Según la leyenda, los gatos de Kazán eran brillantes cazadores de ratones. En 1745, la emperatriz rusa Isabel I encargó 300 gatos, que se convirtieron en su guardia peluda y protegían su habitación de los roedores. Se cree que la estirpe de estos felinos sobrevive hoy en día en los gatos que viven en el Museo del Hermitage de San Petersburgo.
Un monumento situado en la ciudad de Toliatti está dedicado al “Hachikō” de Rusia, un pastor alemán llamado Kostia. En 1995, sus amos murieron en un accidente automovilístico, pero el perro sobrevivió. Después se quedó en el lugar de la tragedia, corriendo hacia los coches que pasaban, en un desesperado intento por encontrar a sus dueños. En 2002, Kostia murió en un bosque cercano, de causas naturales.
Durante el sitio de Leningrado, las ratas fueron una verdadera plaga para los humanos. Diezmaron los graneros e incluso atacaron a la gente. Cuando se consiguió destruir el sitio, en 1943, cuatro carruajes llenos de gatos fueron enviados a la ciudad para limpiarla de roedores. Se podría decir que los felinos fueron reclutados para hacer el lugar más limpio. En memoria de esos valientes gatitos, se instaló una escultura de un gato en la ciudad, sentado en un pedestal vigilando a sus habitantes.
Esta escultura de una madre osa con su cachorro no sólo simboliza Kamchatka, sino Rusia en su conjunto. Las palabras en el monumento, “Aquí empieza Rusia”, recuerdan a los habitantes de la península que no están cortados de la misma tela que los del continente.
Málchik (Chico) era un perro callejero que vivía en la estación de metro de Mendeléievskaia en Moscú, donde era toda una estrella local. Resultó muerto en 2001, cuando Yulia Románova (mientras sufría de problemas psiquiátricos) lo apuñaló con un cuchillo. El monumento exige un trato humano hacia todos los animales callejeros.
Estos 11 mamuts de bronce están listos para cruzar la carretera hacia la ciudad siberiana de Janti-Mansisk. La composición escultórica fue erigida en 2007, para celebrar el 425 aniversario de la ciudad.
No todos los perros enviados al espacio tuvieron tanta suerte como Belka y Strelka. El primer animal en orbitar la Tierra, la perra callejera Laika, fue enviada a lo desconocido en la nave espacial Spútnik-2 el 3 de noviembre de 1957. Lamentablemente, en pocas horas murió de por el exceso de calor.
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En 1987, la familia Sinishin regresó de sus vacaciones a la ciudad norteña de Múrmansk. Durante su parada en Moscú perdieron a su gato Semión. Se sorprendieron mucho cuando, seis años más tarde, el felino apareció en la puerta de su casa. El flaco y agotado Semión había recorrido 2.000 km para encontrar a sus amos. Un hecho tan heroico no fue ignorado por las autoridades de Múrmansk, y una escultura de bronce de Semión es ahora una de las atracciones de la ciudad.
Un monumento al humilde ratón de laboratorio se encuentra situado frente al Instituto de Citología y Genética, no lejos de Novosibirsk. Según Nikolái Kolchánov, director del instituto, el monumento conmemora el sacrificio de ratones en la investigación genética, utilizada para comprender los mecanismos biológicos y fisiológicos que sirven para desarrollar nuevos medicamentos y curar enfermedades.
Una escultura de un gato en la isla de Kanonerski en San Petersburgo recuerda a la gente, que antes el lugar tenía un nombre finlandés Kissaisaari, que significa “Isla del gato”. Los lugareños simplemente se refieren a esta obra de arte como “El gato en la piedra”.
Cuando Vladímir Maiakovski visitó Krasnodar en 1926, se quedó tan impresionado por el exagerado número de perros callejeros que apodo a la ciudad la “capital de los perros”. Muchos años más tarde, en 2007, un divertido monumento fue inaugurado en Krasnodar gracias al famoso poeta soviético.
El monumento a un gato leyendo un libro, levantado en Orenburgo, está dedicado a un héroe del poema de Alexánder PushkinRuslán y Liudmila: Gato sabio. En la obra de Pushkin cuenta cuentos y canta canciones mientras camina sobre las ramas de un roble. Los lugareños creían que el viejo árbol, donde se encuentra el monumento, es al que se refería Pushkin. El autor solía sentarse allí durante largos períodos de tiempo cuando visitaba Orenburgo.
Bobka fue una perra real que, a finales del siglo XIX, que ayudaba a los bomberos de Kostromá a rescatar a la gente y sus pertenencias de las furiosas llamas. Sus hechos heroicos no han sido olvidados: en 2006 se erigió un monumento en su honor.
Esta escultura de una madre pato y sus ocho patitos fue hecha para honrar al libro de Robert McCloskey Abran paso a los patitos. La obra es una copia de la escultura original que existe en Boston y fue inaugurada por Barbara Bush y Raísa Gorbachiova en 1991, como símbolo de la amistad entre Rusia y Estados Unidos. Se puede visitar en el centro de Moscú.
Hecho en 1935, el monumento al perro de Pávlov en San Petersburgo es uno de los más antiguos monumentos a los animales levantado en Rusia. Está dedicado a los animales que fueron utilizados en estudios, pruebas científicas y experimentos.
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