Kolbasá ocupa un lugar especial en la dieta soviética y rusa.
Anna JarzéievaEste texto es un fragmento del Libro de cocina soviética, un blog sobre la preparación de la comida en la URSS, que mantiene una periodista rusa. Para leer más sobre el blog, pulse aquí.
Kolbasá, que también se puede traducir como salchicha o salami, ocupa un lugar especial en la dieta soviética y rusa. "La historia de kolbasá es la historia del país", dijo una amiga de mi abuela, Galina Vasílievna, explicando que antes de la revolución, la kolbasá era una comida de los pobres, pero después de la revolución, los pobres apenas podían pagarla.
Un manjar soviético
Hay un sinnúmero de variedades de kolbasá en Rusia: ahumada o hervida, con menos o más grasa, de diferentes sabores y con diferentes especias. Su precio también varía. Por ejemplo, la más barata es la kolbasá “dóktorskaia”, la más cara es salami. Cada supermercado tiene una larga vitrina en la se exponen todas las variedades del salchichón ruso.
Cuando era niña, me encantaba la “dóktorskaia”: un pedazo de pan blanco con un poco de mantequilla y un par de rodajas gruesas de esta kolbasá eran celestiales. Había rumores de que estaba hecha de papel higiénico, sin embargo, mi abuela afirma que se llama así porque es la más saludable. También me encantaba el así llamado queso “kolbasni” que por su forma alargada recuerda un salchichón, de ahí viene su nombre. El queso “kolbasni” es muy parecido a la scamorza italiana.
Según el Libro de cocina soviética, “los tipos de salami hervido, como 'dóktorskaia', 'otdélnaia', 'osóbaia' y otros son buenos, de muy buena calidad y sabrosos. Las salchichas y sardelki (salchichas más grandes y más gordas) son también una variedad de kolbasá. Se están volviendo cada vez más populares y se han convertido en un plato nacional”.
No obstante, en la década de 1960, incluso estas amadas carnes procesadas desaparecieron de las tiendas, junto con la mayoría de otros alimentos. La amiga de mi abuela Galina Vasílievna recuerda que solían comprar miel a una mujer de un pueblo. Un día la preguntaron si necesitaba que le llevasen algo de Moscú y su respuesta fue: “kolbasá”. Cuando Galina Vasílievna y su marido le trajeron dos grandes bolsas de kolbasá, les abrazó como si fueran dos niños y suspiró: “Por fin puedo invitar a mis nietos a una”.
“Colocarse más cerca de la kolbasá”
Los niños no eran los únicos amantes de la kolbasá. En Moscú el tipo de salchichón que uno ponía en la mesa decía mucho sobre su posición social. Mi abuela dice que hubo tiendas especiales donde se podían comprar todos los tipos de kolbasá, pero solo la gente bien posicionada podía permitirse el lujo de conseguirlo.
En aquella época la gente procuraba conseguir un trabajo dentro de las organizaciones del Partido Comunista. Cuando uno conseguía un buen puesto, se solía decir que “se colocaba más cerca de kolbasá”. Incluso la gente preguntaba a sus amigos: “¿Cuál es tu nuevo trabajo? ¿Estás más cerca de la kolbasá?
Hablando sinceramente, hace tiempo que la kolbasá no despertaba ningún apetito en mí. Esta entrada en el blog fue la única razón por la que decidí comparar un poco de salchichón ruso. Sin embrago, a mi marido le encanta el salami. Pero es probable que cambie de opinión cuando vea que le he hecho bajar unos cuantos escalones en la escala social comprando una kolbasá muy saludable: “dóktorskaia”.
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