Es un hecho poco conocido que durante su infancia Vladímir Putin tenía aversión a la música tradicional rusa. A su padre le encantaba el acordeón e hizo que el joven Vladímir le tocara algunas de sus piezas favoritas. Tal vez por eso el futuro presidente se dedicó al deporte en vez de a la música. Anatoli Rajlin, entrenador de judo de Vladímir, reveló más tarde cómo había visitado una vez la casa del futuro presidente para convencer a sus padres de que su hijo era muy bueno en este deporte y para asegurarles que el judo no era peligroso.
Vladímir Putin comenzó sus clases a los 11 años. “Cuando empezó a entrenar no tenía ningún talento y no destacaba. Pero con el tiempo mostró resultados impresionantes. Vladímir era como una pantera en la colchoneta y luchaba hasta el último segundo”, recuerda Rajlin. Los movimientos característicos de Putin eran lanzar al oponente por encima de la espalda o lanzarlo tras agarrarlo de las dos manos.
A los 21 años Putin se convirtió en el campeón de judo de Leningrado y recibió el rango de maestro. En 1999 salió el libro Aprendiendo judo con Vladímir Putin, y también apareció en unos tutoriales sobre los fundamentos de este deporte.
Además del judo, Putin destaca en otras artes marciales, incluido el kárate. En la escuela de kárate de Kyokushinkai, Vladímir Putin tiene el octavo dan (rango).
Se trata de otro de los deportes favoritos de Vladímir Putin. Su entrenador personal es Leonid Tiagachiov, expresidente del Comité Olímpico Ruso y famoso esquiador.
“Vladímir Putin no siguió el curso de formación habitual. Al principio repetía los mismos errores, pero en dos años mejoramos su técnica. Ahora es sólido y siempre desciende a gran velocidad”, dice Tiagachiov. “Entrenábamos por la noche, en clases con iluminación eléctrica”, añade. “Solíamos empezar a medianoche y terminábamos a la una o las dos de la madrugada. Todavía entrenamos frecuentemente por la noche”.
Los entrenadores dicen que la técnica de Putin es mucho mejor que la del aficionado medio, pero sigue cometiendo algunos pequeños errores. Aunque estos no acaban con el placer de bajar una pista.
A diferencia del judo, el hockey es uno de los pasatiempos deportivos que Putin ha empezado a practicar más recientemente. En enero de 2011, durante la XXV Universiada de Invierno de Turquía, Putin prometió a un grupo de jóvenes atletas que aprendería a patinar. “Pensé que era imposible”, dijo el presidente. “Intenté aprender una vez, cuando practicaba artes marciales”.
Alexéi Kasatónov, jugador ruso de hockey y varias veces campeón del mundo, se convirtió en el entrenador de Putin. Practicaban por la noche, como el esquí. “Hablé con un niño de 12 años, que había pasado nueve años practicando. Yo solo estuve practicando dos meses. ¡Aprendí a patinar sosteniendo una silla! No había patinado antes, ni tan siquiera sabía ponerme de pie sobre sobre los patines”, confesó Putin.
En abril de 2011 Putin ya había aprendido a patinar y a jugar al hockey, e incluso había marcado algunos goles. Además, se convirtió en un patrocinador de la Liga Nocturna Rusa de Hockey, donde juegan políticos y empresarios rusos que, además, recaudan fondos para obras de caridad.
La participación de Putin motivó que otras importantes figuras públicas se dedicaran al hockey. Aunque, como dice el empresario Oleg Smirnov, miembro de esta liga, los otros jugadores tratan a Vladímir Putin con cautela: “Es nuestro presidente y el hockey es un deporte de contacto. Así que tenemos que tener cuidado para no lesionarlo”, dijo Smirnov.
El primer vehículo de Putin fue uno difícil de manejar y nombre impronunciable: Zaporózhets. Sus padres lo ganaron en la lotería. Como presidente, Vladímir Putin pasó a darse paseos más sustanciales, a menudo con un aire patriótico.
En 2006 Putin le dio una vuelta a George Bush Jr. en un clásico soviético GAZ-21 de 1956. En Sochi llevó al jefe del Comité Olímpico en una Niva, perfectamente adecuado para terrenos montañosos. Ambos vehículos pertenecen al propio Putin.
En 2010 condujo un Lada Kalina nuevo en un viaje de 2.000 km durante cuatro días a través del Lejano Oriente ruso, desde Jabárovsk hasta Chitá. Cuando un periodista que lo acompañaba le preguntó si estaba teniendo dificultades para conducir y hablar al mismo tiempo, la respuesta de Putin fue algo sorprendente: “Me lo estoy tomando con calma, quizás por primera vez en una década”. Nunca antes habían defendido así a este Lada, blanco de los chistes de automovilistas de todo el mundo.
Sin embargo, la mayoría de las veces Putin viaja en el asiento trasero de su limusina presidencial, aunque nunca pierde la oportunidad de ponerse al volante. Durante una reunión en Sochi en 2018 el presidente llevó al líder egipcio Abdel Fattah el-Sisi a dar una vuelta en este vehículo blindado de primera clase.
También le gusta la conducción deportiva. En 2010 se subió a un coche de Fórmula 1 y aceleró hasta los 240 km/h.
En raras ocasiones Putin practica buceo durante sus vacaciones. En 2011 se sumergió en el fondo de la bahía de Tamán para ver la llamada “Atlántida rusa”, la parte sumergida de la antigua ciudad griega de Fanagoria en la península de Tamán. Afirmó que se trataba de su segunda inmersión.
Posteriormente, en 2011, Vladímir Putin y Dmitri Medvédev fueron a la región de Astracán, en el sur de Rusia, donde se sumergieron y tomaron fotos bajo las aguas del Volga. En agosto de 2017 el presidente se tomó unas breves vacaciones de dos días en Tuvá, donde practicó la pesca submarina.
En Tuvá a Putin también le gusta practicar senderismo. Esta región es el lugar de nacimiento de Serguéi Shoigú, ministro de Defensa. Acompañado por este y del director del FSB, Alexánder Bórtnikov, Vladímir Putin pasó aquí unos días de descanso en agosto de 2018.
Los tres políticos caminaron por las colinas de la Reserva Natural de Sayano-Shúshenski. “Navegamos por el Yeniséi en una lancha a motor y caminamos. Subimos montañas, algunos lugares por nuestra cuenta, otros en helicóptero, pero en las montañas siempre caminamos a pie. Vladímir Putin cubre largas distancias con facilidad”, dijo Guennadi Kiseliov, director de la Reserva Sayano-Shúshenski.
Al parecer a Putin le encanta visitar Tuvá. Ha estado allí varias veces, y en 2008 fue fotografiado en una caminata y nadando en el río.
El emperador Alejandro III comentó en una ocasión: “Europa puede esperar mientras pesca el zar ruso”. Vladímir Putin también va a pescar en su (escaso) tiempo libre (y la verdad es que no se sabe si Europa espera en esos momentos). “Me encanta pescar, y siempre me alegra tener la oportunidad de sentarme con una caña. A veces hasta me ayuda a ello mi trabajo. ¿Cómo podría haber ido a pescar a EE UU con dos presidentes?”, dijo Putin.
Tuvá es también uno de los lugares de pesca favoritos de Putin. En 2013 se hizo con un lucio de 21 kg. Era tan grande que al presidente, que está en buena forma física, le llevó tres minutos sacarlo del agua. En agosto de 2017 tuvo una sesión de pesca especialmente entretenida. Estuvo pescando lucios durante dos horas seguidas. “Son tan astutos y cuidadosos que se sumergen rápidamente en el barro del fondo”, dijo Putin sobre los lucios locales antes de cambiar a la pesca con caña de perca. En su opinión, Rusia es el mejor lugar del mundo para pescar. “Francamente, tengo que decir que para mí la mejor pesca del mundo se realiza en la región de Múrmansk y en el delta del Volga, en la región de Astracán”, explicó Putin.
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