Una glamurosa versión del rifle Kaláshnikov, adornado con piedras preciosas. Fuente: Reuters/Vostok Photo
Si se aprueba la solicitud del consorcio, no estará permitida la producción en Rusia de artículos como juguetes o desodorantes, videojuegos o productos de tabaco con la imagen del rifle sin el consentimiento de Kaláshnikov. Además, la importación de este tipo de productos al país también estará prohibida.
“Necesitamos promocionar nuestra marca y nuestro fusil. Queremos proteger su producción”, comenta un representante de la compañía.
El consorcio no descarta la posibilidad de registrar en el futuro la imagen del arma también en el extranjero. En cuanto esté registrada en Rusia, la compañía se propone realizar un seguimiento del uso de la imagen del legendario fusil AK en todo el mundo.
Cabe señalar que ya se han dado casos de defensa de la marca del arma fuera de Rusia. Poco antes de su muerte, el creador del rifle, Mijaíl Kaláshnikov, logró ganar un juicio contra la compañía suiza Vinista, que utilizaba de manera ilegal su nombre en una bebida energética.
Un tribunal de París, donde estaba registrada la compañía que se dedicaba a la distribución de la bebida, dio la razón al diseñador, estableciendo que el nombre de este se había utilizado “con fines comerciales y únicamente para atraer el mayor interés posible por la bebida”. Como resultado, tuvieron que dejar de usar el nombre del diseñador ruso y pagarle una indemnización de 10.000 euros.
En cuanto a la protección de la propiedad intelectual sobre el propio rifle, las cosas son bastante más complicadas. Ya en la época de la URSS se expidieron 24 licencias para su producción a los países del Bloque del Este.
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Según Alexander Zavarzin, consejero de relaciones de comercio exterior del director general del consorcio Kaláshnikov, a pesar de que las licencias soviéticas expiraron hace tiempo, algunas compañías continúan fabricando el AK. En total, el fusil de asalto Kaláshnikov se fabrica en 20 países del mundo.
Desde 2008, los representantes de Rosoboronexport y, después de ellos, el consorcio Kaláshnikov, intentan regularizar una compleja situación: la mitad de los más de 100 millones de fusiles Kaláshnikov que se fabrican en el mundo son falsificaciones. El fabricante valora sus pérdidas en cientos de millones de dólares. Además, Zavarzin insiste en que la compañía también sufre daños de imagen debido a la baja calidad de muchas imitaciones del AK.
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