorial AST, tal vez la editora más famosa de Rusia y cuyos autores copan invariablemente los premios literarios, señala “la pujanza de las sagas familiares que se remontan a varias generaciones y llegan hasta nuestros días (como Medea y sus hijos y El caso de Kukotski de Liudmila Ulístkaya y Las mujeres de Lázaro de Marina Stepnova). También ganan terreno las obras de no ficción: memorias, biografías y diarios. Lo que despierta el interés del lector es la autenticidad de las vidas que se narran, las historias de personas reales”.
Otra editora influyente respecto a la configuración de la literatura rusa contemporánea es Yulia Kachalkina, de la editorial Eksmo. Por sus manos pasan las obras de grandes nombres de las letras rusas, como Víktor Pelevin o Dmitri Bykov, aunque también descubre nuevas voces para el lector ruso.
Kachalkina también está convencida de que “la gente todavía quiere leer historias y que el conceptualismo cada vez atrae menos la atención. Se necesita una prosa comprensible, de calidad y exenta de filigranas. La gente está harta de los juegos intelectuales. La realidad ya es de por sí lo suficientemente compleja como para complicarla aún más en los libros”.
Nuevas temas e internet
La editora también señala que las tendencias en la prosa rusa son peculiares. “Los títulos más populares son libros de memorias, de temática amorosa y obras sobre personas atípicas, que se diferencian de la mayoría (o novelas históricas)”, añade.
Y tanto en la alta literatura como en la más comercial, cree Konstantín Milchin, se sigue buscando nuevos temas y experimentando con la lengua. Yulia Kachalkina considera que, en paralelo, se persigue dar con un nuevo héroe positivo porque “los escritores rusos dan pasos hacia la creación de una prosa heroica, sienten la llamada de los nuevos tiempos”.
“La tendencia de este año en la literatura para el gran público es la novela médica”, apunta Milchin, presidente del jurado del premio ‘Nueva literatura’, en que el público se decantó el año pasado por un libro de dibujos satíricos sobre la vida de un enfermero.
También en el ámbito de la ciencia ficción se está produciendo una exploración de nuevos géneros. Yelena Shubina considera que “la literatura fantástica rusa es cada vez más heterogénea y está evolucionando hacia una prosa realista con elementos fantásticos, esto es, que la línea de los hermanos Strugatski ha acabado por imponerse”.
También es interesante la interacción entre literatura e internet.En los últimos años, la literatura de masas se ha nutrido de un gran número de blogueros, pero también de escritores cuyas primeras obras fueron rechazadas en un principio por los editores, pero que alcanzaron un gran éxito en la red (el caso más paradigmático es el de Dmitri Glujovski y su saga postapocalíptica Metro 2033). Yelena Shubina predice que este fenómeno no decaerá. “Creo que el género del cuento, no muy apreciado por muchos editores, así como la novela corta, pronto se convertirá en una de las principales tendencias. Entre otras razones porque los textos de extensión reducida tienen en los blogs su hábitat natural, y el lector llega al libro impreso también desde allí”.
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