Kantemir Balágov irrumpió en la escena cinematográfica en 2017 con su ópera prima Cercanía, que aterrizó inesperadamente en la sección Una Cierta Mirada en Cannes. Entonces, ni siquiera los rusos habían oído hablar del joven director, discípulo del legendario Alexánder Sokúrov.
De la izq a la drcha: el productor ruso Alexánder Rodnianski, la actriz rusa Victoria Miroshnichenko, la actriz rusa Vasilisa Pereliguina y el director ruso Kantemir Balágov durante el Festival de Cannes, el 16 de mayo de 2019.
Getty ImagesCercanía recibió el premio FIPRESCI en Cannes y llegó a Rusia como favorita de todos los festivales nacionales de cine. Después de las proyecciones, Balágov fue acogido como la nueva esperanza del cine ruso. Su método creativo (combinando el realismo casi documental con metáforas complejas) compensó con creces las deficiencias técnicas relacionadas con el presupuesto.
A la hora de hacer Beanpole, las cuestiones financieras ya no han sido un problema. Su talento para contar conmovedoras historias humanas se manifestó con una potencia aún mayor, tal y como lo confirmó el premio en Cannes.
Beanpole cuenta la historia de dos mujeres soldado en primera línea de frente que regresan a Leningrado tras levantarse el sitio de los nazis, que duró casi tres años. Inicialmente, Kantemir Balágov quiso llevar a la gran pantalla uno de los monólogos del libro La guerra no tiene rostro de mujer, de la Premio Nobel Svetlana Aleksiévich, pero abandonó la idea para hacer un guion independiente. Sin embargo, Beanpole es muy diferente de otras películas rusas de guerra de los últimos años. Y no solo por la falta de escenas de batalla. Sobre todo cuenta la historia privada e íntima de dos mujeres que buscan superar su vacío interior. Debido a esta introspección, el golpe emocional es tremendo.
Beanpole está producida por Alexánder Rodnianski, que también ha hecho lo propio con todas las películas de Andréi Zviáguintsev, incluidas las ganadoras de premios internacionales, Elena y Leviatán. El nombre de Rodnianski se ha convertido casi en un sello de calidad. Es conocido por asumir sólo proyectos artísticos verdaderamente ambiciosos y de interés. El nuevo trabajo de Kantemir Balágov es otra muestra de ello.
Kantemir Balágov (a la drcha) y Alexánder Rodnianski.
Getty ImagesTras su debut en Cercanía quedó claro que Balágov es un director de “actores”. Su primera película lanzó la carrera cinematográfica de Daria Zhóvner, que tuvo un papel principal.
El joven director busca actores con talento pero desconocidos. En Beanpole presenta al mundo a Victoria Miroshnichenko, de 25 años, y a Vasilisa Perelíguina, de 23, ambas debutantes en la gran pantalla.
Las críticas apenas hablan de ello pero el austero y bello trabajo de cámara es otro de los principales atractivos de Beanpole. De hecho, está lleno de referencias visuales a obras maestras de la pintura europea. La operadora de cámara es Ksenia Seredá, una de las más talentosas de Rusia.
Al igual que el resto del equipo, Ksenia es joven, tan solo tiene 24 años, pero empezó a hacer películas hace seis años. Ya ha madurado hasta convertirse en una verdadera maestra. El año pasado trabajó en Acid, de Alexánder Gorchilin, otra ópera prima con un atractivo estilo visual. Pero Beanpole eleva a Seredá a un nivel totalmente nuevo.
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