Durante siglos, la pintura de iconos fue el único arte presente en Rusia. Pero Catalina la Grande, que nació como princesa alemana, desarrolló un gusto por la pintura al estilo occidental. Si bien ella estableció una tendencia y la pasión por el coleccionismo de arte, después de su reinado los hombres tomaron la iniciativa en este ámbito. Sin embargo, a finales del siglo XX y principios del XXI, esta cuestión de género volvió a cambiar de dirección.
Fúrtseva fue una ministra controvertida y una mujer de carácter fuerte a la que desafortunadamente se la acusó de ser bastante incompetente. Censuró obras de teatro y películas, y prohibió conciertos de bandas extranjeras famosas como los Beatles y los Rolling Stones. Aquellos escritores, músicos y artistas que no eran de su agrado acababan a menudo excluidos de todos los eventos e instituciones oficiales, y a veces procesados por actividades antisoviéticas.
Por supuesto, se trataba de la URSS y es difícil imaginar a un funcionario de alto rango que permitiera la total libertad en las artes. Sin embargo, durante sus 14 años como ministra de Cultura, hizo muchas cosas importantes para Rusia, especialmente en el ámbito de los museos.
Gracias a ella, algunas de las más grandes obras de arte del mundo fueron expuestas en los principales museos soviéticos, como Mona Lisa de Leonardo da Vinci y los tesoros de Tutankamón. También organizó exposiciones en las Galerías de Arte de Dresde y en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, y devolvió a la Unión Soviética parte del legado de Nikolái Roerich.
Sin exagerar, esta mujer es considerada una gigante en el mundo de los museos, una leyenda viviente. Directora de uno de los principales museos del país durante 52 años, sigue trabajando como Presidenta de los Museos, a la edad de 96 años.
“Era muy fácil prohibir cualquier cosa”, recordó en un documental dedicado al centenario de la pinacoteca que dirigió. “Pero al Museo Pushkin se le permitió hacer cosas que normalmente estaban prohibidas para otros”, por ejemplo, mostrar a artistas “menos venerables” como los Impresionistas y Post-Impresionistas.
“La dama de hierro del arte ruso” consiguió el permiso para reorganizar el museo y exponer obras maestras del arte occidental como Auguste Renoir y Paul Gauguin, que originalmente habían estado en las colecciones de los mecenas de la era zarista, Serguéi Shchukin e Iván Morózov. Estas pinturas no se exhibieron porque se consideraban “dañino arte burgués”.
También organizó una exposición del oro troyano de Heinrich Schliemann, que fue tomada por Alemania como trofeo de guerra y guardada en 1945 en secreto en el depósito de un museo, hasta 1996.
Como mujer de buen gusto y estilo, Svíblova fundó la Casa de la Fotografía que con el paso de los años se convirtió en un importante centro de arte y hoy en día se llama Museo de Arte Multimedia. Con la mayor colección de fotografía rusa, ha ofrecido al público ruso quizás la única oportunidad de ver a muchos grandes fotógrafos, desde Alexánder Ródchenko y Henri Cartier-Bresson hasta Helmut Newton o Annie Leibovitz.
Svíblova, que parece trabajar 24 horas al día, 7 días a la semana, hace que algunos infelices periodistas esperen durante horas fuera de su oficina, pero luego habla durante horas con ellos, incluso hasta altas horas de la noche.
Svíblova también inauguró la Escuela de Fotografía y Multimedia Ródchenko, que es la institución educativa más prestigiosa del país en este campo. Sus graduados siguen carreras exitosas y frecuentemente ganan premios internacionales.
En 2007 y 2009 se encargó de los pabellones rusos de la Bienal de Venecia de Arte Contemporáneo. En 2016, comisarió la exposición ¡Colleción! Arte contemporáneo en la URSS y Rusia, 1950-2000, en el Centro Pompidou, que posteriormente fue donada a ese museo.
Constantemente listada en el “Power 100” de ArtReview, Zhúkova es probablemente un raro caso en el que la novia de un multimillonario se ha hecho famosa por su cuenta, debido a su mecenazgo artístico.
No se puede subestimar la revolución que desencadenó cuando en 2008 inauguró el primer gran museo de arte contemporáneo de Moscú. Originalmente, el espacio acogía un garaje de autobuses de estilo constructivista diseñado por Bajmétiev, construido en la década de 1920. Inspirado por el pasado del edificio, Zhúkova nombró su museo “Garage” y, gracias a este, dio a miles de jóvenes la oportunidad de ver arte contemporáneo, a menudo por primera vez.
En 2015, el Garage reabrió sus puertas en un nuevo edificio en el Parque Gorki, con una instalación del artista japonés Yayoi Kusama. También fue el primer museo en traer a Rusia a artistas famosos como Mark Rothko, Antony Gormley y muchos otros.
Como escribió el Financial Times, “contribuyó a un mar de cambios en la escena cultural de Moscú”.
Stella Kesáieva ha sido pionera en popularizar el arte conceptual ruso de los años sesenta, exponiendo a estos artistas en Viena, Tesalónica y Nueva York.
También fue comisaria del pabellón ruso en la Bienal de Venecia en 2011, 2013 y 2015. Además, tiene un programa editorial y una fundación benéfica que apoya a los artistas rusos.
Tregúlova es a veces llamada la curadora rusa № 1, porque gracias a sus esfuerzos el arte ruso ha sido exhibido en todo el mundo.
Aunque fue conservadora de los Museos del Kremlin de Moscú, Tregúlova es de hecho experta en arte de vanguardia y Arte Popular Soviético. En 2015, fue elegida para dirigir el principal museo de arte nacional de Rusia: la Galería Tretiakov. Una de sus principales prioridades es cambiar el vector de desarrollo del museo, apoyando activamente el arte contemporáneo.
Opáleva, que es vicepresidenta de un banco, se enamoró un día del arte. Durante una exposición vio una pintura del enfant terrible de la escena artística rusa, Anatoli Zvérev. Era un retrato de la curadora Polina Lobachévskaia, y luego, por accidente, Opáleva conoció a Lobachévskaya en persona. Decidieron dar un paso valiente, crear el único museo de arte en Rusia dedicado a Zvérev.
Hija del famoso coleccionista de arte Gueorgui Kostaki, ha donado al museo unas 600 obras de Zvérev. Además de las obras de Zvérev, Opáleva promueve y exhibe a los inconformistas rusos en su museo, así como en todo el mundo.
Después de medio siglo de Antónova dirigiendo el museo, en 2013 supuso todo un reto para Marina Loshak el tomar las riendas del mismo. Como experta en la vanguardia, insufló nueva vida al museo, integrando el arte contemporáneo con las estatuas antiguas.
Bajo su dirección, el Museo Pushkin ya ha visto exposiciones de artistas contemporáneos tan prominentes como el belga Wim Delvoye y el calígrafo chino (famoso por trabajar con pólvora) Cai Guo-Qiang.
En 2017, fue comisaria del pabellón ruso en la Bienal de Venecia, y fue la primera en llevar hasta allí a jóvenes artistas rusos.
Bazhénova comenzó a coleccionar arte en el año 2000, y ha participado en docenas de conferencias europeas dedicadas al arte ruso. Las obras de su colección viajan por todo el mundo. También lanzó la fundación IN ARTIBUS, y una galería en Moscú donde se exhibe arte ruso e internacional de diferentes museos y colecciones privadas.
Además, Bazhénova abrió una versión rusa del londinense The Art Newspaper, y fundó el premio The Art Newspaper Russia.
La hija de Yuri Gagarin no necesita presentación. Desde 2001, Elena ha sido directora de los principales tesoros del país: los museos del Kremlin. En este enorme complejo se encuentran artículos del siglo XV y hasta nuestros días: una colección de insignias estatales, trajes de coronación, regalos diplomáticos, carruajes y mucho más.
En los últimos años, bajo el mandato de Gagárina, el museo ha comenzado a acoger grandes colecciones extranjeras, como las que actualmente exhiben tesoros de la dinastía Ming de China.
Gagárina hizo un inventario masivo de todas las colecciones del Kremlin, y ha comenzado a trabajar activamente en exposiciones destinadas a estudiantes y escolares. En el sitio web bilingüe de los museos, Gagárina habla directamente con los visitantes a través de un vídeo en el que se les pide que no duden en ponerse y mantenerse en contacto con el museo.
Antes de llegar al Kremlin, trabajó como experta en arte, especializada en obras sobre papel en el Museo de Bellas Artes de Pushkin.
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