En los últimos años ha habido numerosas renovaciones en la capital rusa y poco a van apareciendo nuevos complejos arquitectónicos, que en ocasiones sustituyen a los antiguos emplazamientos que se consideran obsoletos. Estas obras suelen ir acompañadas de delicados trabajos de conservación del patrimonio, como en el distrito de Marina Rocha, en el norte de la ciudad, donde un edificio del siglo XIX fue trasladado recientemente más de 100 metros para evitar su demolición, informa la web Jraniteli nasledia.
Construida en 1898-1899, se trata de una torre de agua, que una vez formó parte de la fábrica de compresores mecánicos Borets, cerrada en 2008. Hecha de ladrillo rojo y representativa de un período que ya ha terminado, este edificio, a pesar de sus 1.600 toneladas, fue trasladado para permitir la construcción de edificios residenciales y un parque tecnológico.
La operación se llevó a cabo con la mayor lentitud posible para evitar cualquier riesgo. En las primeras cuatro horas, por ejemplo, la vieja torre de agua sólo se movió dos metros.
Otros dos antiguos edificios de la fábrica correrán el mismo destino, pero serán “desmontados” para ser reensamblados más lejos. Los tres serán renovados para ser integrados en el nuevo distrito como oficinas y espacios culturales y de museo.
Hay que señalar que la última vez que se trasladó un edificio entero en Moscú fue en 1979, cuando en la calle Tverskaia, el eje principal de la capital rusa, la Casa Sintina, una joya del art-nouveau, fue trasladada 47 metros.
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