Esta historia comienza en el siglo XV, cuando los turcos conquistaron Constantinopla y acabaron con el imperio bizantino. Muchos griegos y cristianos ortodoxos abandonaron la ciudad, entre ellos estaba Tomás Paleólogo, hermano de Constantino XI. Se refugió en Roma y, según se cuenta, antes de partir reunió todos los libros de la librería que habían acumulado los emperadores bizantinos.
La biblioteca contaba con unos 800 volúmenes, entre ellos algunos obras maestras de la literatura grecorromana. Los heredó la hija de Tomás, Sofía Paleólogo, que se fue de Roma a Rusia y se casó con Iván III, el gran príncipe de Moscú. Al parecer fue ella quien llevó la colección a Rusia, que se vino a llamar “la biblioteca de Iván el Terrible (Iván IV)”.
Tesoro del monarca sombrío
El zar, nieto de Sofía y de mala reputación, no solo heredó la biblioteca sino que la amplió con manuscritos y raros ejemplares que mandó que le trajeran de diferentes lugares de Europa. Algunos creen que Iván escondió la colección en Moscú o en otra ciudad de Rusia. La biblioteca desapareció sin dejar rastro tras su muerte en 1584.
"Zar Iván el Terrible" de Víktor Vasnetsov, 1897. Fuente: Galería Tretiakov
Por lo menos así se cuenta la leyenda. Christopher von Dabélov, historiador decimonónico de Derpt (actualmente Tartú, Estonia) declaró haber visto varios volúmenes de la perdida colección. Tal hallazgo sería equivalente a encontrar el Santo Grial del los libreros. El listado que supuestamente vio contaba con los 142 volúmenes de la Historia de Roma, de Tito Livio (actualmente solo se conocen 35), una versión completa de De re publica de Cicerón (de la que solo se conservan algunos fragmentos), un poema perdido de Virgilio...por nombrar algunos de los manuscritos con los que contaba la librería.
¿Es todo una broma?
Hay muchos especialistas que se muestran escépticos acerca de la existencia de la biblioteca. Alexánder Filiushkin, profesor de historia de Rusia en la Universidad Estatal de San Petersburgo, explicó al diario Komsomólskaya Pravda sus dudas.
En primer lugar, es muy probable que para conseguir fondos la familia de Tomás Paleólogo vendiera parte de la biblioteca al abandonar Roma. Además, declara que no todas las fuentes que hablan de ella son fiables. Por ejemplo, Dabélov, que se jactaba de haber encontrado el listado, no enseñó a nadie del documento.Hay cronistas del siglo XVI y XVIII que se refieren a la biblioteca pero siempre parece que hablan como si fuera algo mítico, y hablan sin pruebas concluyentes, considera Filiúshkin.
Búsqueda incansable
Incluso si la biblioteca de Iván el Terrible existiera hay muchas posibilidades de que hubiera sido destruida, creen los especialistas. En Moscú hubo tres grandes incendios en los siglos XVI y XVII (concretamente en los años 1547, 1571 y 1626), que podrían haber reducido a cenizas la biblioteca escondida. Hay otra teoría todavía más rocambolesca que cuenta que los polacos que invadieron Rusia a principios del siglo XVII se quedaron sin comida tras el sitio del Kremlin de Moscú y acabaron comiéndose el cuero que cubría los manuscritos y el resto de destruyó.
En cualquier caso, hay entusiastas que siguen buscando la biblioteca en la capital rusa y mantienen la esperanza de poder encontrar este tesoro literario del zar. También se ha buscado en vano fuera de la capital rusa, concretamente en Vólogda (465 km al norte de Moscú) y en el kremlin de Alexándrov (120 km al noroeste de Moscú) donde el zar Iván vivió entre 1565 y 1584.También hay muchos que creen que la librería se esconde en el Kremlin de Moscú.
Arqueólogos y aventureros han rastreado numerosos lugares a lo largo de los años. Los zares el siglo XIX, e incluso Iósif Stalin, dejaron entrar a científicos en el Kremlin con la esperanza de que encontraran libros bizantinos. Pero fue en vano.
“Si alguien encuentra la biblioteca se haría tan famoso como Yuri Gagarin”, admite Filiushkin. A pesar de que hay pocas opciones de que todavía exista, se ha convertido en un mito popular. El arqueólogo Alexánder Véxler bromeaba en una entrevista: “Claro que la biblioteca de Iván el Terrible existe. ¿Cómo puede no existir si se han escrito ríos de tinta sobre ella a lo largo de tanto tiempo?”.
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