Tigrán Ayrapetián conoce la historia que esconden casi todas las piedras de San Petersburgo, disfruta hojeando los mercadillos de su ciudad y del extranjero en busca de todo tipo de curiosidades. Habla ruso maravillosamente y puede tocar Chaikovski en el piano.
También es propietario de una pequeña cadena de hoteles y hostales en el centro histórico de la capital cultural de Rusia, donde intenta transmitir a los huéspedes su amor por sus épocas históricas favoritas.
Ayrapetián fundó hace siete años con un amigo el grupo Epoch Hostels, que tiene un nombre que le va pintiparado. Se trata de una cadena de cuatro hoteles y hostales dedicados a diferentes épocas culturales de la historia.
“El concepto principal proviene de la idea de viajar en el tiempo... o, mejor dicho, de los experimentos que se han hecho sobre los viajes en el tiempo. Diferentes épocas históricas influyen en el mundo en el que vivimos. Algunas más, otros menos”, dice Tigrán. “Cuando comenzamos esta aventura nos encantaban (y así sigue siendo) los años 60 y 70, la época de los sueños de la posguerra, un mundo totalmente nuevo que surgió de la generación nacida entre 1940 y 1947”.
La época de los Beatles, Pink Floyd, Bob Dylan y otros grandes grupos, no solo tenía que ver con la música, el diseño o el arte. Tigrán, un gran aficionado a la música, está convencido de que esa época simboliza un tiempo en el que los sueños se hacían realidad. Su admiración por ese período le llevó a crear algo así como un monumento a esas grandes ideas y a esa gente. Le dio forma de albergue; capaz de transmitir esas nociones y vibraciones a los viajeros.
“Los mochileros a veces se ven y se comportan como esta gente de los 60. ¡Funcionó!”, señala Tigrán. Cada detalle del interior- paredes con patrones surrealistas, objetos de arte pop, vinilos, portadas de álbumes, sillas tulip, vehículos hippies de Volkswagen, pieles artificiales, carteles de conciertos antiguos- hace referencia a los años 60. Incluso tienen planes de construir en el hostal Baby Lemonade, una pequeña versión de la emblemática central eléctrica de Battersea en Londres.
Después del éxito de su primer hostal, Baby Lemonade, Tigrán y su pareja decidieron centrar la mirada en su ciudad natal.
“Estudiamos de manera más profunda la historia y el legado cultural de San Petersburgo y nos dimos cuenta de que este lugar es realmente genial. Está muy subestimado y olvidado, en comparación con lo que era antes de la Revolución de 1917 y después de casi 70 años de comunismo, durante los cuales la ciudad estuvo a punto de perder su propósito original”.
Para ellos fue muy sencillo decidir que su nuevo proyecto, el Hotel Offenbacher, fuera una especie de homenaje a esta maravillosa ciudad.
“Teletransportamos a nuestros huéspedes a 1911, la época conocida como la Edad de Plata de la cultura rusa, seis años antes de la Revolución de 1917 y tres del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Fue el punto más alto de esa civilización europea, que luego se disolvió en el barro y los campos de batalla de la guerra. No solo ocurrió en Rusia sino en toda Europa”, explica Tigrán.
Quienes se alojan en el Offenbacher, encuentran habitaciones temáticas dedicadas a grandes figuras de la Edad de Plata como Isadora Duncan, Stravinski, Diághilev, entre otros.
“Si cierras los ojos y te imaginas el comienzo del siglo XX, estoy seguro de que vas a ver fotos en blanco y negro”, dice Tigrán. “Es una época de fotografías en blanco y negro y de cine antiguo. Visualmente estás en un mundo monocromo. Por ello el hotel debía ser de un solo color (gris), con pequeñas porciones de colores brillantes y muchas fotografías antiguas, junto con los inventos de aquel período: gramófonos, cámaras antiguas, paredes en art nouveau, carteles publicitarios y el propio piano Offenbacher”.
La última incorporación a Epoch Hotels se llama Metrópolis, un hotel pequeño al comienzo de la avenida Nevski, a solo dos minutos a pie de la plaza del Palacio. Al igual que sus hermanos mayores, Metrópolis también tiene una historia que contar, pero está más cerca de la fantasía que de los hechos históricos.
“Metrópolis es la historia de una legendaria ciudad misteriosa, descubierta por unos científicos desconocidos. Se encuentra en un antiguo apartamento comunitario reformado. Imagínate, un apartamento comunitario en las peores condiciones posibles, justo enfrente de la plaza del Palacio. ¡San Petersburgo es el único lugar donde puedes encontrar algo así”, exclama Tigrán.
Después de sacudirse de encima los años de abandono de la era soviética, descubrieron, debajo de un siglo de suciedad, polvo y pintura, un mundo totalmente diferente. Puertas y alféizares, molduras de techo y chimeneas... Se enamoraron completamente. Fue como descubrir una antigua civilización que había estado enterrada durante muchos años. Renovarlo y darle una nueva vida fue una aventura emocionante.
Cuando se le pregunta adónde iría si se inventara una máquina de tiempo real, Tigrán responde:
“Me transportaría al San Petersburgo de principios del siglo XX. Pero antes de eso tenemos que terminar todos los proyectos aquí, hacerlos más interactivos para los invitados y luego, ¿quién sabe? La época de la República de Weimar, los locos años 20, llenos de esperanzas y expectativas... Seguro que nos iríamos allí”.
Aquí te contamos, de manera divertida, por qué merece la pena ir a San Petersburgo.
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