Cada primavera, jóvenes rabinos y estudiantes de la yeshiva viajan a diferentes pueblos y ciudades rusas que carecen de rabinos. Su tarea es llevar a cabo el Séder, una comida ritual con la que se celebra la Pascua hebrea (Pésaj), la fiesta que conmemora el éxodo de Egipto. El Séder tiene lugar dos veces, la primera y la segunda noche de Pésaj.
Miembros de la comunidad judía durante la comida ritual Séder de Pésaj.
Konstantín Chalábov/SputnikSí, no es posible encontrar rabinos en todas las ciudades. Esa es una peculiaridad de la comunidad judía de Rusia.
“En Nueva York hay una comunidad judía ortodoxa muy amplia. Por otro lado, hay poca gente que va a la sinagoga, pero no son ortodoxos. En Rusia, es al revés”, explica Boruj Gorin, jefe de relaciones públicas de la Federación de Comunidades Judías de Rusia.
“La mayoría de los judíos de Rusia se alejaron de las tradiciones judías, y esta tendencia también es reconocible en otros países poscomunistas como Hungría o Polonia. Sin embargo, es poco común en Europa, donde una comunidad judía tiene que ser ortodoxa o de lo contrario se asimila y muere”, explica Gorin, que añade que el 90% de los miembros de las comunidades judías rusas son personas no religiosas, que a menudo viven en matrimonios mixtos.
El rabino Boruj Gorin en la inauguración de la sinagoga en Malájovka, cerca de Moscú.
Marina Lístseva/SputnikAdemás, en las ciudades rusas no hay “barrios judíos”. En cambio, en casi todos los pueblos y ciudades hay una pequeña comunidad judía de unas 1.000 personas, a menudo sin sinagoga. La razón está en la peculiar historia de los judíos en Rusia.
Después de la Revolución, la Iglesia ortodoxa, que había sido prohibida, dejó de promover el antisemitismo. Pero existía un antisemitismo “económico”: la gente veía a muchos judíos en la élite soviética y pensaba que se quedaban con los mejores trabajos. Esta era la razón más común de las actitudes antisemitas soviéticas, explica Boruj Gorin.
El rabino Yehuda Leib Levin revisa una matzá de producción industrial, Moscú, 1968.
Lev Ivanov/SputnikMuchas personas incluso trataron de ocultar sus raíces judías, lo que, una vez más, impidió la formación de una comunidad. El judaísmo no era bienvenido porque era una religión. En el nuevo orden no había lugar para las yeshivas, que estaban prohibidas. Como resultado, los judíos soviéticos no podían enseñar ni aprender hebreo de manera sistemática. Incluso el tradicional pan ácimo (matzá), esencial para celebrar la Pascua, se vendía de manera clandestina en la época soviética. Como era de esperar, esto mantuvo unidos a los judíos en tiempos de represión.
“Creo que si no hubiera habido antisemitismo en la URSS, entonces no habría habido judíos. No nos sentiríamos diferentes”, dice Anna Russ, una poeta de Kazán. Boruj Gorin está de acuerdo: “El antisemitismo impidió que los judíos no ortodoxos se asimilaran durante la época soviética. Estaban unidos por problemas en el trabajo y la educación. Además, mucha gente se sintió judía como una señal de solidaridad con los que perecieron en las décadas de 1930 y 1940, la llamada ‘religión del Holocausto’”.
“Mi tatarabuela pereció en Kiev durante la guerra, y no en Babi Yar [un barranco en Kievque fue escenario de masacres de las fuerzas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial]. Fueron sus amables vecinos quienes la tiraron por las escaleras”, explica Irina, una moscovita judía de mediana edad. “¿Cómo puedes olvidar que eres judío si sabes algo así?”
“El antisemitismo está en auge en algunos países europeos”, dice Gorin. “Sorprendentemente Rusia es más seguro para los judíos que cualquier otro lugar. En las grandes ciudades, los jóvenes se asimilan ellos mismos, no por las dificultades. Simplemente no se sienten judíos, hasta que se les recuerda de una manera positiva (como los viajes a Israel) o negativa”.
Judíos en la URSS. Baile de boda ceremonial.
Dmitri Donskói/SputnikDurante la década de 1970, más de 100.000 judíos soviéticos emigraron a Israel. Después de 1989, esa cifra llegó hasta el millón. Al mismo tiempo, organizaciones como la Agencia Judía para Israel (HaSochnut Ayeudit) o Hillel International comenzaron a promover la cultura judía en Rusia.
“El judaísmo se introdujo en nuestras vidas junto con HaSochnut y Hillel, a principios de la década de 1990”, recuerda Russ. “Habad empezó a enviarnos rabinos. Aprendí cosas sobre el Holocausto por primera vez cuando tenía 13 años, en un campo de HaSochnut”.
Gorin explica que en la década de 1990 la mayoría de los judíos menores de 40 años decidieron quedarse en Rusia. Quienes emigraron fueron los parientes mayores. “Fue un tiempo de grandes oportunidades, los jóvenes lo entendieron y se quedaron. El núcleo de la comunidad judía contemporánea son personas que eran adolescentes cuando cayó la URSS. Usaron sus oportunidades al máximo”.
Pero el objetivo de Hillel y HaSochnut Ayeudit no era la emigración, dice Irina. “Debemos mantener nuestra vida judía aquí”, enfatiza. “Incluso si una persona no va a la sinagoga todos los días, tiene sus lazos con el pasado”.
Judíos leen la Torá durante la celebración de Pésah en la sinagoga coral de Moscú, 2018.
Mijaíl Teréshchenko/TASSAnna dice que tenía miedo de emigrar a causa del idioma: “Pensaba que en una cultura extranjera perdería todo. Ni siquiera pensé en el programa de Naale. Ahora estoy tratando de convencer a mi hija para que lo intente. Creo que no se puede ser judío y no tratar el judaísmo con el máximo respeto posible”.
Las poblaciones judías de Europa sufrieron persecuciones a lo largo de la Edad Media a manos de los príncipes locales, incluidos los rusos. Desde el reinado de Cazimir III el Grande (1310 - 1370) los judíos se establecieron principalmente en Polonia. Fueron a vivir al territorio de Rusia durante el reinado de Catalina la Grande, cuando partes de Polonia (tierras que actualmente pertenecen a Bielorrusia, Ucrania y Lituania) se incorporaron al Imperio ruso.
En Rusia los judíos pagaban el doble de impuestos y tenían los derechos civiles limitados. Sin embargo, estas leyes no les impidieron que se asimilaran con la población. Los judíos rusos no organizaron ni mantuvieron comunidades locales, porque temían el antisemitismo que promovía la Iglesia ortodoxa rusa. A finales del siglo XIX, había más de cinco millones de judíos rusos que principalmente trabajaban como comerciantes o artesanos. Debido al creciente antisemitismo, los judíos comenzaron a emigrar de Rusia, sobre todo a EE UU. Muchos miembros del Gobierno Provisional y luego del gobierno soviético eran de etnia judía.
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