Cuando los bolcheviques alcanzaron el poder la libertad era uno de sus lemas, aunque una de sus primeras medidas fue limitar la libertad de expresión y lo hicieron haciendo uso de una fuerte censura. A principios de noviembre de 1917 el gobierno soviético firmó el Decreto sobre la prensa que prohibía publicar cualquier artículo “burgués” que criticase a las autoridades bolcheviques.
Campesinos leyendo un diario en el que aparecen publicados los decretos sobre la tierra y la paz, 1918. Fuente: RIA Novosti
A medida que pasaron los años la censura política se hizo más fuerte y llegó a su punto más alto en la época de Stalin. Tras su muerte hubo un periodo más suave pero la censura se mantuvo hasta que Mijaíl Gorbachov anunció la glasnost (apertura) a finales de los años 80.
Políticos caídos en desgracia
Tal y como explicaba la Gran Enciclopedia Soviética, la censura del Estado socialista “es de diferente naturaleza a la existente en los estados burgueses y su único objetivo consiste en defender los intereses de la clase trabajadora”. Se trata de una afirmación osada, debido a que la élite soviética utilizó la censura para su propio beneficio sangriento, sobre todo durante la época de las grandes purgas de Stalin.
Reunión de la Unión de la Lucha por la Liberación de la Clase Trabajadora en febrero de 1897. Poco después de que se tomara la foto todo el grupo fue arrestado. Fuente: Nadezhda Krúpskaia
“A la eliminación física de los oponentes políticos de Stalin le siguió la destrucción de cualquier tipo de existencia pictórica”, escribe el historiador británico David King en su libro El comisario desaparece. Los retocadores se afanaron en eliminar todas las fotografías e imágenes de líderes caídos en desgracia. Por ejemplo, Nikolái Yezhov, el infame jefe de la NKVD (la policía secreta predecesora del KGB) que organizó la masiva represión política de los años 1936-38, discutió con Satlin y se vio en las manos de la policía secreta en 1940, antes de ser ejecutado. Posteriormente Yezhov desapareció de todas las fotografías en las que aparecía con Stalin.
Lo mismo le ocurrió a otro destacado jefe del NKVD, Lavrenti Beria. Fue uno de los hombres de confianza de Stalin que cayó en desgracia tras la muerte de este en 1953 y también fue ejecutado. A ello le siguió una orden insistente del gobierno para que todas las personas que tuvieran la Gran Enciclopedia Soviética la cambiaran por una nueva versión revisada, en la que no se hacia mención alguna del oficial.
Libros prohibidos
En 1921 el joven gobierno soviético creó Glavlit (el Directorio General para la Protección de Secretos de Estado en la Prensa) que se mantuvo como el principal instrumento de control de la literatura durante años. Los censores de Glavlit eran los encargados de decidir si un libro se podía o no publicar en la URSS.
Muchos ciudadanos no pudieron leer gran cantidad de libros, algunos de ellos considerados clásicos actualmente: El maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov o El doctor Zhivago de Borís Pasternak, por no mencionar las obras de Alexánder Solzhenitsyn en las que se criticaba el régimen soviético. La circulación de libros escritos por autores rusos que había emigrado del estado soviético estaban obviamente prohibidos. El público no tenía acceso a las obras de Iván Bunin o Vladímir Nabókov, por mencionar solamente a dos autores.
Grabadora “Tembr” MAG-59M, 1964 (de fabricación casera). Fuente: Museo Estatal de la Historia Política de Rusia
En cualquier caso, el gobierno soviético fue incapaz de erradicar completamente la literatura que calificaba como “peligrosa”. A lo largo de los años la gente que se oponía a la censura había estado compartiendo copias hechas a mano de literatura prohibida. Esas copias se llamaban samizdat (de publicación propia) y muchos lectores pudieron disfutar de los libros.
Arte moderno
Nikita Jrushchov, que fue líder de la URSS entre 1953 y 1964, era más abierto que Stalin y condenó las políticas represivas de este en un discurso secreto pronunciado en 1956. Según el historiador Leonid Katsva, Jrushchov llegó a pensar en la abolición de la censura para las artes, pero acabó cambiando de opinión.
Una de las causas para ese cambio de postura de Jrushchov fue su encuentro con las obras de arte moderno. Tras ver la exposición “Nueva realidad” realizada por jóvenes artistas, Jrushchov enfureció por la manera poco realista de la pintura y comenzó a gritar: “¡El pueblo soviético no necesita esto! ¡Os declaramos la guerra!”.
Los artistas Avdéi Ter-Oganián y Yuri Paláichev con su “Nuevo desnudo”, Taganrog, 1988. Fuente: Archivo de Avdéi Ter-Oganián
Durante el mandato de Leonid Brézhnev (1964-1982) el Estado continuó reprimiendo a los artistas que trabajasen fuera de la órbita del realismo social. En 1974 el gobierno ordenó la destrucción con excavadoras y cañones de agua de una exposición no oficial de arte moderno en los suburbios de Moscú .
Las radios occidentales
Durante la Guerra Fría Occidente y la URSS trataban de influir en la población de su oponente mediante “puntos de vista alternativos”. En 1946 la BBC comenzó a hacer retransmisiones para los ciudadanos soviéticos. Años después le siguieron canales como Voice of America, Radio Liberty o Deutsche Welle.
No sorprende que al Kremlin no le gustase esta situación así que comenzaron a bloquear las frecuencias de radio de las cadenas extranjeras. Según el radioperiodista lituano Rimantas Pleikis la URSS contaba con el mayor sistema de “anti-radio” del mundo.
Pero este sistema también tenía sus grietas. Aquellos que querían seguir escuchando las voces extranjeras y las opciones alternativas (lo que incluía el jazz y la música rock) encontraban su camino. Finalmente, en 1988 Mijaíl Gorbachov acabó con el bloqueo oficial a las radios extranjeras en 1988.
Cómo burlar la censura: el samizdat
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