Tras graduarse en el Cuerpo de Cadetes Navales, Alexéi Bogoliubov (1824-1896) ingresó en la marina. Sin embargo, ni su servicio ni sus compromisos nobiliarios pudieron impedirle dedicar tiempo suficiente a su principal pasión: la pintura, que también le ayudaba a llegar a fin de mes. El joven aficionado dibujaba bocetos del equipamiento de los barcos, caricaturas y, con el tiempo, incluso recibió su primer encargo estatal.
En una serie de viajes, el que hizo a Madeira en 1848 resultó definitorio: al conocer al venerable pintor Karl Briulov en la isla, Bogoliubov recibió de él comentarios positivos sobre sus obras. Posteriormente, Bogoliubov se encontró bajo la tutela de Maximiliano, duque de Leuchtenberg, presidente de la Academia Imperial de las Artes, quien le aconsejó que se dedicara seriamente a la pintura.
Algún tiempo después, ingresó en la Academia como estudiante externo, mientras permanecía en activo para disponer de algunos fondos para vivir. En 1853, el pintor recibió una “Gran Medalla de Oro” por tres vistas de Reval y por Vista de San Petersburgo desde la orilla del mar.
El premio de la Academia le dio derecho a un viaje pensionado al extranjero. Para entonces, ya había dejado su servicio en la marina y partió hacia Venecia en octubre de 1854.
“La cálida tarde veneciana descendió, la luna llena apareció como a propósito, la noche cayó como una cortina, y aquí fue cuando Venecia me gustó aún más. Las góndolas negras hacían plateada la superficie del Gran Canal y de las lagunas. Todo yacía tocado por un fino velo azulado”, describió sus impresiones en Notas de un marinero-artista; en ellas, también confesó que pintaría esta ciudad durante el resto de su vida. De hecho, pintó y dibujó no menos de un centenar de sus vistas.
Bogoliubov pasó seis años en el extranjero, estudiando las obras maestras del arte mundial, mejorando en pintura al aprender de sus colegas extranjeros. En París, se graduó en la escuela de Couture y aprendió del famoso pintor marino Eugène Isabey, pintor de la corte del rey de Francia, Luis Felipe I; se familiarizó con Jean-Auguste-Dominique Ingres y, más tarde, también con Corot, Daubigny y Rousseau.
En Düsseldorf, aprendió los secretos de la pintura realista en el taller del paisajista Andreas Achenbach; bajo su supervisión, creó varios cuadros de gran tamaño, entre ellos Una feria en Ámsterdam, una obra penetrante, que resumía simbólicamente su viaje pensionado.
Bogoliubov regresó a Rusia a finales de 1860 con un montón de cuadros y estudios que fueron expuestos en la Academia con gran éxito, lo que consolidó su estatus de gran artista. El emperador Alejandro II pagó generosamente por Una feria en Ámsterdam y por todos los cuadros sobre la guerra de Crimea de 1853-1856 y le hizo un nuevo encargo: pintar la historia de las batallas navales de Pedro el Grande.
En su época adquirió fama de pintor marino, maestro de las escenas de batallas, sin conocer igual, gracias a su experiencia como oficial de la marina. Pintó escenas de batallas navales, empezando por los tiempos de Pedro el Grande y terminando con los acontecimientos de la guerra ruso-turca de 1877-1878. Trabajó en su serie sobre Pedro el Grande en la década de 1860-1870, desplazándose constantemente de un país a otro.
Este cuadro muestra la escena de la primera victoria de la flota rusa en el mar, justo en el momento en que el buque insignia ruso ‘Portsmouth’ lanza una andanada contra un barco sueco. Este boceto, entre otras obras, Bogoliubov lo regaló al Museo Radishchev de Sarátov, que él mismo fundó. El museo se inauguró en 1885 y se convirtió en el primer museo público de Rusia fuera de la capital.
La fundación de este museo fue el trabajo de toda una vida para el pintor; puso mucho empeño en dar a este museo el nombre de su abuelo, el escritor caído en desgracia Alexánder Radishchev, autor de Viaje de San Petersburgo a Moscú. En muchos sentidos, su amistad con el emperador Alejandro III contribuyó a ello; sin embargo, la gente de los círculos íntimos del emperador cotilleó durante mucho tiempo sobre los motivos para dar a un museo el nombre de un revolucionario. Sin embargo, se mantuvo, y Bogoliubov legó sus posesiones y 200.000 rublos al museo.
En 1861, el pintor, junto con su hermano Nikolái, marino y escritor, emprendió un viaje a lo largo del río Volga para crear una guía de viajes de la región. Para Bogoliubov, que había pasado mucho tiempo viviendo en el extranjero, se trataba de un conocimiento de su propio país que, según el propio pintor, le resultaba difícil de comprender. Para su sorpresa, en Yaroslavl había más de 20 procesiones religiosas, desde la celebración del Bautismo de Jesús hasta finales de otoño.
Este tema le cautivó y se convirtió en uno de los temas centrales de su obra artística. Un par de años más tarde, Bogoliubov pasó cinco días en Yaroslavl como parte del séquito del Gran Duque Nikolái Alexándrovich, quien compró sus obras.
Tras la prematura muerte del zarevich, estos cuadros acabaron en la colección del futuro emperador Alejandro III, quien, como es sabido, heredó no solo los cuadros de su hermano mayor, sino también de su prometida -la princesa Dagmar de Dinamarca, futura emperatriz María Feódorovna.
Bogoliubov no sólo fue uno de los pintores favoritos de Alejandro III, sino también su amigo, así como el tutor pictórico de María Feódorovna. También destacó en la formación de la colección del emperador, que reunió unas 800 piezas colocadas en diferentes palacios.
En 1870, en señal de agradecimiento, Alejandro III colocó una treintena de cuadros de Bogoliubov en el comedor del Palacio de Alejandro y llamó a esta sala el “Salón Bogoliubov”. Este cuadro se encontraba en el despacho de Alejandro III en el Palacio Anichkov, su residencia.
Después de 1873, Bogoliubov vivió y trabajó permanentemente en el extranjero, debido a una afección cardíaca, y sólo en contadas ocasiones regresó a su patria. Eso no le impidió estar informado de todos los asuntos ni participar en las exposiciones “Peredvizhniki”; utilizando sus recursos administrativos, también ayudó a otros artistas.
Por ejemplo, en 1885, apeló con éxito para que se retirara la prohibición del cuadro de Iliá Repin Iván el Terrible y su hijo Iván el 16 de noviembre de 1581, que no gustaba a Alejandro III. También consiguió lucrativos encargos para otros artistas, como Polenov, Savitski y Kramskói. En París, los artistas rusos se movían entre el taller de Bogoliubov, en la rue de Rome 95, llamado el “París ruso”, y la casa de la cantante Pauline Viardot, donde otro de sus mecenas, el escritor Iván Turguéniev, organizaba actos de apoyo a la juventud rusa.
La apoteosis de los “martes” de Bogoliubov y los “jueves” de Turguéniev fue la fundación de la “Comunidad de ayuda mutua de pintores rusos” en París. Al mismo tiempo, estaba en marcha la organización de una alianza entre el Imperio Ruso y la Tercera República Francesa. Tras la llegada de una escuadra francesa a Kronstadt, una escuadra rusa del almirante Avellan partió hacia Tolón en 1893, lo que se convirtió en el acontecimiento clave para el acercamiento de los países y la firma de la Alianza franco-rusa. Para entonces, Bogoliubov se había convertido en la principal figura de las conexiones culturales entre Francia y Rusia, por lo que fue elegido por el zar como artista oficial para plasmar las ceremonias de Tolón. Poco antes de su muerte fue condecorado con la Orden Nacional de la Legión de Honor.
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