¿Cómo afectan las sanciones al desarrollo del páis? Fuente: Olga Sokolova
De acuerdo con el último Índice Mundial de Innovación publicado —elaborado conjuntamente por la escuela de administración Johnson Graduate School de la Universidad Cornell, la escuela de negocios INSEAD y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés)—, Rusia se encuentra entre los 50 países más innovadores del planeta y, lo que es más significativo, ha pasado del puesto número 62 al 49 a lo largo del último año.
Desgraciadamente, la misma semana en que Rusia mejoró su posición en el Índice Mundial de Innovación de 2014, entró en vigor un nuevo paquete de sanciones internacionales contra el país eslavo que ha generando un halo de incertidumbre alrededor del futuro de la innovación en la economía rusa. Este hecho plantea una duda con respecto al desarrollo de la innovación en Rusia: ¿En qué medida afectarán a la innovación rusa las sanciones y el riesgo de aislamiento a nivel global?
Para responder a esta pregunta conviene revisar otras tablas comparativas de la capacidad innovativa de varios países entre los que se incluye Rusia. Por ejemplo, la última encuesta sobre innovación de Bloomberg sitúa a Rusia en el puesto 18 de la clasificación mundial. Lo que interesa de este tipo de clasificaciones es examinar los criterios de medida para conocer la calificación específica obtenida por el país en determinados campos.
Descifrando la clasificación del Índice Mundial de Innovación
El Índice Mundial de Innovación constituye, de hecho, un estudio exhaustivo que tiene en cuenta 81 criterios de medida diferentes que conducen a una visión integral y multifacética del asunto en cuestión.
Si se tiene en cuenta que Rusia ocupa el puesto número 40 en términos de renta per cápita, se podría decir que el país no ha llegado al límite de su capacidad innovativa. En comparación, Chile y Malasia (que en términos de renta ocupan las posiciones 46 y 33 respectivamente), se encuentran en mejor posición. Para ser el país que lanzó el primer satélite espacial, seguramente Rusia puede hacerlo mucho mejor.
No obstante, el país eslavo ocupa el 2º puesto entre los BRICS: por detrás de China (puesto 29), pero muy por delante de Sudáfrica (en el puesto 53), Brasil (en el 61) o la India (en el 76). En general, en el gráfico que relaciona la innovación y la renta Rusia no constituye ninguna excepción: ocupa el puesto 49 en términos de innovación y el 40 en términos de renta.
Tanto dentro como fuera del país, parece haber un significativo grado de consenso sobre los factores que podrían ayudar a Rusia a mejorar su potencial innovativo.
Rusia cuenta con uno de los mayores índices de matriculación en estudios superiores del mundo (n.º 15 en la clasificación mundial), con una elevada proporción de estudiantes que se decantan por estudios de ciencias e ingeniería (n.º 14) y con grandes equipos de investigación (n.º 17 en términos de empleo de alta cualificación), lo que genera un importante número de patentes y solicitudes de modelos de utilidad nacionales (n.º 7 y n.º 8 respectivamente en relación con el PIB per cápita).
Sin embargo, los resultados de Rusia son más débiles en lo que se refiere a la experiencia de mercado (n.º 111 mundial, especialmente en lo tocante al ‘crédito’) y a los vínculos en el campo de la innovación (n.º 126), un indicador que se refiere sobre todo a la ‘colaboración entre universidad y empresa en el campo de la investigación’ y al ‘desarrollo de agrupaciones’.
Desde el punto de vista tecnológico, Rusia va a la zaga como fuente de ‘resultados creativos’ (n.º 72), un índice que se calcula a partir de características tales como la existencia de ‘activos intangibles’ (n.º 114) y de ‘bienes y servicios creativos’ (n.º 70). Al mismo tiempo, muestra unos resultados positivos en cuanto a ‘creatividad en la red’ (n.º 38).
Próximos pasos para el avance del sector de la innovación en Rusia
Recientemente, está ganando popularidad en el país la opinión de que cualquier sanción que limite la presencia en el mercado ruso de las grandes multinacionales disminuye, a su vez, el grado de competencia, lo que podría llegar a ser beneficioso para el desarrollo de la capacidad innovativa dentro del país eslavo.
Estas sanciones podrían servir de estímulo al desarrollo de una tecnología nacional ‘suplente’, lo que provocaría un cambio en el flujo de capitales a medida que los inversores empezaran a inyectar su dinero en las empresas locales.
Esta idea se apoya con frecuencia en la afirmación de que el Estado —probablemente a través de las empresas estatales— será quien se encargue de constituir un mercado que fomente el desarrollo de la innovación y la tecnología. La opinión generalizada es que solo el sector estatal es lo suficientemente grande como para evitar la aparición de problemas no deseados. La idea de que la competencia comercial conduce al ‘derroche’ parece estar fuertemente arraigada en este país. ¿Para qué gastar recursos en el desarrollo paralelo de un mismo producto?
En el contexto actual, donde la resolución de los problemas derivados de la política económica adquiere especial importancia, las autoridades rusas deberían evitar la tentación de considerar el debilitamiento de la competencia como una bendición y al Estado como un eficaz sustituto del mercado. No hay duda de que un enfoque semejante no mejorará la posición de Rusia en los índices de innovación.
Y lo que es más importante, la capacidad de innovación del mundo real también podría verse afectada. Tarde o temprano siempre llega el momento de abandonar el paraguas proteccionista y salir al mercado, un paso que puede resultar muy decepcionante para una nutrida empresa que no ha tenido la oportunidad de comprobar la verdadera capacidad de atracción de sus innovaciones en un marco de competencia global.
A pesar de la difícil situación en la que se han visto sumergidas las empresas rusas, el Estado no debería adoptar el papel de megacomprador o megacontratista. En lugar de eso, se debería centrar en la creación de unos mercados de competencia efectiva.
A nivel nacional, haría falta estimular la eficacia económica general de las operaciones comerciales. La innovación florece cuando se convierte en una parte de la actividad cotidiana, en lugar de una corriente aislada de actividad.
Queda por ver si la presión económica externa servirá de herramienta para lograr este objetivo. Teniendo en cuenta la facilidad competitiva prevista para el mercado interno, debería hacerse todo lo posible para que los innovadores rusos empiecen a pensar a lo grande en lo que exportaciones se refiere. Puede que necesiten algo de apoyo macroeconómico, pero nunca a expensas de los riesgos y los desafíos del mercado. Las economías innovadoras se forman por medio de la competencia obstinada en entornos hostiles.
Artículo publicado originalmente en Russia Direct.
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