Marineros rusos que formaban la parte de la expedición naval enviada a EE UU en 1863.
Getty ImagesAunque la Guerra Civil en América terminó hace más de 150 años, todavía genera controversia. Recientes acontecimientos en Charlottesville, Virginia, donde los desacuerdos sobre la retirada de un monumento confederado de la guerra provocaron un desorden público que llevó a la violencia y provocó muertes el 13 de agosto, son apenas un ejemplo reciente.
La guerra civil fue indudablemente un hito en la historia de Estados Unidos, y los líderes de Rusia, aunque vivían lejos de las batallas, siguieron de cerca los acontecimientos y jugaron un papel pequeño pero vital que resultó crucial para la victoria del norte.
Desde el comienzo de la guerra, Rusia expresó su apoyo total al gobierno de Abraham Lincoln, afirmando que era la única autoridad legítima en el territorio de Estados Unidos.
“Rusia desea sobre todo el mantenimiento de la Unión Americana como una nación indivisible”, escribió el ministro de Relaciones Exteriores Alexánder Gorchakov en 1862 a Bayard Taylor, secretario de la embajada estadounidense en San Petersburgo.
Entre los países europeos, sólo Suiza apoyó tan fuertemente a la Unión como Rusia. En cuanto a las dos potencias líderes en Europa –Gran Bretaña y Francia– sus dirigentes discutieron la posibilidad de intervención de parte de la Confederación; pero más tarde abandonaron esta idea y se mantuvieron neutrales.
En la mencionada carta a Taylor, Gorchakov aludió que su país había recibido una oferta para unirse a una coalición que probablemente apoyaría a la Confederación, pero la había rechazado enérgicamente.
El papel de Rusia en la guerra civil fue más palpable que simplemente expresar el apoyo diplomático. En septiembre de 1863, una flota rusa de seis buques de guerra se dirigió a la costa este de América del Norte y se quedó allí durante siete meses. Con sede en Nueva York, patrullaron los alrededores. Una cosa similar ocurrió en la costa oeste donde una flota de seis buques de guerra estuvo a su vez basada en San Francisco. Esto ayudó a prevenir ataques de asaltantes sureños en estas importantes ciudades portuarias de la Unión.
Corbeta Vitiaz, fragata Alexánder Nevski, fragata Peresvet, corbeta Variag y fragata Osliabia en Nueva York. Ilustración en el periódico Harpers Weekly, el 17 de octubre del 1863. Fuente: Foto de archivo
Tanto los ciudadanos como el gobierno de la Unión dieron una calurosa bienvenida a la Armada de Rusia, y los testigos describieron que los estadounidenses estaban ansiosos por ver a los marineros y oficiales rusos e invitarlos a banquetes y celebraciones.
“Rusia envió sus flotas a las aguas americanas como expresión de sus simpatías por la causa de la Unión”, escribió el historiador estadounidense James Callahan con entusiasmo en 1908. Más tarde, sin embargo, los historiadores aprendieron que la verdad era más complicada.
Rusia no estaba profundamente preocupada por el conflicto interno en América, aunque el propio Alejandro II era famoso por haber abolido la servidumbre en 1861, apenas dos años antes de que Lincoln aboliera la esclavitud. Como señaló el historiador Nikolái Boljovitínov en un artículo, Rusia tenía razones pragmáticas para apoyar al Norte.
Tripulación de la fragata rusa Osliabia en Alexandria, Virginia, 1863. Fuente: Getty Images
La segunda mitad del siglo XIX fue una época difícil para Rusia en términos de relaciones internacionales. Después de perder la Guerra de Crimea (1853 - 1856) ante la alianza de Gran Bretaña, Francia y el Imperio otomano, Rusia se enfrentó otro desafío unos años más tarde. En 1863, hubo un levantamiento en las regiones de la unión polaco-lituana anteriormente bajo dominación rusa.
Animados por la reciente derrota militar de Rusia, los polacos trataron de recuperar su independencia, y tanto Gran Bretaña como Francia se planteaban una posible intervención en favor del lado polaco. Boljovitínov destaca que trasladar parte de la Armada rusa a América habría ayudado en caso de guerra con las potencias europeas. Si se basaban en puertos neutrales, los buques de guerra rusos podían atacar con mayor facilidad buques británicos y franceses tanto en el Atlántico como en el Pacífico. Pero eso no resultó necesario porque Gran Bretaña y Francia no apoyaron el levantamiento polaco, que fue aplastado por las tropas rusas.
La investigación en los archivos del gobierno ruso demuestra que el punto de vista de Boljovitínov es cierto. Rusia apoyó a EE UU pragmáticamente, no por lealtad a sus ideas. Sin embargo, esto no refuta el hecho de que la cooperación fue crucial para la causa de la Unión.
La Unión podía estar tranquila porque sus aguas costeras estaban seguras, lo que ayudó al Norte a prevalecer en la Guerra Civil. Es fácil imaginar que, sin la Marina rusa, tanto los puertos estratégicos de Nueva York como San Francisco podrían haber sido atacados y gravemente dañados, lo que a su vez hubiese sido un duro golpe para el esfuerzo y la moral de la Unión.
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