Hace diez años Josu era un gimnasta profesional en Barcelona, representaba a España en competiciones internacionales y trabajaba como acróbata en el Cirque du Soleil. En su equipo había muchos rusos y gracias a ellos conoció la cultura del país eslavo, que le llamó mucho la atención. Cuando al final decidió dar un cambio radical a su vida, no se lo pensó dos veces: se mudó a Rusia, donde abrió su propia escuela de español. Aquí nos cuenta los detalles.
Después de retirarme del mundo deportivo, decidí formarme como profesor de español para extranjeros y me matriculé en el programa de máster. Desde entonces tenía una gran pasión por enseñar idiomas. Por desgracia, en España era difícil hacerlo realidad.
Uno de mis países favoritos siempre ha sido Rusia. ¿Por qué? Inicialmente, por el deporte, porque los rusos, como también los chinos, son los mejores en mi especialidad, en cama elástica, por lo que siempre tuve mucho interés por Rusia. Además, es un país muy diferente y todo lo que es diferente para mi es interesante. Rusia siempre ha sido una gran potencia, uno de los países que han cambiado el rumbo de la historia, sobre todo en la época de la Unión Soviética. Eso fue lo que me hizo empezar a interesarme por la cultura y la historia rusas y me gustó mucho lo que descubrí.
Decidí dar el gran paso de trasladarme a Rusia, Moscú, para enseñar español y sigo este camino desde hace casi 6 años. Pensándolo ahora, fue una decisión un poco arriesgada, pero no me arrepiento.
Antes pensaba que los rusos eran personas muy serias, poco amistosas, y a veces incluso un poco desagradables, ariscas. Una cosa que me sorprendió nada más salir del aeropuerto fue la forma de andar y comportarse de los rusos, aunque suene absurdo, al principio tenía la impresión de que todos los hombres andaban como militares.
La distancia, la barrera emocional que hay entre desconocidos resultó ser chocante para mí: siempre hablan de usted y casi nunca recibes una sonrisa.
A veces incluso me parecía que una persona estaba siendo grosera conmigo por el tono en que me hablaba, pero después continuaba la conversación y me daba cuenta de que no era así. Aquí me he dado cuenta de que mi primera impresión solo se da con los desconocidos. Una vez que entras en su círculo de amistades, son personas amables, hospitalarias, y, en la mayoría de los casos, están dispuestos a ayudarte con tus problemas.
La primera y, creo, la única dificultad que tuve fue con el idioma. Nadie te entiende y muchas personas generalmente no tienen paciencia para escuchar a un extranjero.
Yo aprendí ruso de forma autodidacta. El ruso es un idioma muy difícil y un gran reto para todos los hispanohablantes. Una de las cosas que me gusta de aprender idiomas es que, como en el deporte, es una habilidad en la que cuantas más horas prácticas, mejor nivel puedes alcanzar. Cuando estudiaba ruso compré libros adaptados de Anna Karénina, Tarás Bulba, Un héroe de nuestro tiempo. Aunque estoy seguro de que los originales son mucho mejores, debo decir que estas historias me gustaron mucho. Planeo leer los libros originales en ruso cuando tenga tiempo.
También recuerdo que al principio me parecía una misión imposible hablar con la gente, ellos no me entendían a mí, ni yo a ellos. Era muy frustrante. Por suerte, ahora después de 6 años, ya no tengo problemas con el idioma y esa barrera ya no existe. De hecho, en Vladikavkaz me preguntaron si era ruso.
He viajado por Rusia, he estado en Tula, Yaroslavl, Volgogrado, Vladikavkaz. También he estado en San Petersburgo y, en realidad, tanto a mí como a mis familiares nos gustó mucho más que la capital. Creo que Moscú me recuerda más a Madrid y San Petersburgo a Barcelona. Madrid y Moscú son capitales pero Barcelona y San Petersburgo son las ciudades, quizás, más creativas. Aunque Moscú también me atrae con todos sus lugares pintorescos como, por ejemplo, el parque Gorki, Tsarítsino, Kolómenskoie o mi parque favorito junto al monasterio de Novodévichi. Desde aquí se disfruta de una vista magnífica de Moscow-City. Pero la verdad es que este lugar es más bonito por la noche, cuando el monasterio iluminado se refleja en el estanque.
Me sorprendió la magnitud de Moscú. Aquí todo es grande: los edificios, las calles, y, lógicamente, las distancias. En España, si tu casa está a más de una hora en transporte público de tu trabajo, enseguida consideras mudarte a un piso más cercano. Pero aquí, para una parte de la gente es algo normal pasar más de dos horas cada día en tren para ir al trabajo.
A veces tengo la sensación de que en España la vida es más previsible, quizás todo está más organizado en cuanto a las leyes... Y en Rusia a veces me da impresión de que esto es un caos, y cualquier cosa puede pasarte, y especialmente en la calle, cualquier imprevisto, cualquier aventura, y más siendo un extranjero.
He conocido a muchos rusos que dicen que la comida de España es mucho mejor, pero siendo sincero yo no noto la diferencia, quizás no soy muy exigente en este aspecto. Me gusta la comida rusa y no he notado que los productos aquí sean de peor calidad. Aquí me he aficionado a comer caviar rojo. Es un caviar relativamente barato comparado con el negro, y en España me parece que es más difícil de encontrar y más caro. Me encanta hacerme una tostada con mantequilla y caviar rojo. Es uno de mis platos favoritos.
Es un hecho que los rusos cenan mucho más temprano los españoles. Pero en este caso me adapto fácilmente. Pero lo que resulta realmente raro es que aquí muchas chicas rusas no cenan. Pueden decir: “No como nada después de la seis de la tarde porque estoy a dieta”.
No diría que mis costumbres han cambiado mucho. Sigo teniendo las mismas costumbres de siempre, pero ahora, cuando voy a España, me parece un poco antihigiénico cuando no se quitan los zapatos al entrar en casa. Ahora, desde que vivo en Rusia, siempre me los quito.
Uno de los motivos por los que decidí asentarme aquí y no volver a España fue la fundación del proyecto Tuespanol.ru, donde enseñamos la lengua española en Moscú a alumnos de todos los niveles. Primero, cuando llegué a Moscú estuve dando clases particulares para mis conocidos y después fui cogiendo más experiencia, trabajé para otras escuelas hasta que al final decidí abrir la mía propia.
Creo que es el mejor trabajo que he tenido en mi vida. Conozco mucha gente de todos los niveles, desde trabajadores rusos normales hasta oligarcas y millonarios, y es una experiencia que no habría podido tener en la vida de otra forma. Creo que me quedaré en Rusia una temporada muy larga. Además de centrarme en mi carrera, quiero formar una familia y vivir la vida como un ruso más.
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