Según distintas encuestas sociales, aproximadamente, un 50% de los rusos cree en las supersticiones. Estas son las supersticiones más populares, con las cuales, sin duda, se enfrentará cualquier extranjero en Rusia.
Dos rosas son bonitas y románticas, pero no así en Rusia. Si vas a casa de alguien o a una cita, asegúrate de que el ramo que vas a regalar cuenta con un número impar de flores. En otro caso, no será nada extraño que la persona a la que se las regales se ponga de mal humor, ya que las rosas o los claveles en número par son para llevar a los cementerios.
Si te has puesto una prenda al revés, es decir, la parte de afuera hacia adentro,te molerán a golpes. Se recomienda primero cambiarse y luego pedir a un familiar que golpee tu espalda. Según la superstición, eso permitirá evitar una pelea.
Si al salir de casa te das cuenta de que has olvidado algo, no vuelvas. Si lo tienes que hacer, existe una manera de evitar las malas consecuencias: antes de salir de casa otra vez, es preciso mirarse al espejo.
Cuando llegues a una casa y te abran la puerta, incluso si estás con los sentimientos a flor de piel, primero hay que entrar en la casa y solo después dar la mano o un abrazo. No se pueden dar saludos, abrazos o besos en el marco de la puerta, porque se puede despertar a un duende que vive allí, lo que puede resultar algo desagradable.
No se recomienda elegir como regalos para sus amigos rusos tijeras o cuchillos, ya que pueden provocar una riña. Para evitarlo, te deben pagar una pequeña cantidad de dinero, incluso un rublo será suficiente. El pañuelo tampoco es un buen regalo, porque trae lágrimas. Si decides regalar un monedero, pon una moneda en él para que nunca esté vacío.
Al conocer a todos los que están a la mesa, trata de ocupar un puesto entre las personas con el mismo nombre. A propósito, en Rusia no es nada difícil, ya que el número de los nombres más comunes es limitado. Al sentarse entre dos Sashas, Lenas o Mashas, hay que pedir un deseo, pero – ¡ojo! – no lo compartas con otras personas para que se cumpla.
Cuando pases la sal, trata de no derramarla, porque si lo haces tendrá lugar un conflicto. Pero tampoco te preocupes, hay un remedio para evitarlo: echa una pizca de la sal derramada por encima de su hombro izquierdo. Si estás de visita y la comida que te han ofrecido es demasiado salada, no te pongas triste, porque eso simplemente significa que el ama de casa está enamorada y hay posibilidad de que esté enamorada de ti.
No hay duda de que si vas de visita no se te ocurrirá hacer eso, pero incluso en casa no debes comer del cuchillo, porque, según el agüero, hará que te conviertas en una mala persona. Además, puedes cortarte.
La única respuesta correcta a Ni puja ni perá (“ni pelo ni pluma”, en español), tradicional felicitación para dar suerte y que se pronuncia, por ejemplo, antes de un examen, una entrevista de trabajo o una importante presentación, no es spasibo (“gracias”), sino ¡K chiórtu! (“al diablo”). En otro caso, la suerte se te escapará.
En cuanto todo el contenido de la botella esté consumido, se debe retirar la botella de la mesa. De otro modo, no tendrás dinero. Dicen que la tradición remonta a los tiempos de la guerra con Napoleón: los cosacos, al tomar París en 1814, notaron que en los restaurantes locales se contaba la cantidad de lo bebido conforme con el número de las botellas vacías dejadas sobre la mesa. Por eso los cosacos retiraron con precaución las botellas y las colocaron debajo de la mesa.
No podemos asegurar de que ocurriera exactamente así, pero esa habilitad sin duda te resultará útil, porque en Rusia hay otra tradición: hay que vaciar todas las botellas destapadas. Pues, ¡Ni puja ni perá!
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