“La mayoría de las lápidas rusas tienen un retrato del difunto. Es algo llamativo”, me dijo recientemente Erwann Pensec, un editor de Russia Beyond nacido en Bretaña que vive en Rusia. “Además, cuando llegué al cementerio de Vvedenskáoie, en Moscú, me sorprendió inmediatamente su caótica disposición”.
“Si ves el cementerio de Pere Lachaise en París (o cualquier cementerio de Francia) desde el cielo, puedes ver filas paralelas y perpendiculares lisas, y Vvedenskóie parece más bien un laberinto. Por ello, es muy difícil de recorrer y es fácil perderse tratando de encontrar cómo llegar a donde uno quiere”. Pero estas no son las únicas cosas por las que los cementerios rusos son peculiares.
Al igual que en EE UU, donde los cementerios están controlados y mantenidos por el Sistema Nacional de Cementerios de EE UU, en la Federación Rusa los cementerios son propiedad del Estado. Se clasifican formalmente como terrenos de finalidad histórica y cultural y se consideran territorios especialmente protegidos. Está permitido utilizar estos terrenos estrictamente de acuerdo con su finalidad.
Dicho esto, sigue habiendo tradiciones y costumbres intrínsecas a los cementerios rusos. Las tierras rusas albergaron diferentes tradiciones funerarias, una de las más persistentes e influyentes, obviamente es la tradición ortodoxa rusa. Sin embargo, no nos referimos al entierro en sí, sino de las cosas que distinguen a los cementerios rusos de los de otras culturas.
Cercas
El signo más evidente de un cementerio ruso son las vallas que rodean cada parcela con una tumba, aunque sea pequeña.
Estas vallas aparecieron en los cementerios rusos en la segunda mitad del siglo XX por una triste y sencilla razón: el déficit de terreno. Con el crecimiento de la población, los terrenos de los cementerios eran cada vez más caros. A ello se suma el hecho de que la gente prefiere ser enterrada cerca de las tumbas de sus familiares.
Las vallas dividían de forma natural las diferentes parcelas del cementerio. Ya en el siglo XX, se desarrollaron ciertas tradiciones en relación con estas vallas. Un internauta ruso escribe: “la valla es lo que protege este mundo del otro mundo. Una especie de frontera entre la vida y el más allá”. Se cree que es necesario cerrar la puerta de la valla cuando se abandona la tumba, “para que el difunto no camine”, o bien, “el espíritu del difunto no moleste a los vivos”.
Sin embargo, las vallas entre las tumbas son comunes ahora, incluso en lugares donde hay bastante terreno: pueblos pequeños y remotos donde la población es baja y los cementerios son pequeños. Parece que se ha convertido en una tradición en sí misma. "Es como si la gente siguiera sintiendo la necesidad y el deseo de disponer de un espacio íntimo y privado para ellos mismos cuando dejan este mundo", dice Erwann.
Bancos conmemorativos junto a las tumbas
Los bancos conmemorativos son una forma habitual de conmemorar a los difuntos en el mundo occidental. Sin embargo, en los cementerios rusos, los bancos suelen estar justo en la tumba, para poder "sentarse con los muertos".
Esto tiene una finalidad práctica: las tumbas suelen ser cuidadas por los miembros más ancianos de las familias, los babushkas, que sólo necesitan sentarse después de una larga caminata hacia la tumba. Además, plantar y escardar flores en las tumbas es mucho más cómodo cuando se está sentado: la parcela de la tumba no suele ser muy amplia, por lo que se puede hacer sentado en el banco.
A menudo también se instala una mesa en la tumba, para las comidas de duelo.
Tradiciones de la comida de duelo
El banquete junto a la tumba es un rito pagano precristiano. Comer junto a la tumba es un símbolo de unidad con el difunto, una señal de que sigue siendo un miembro de la familia, del clan. Se trata del culto a los antepasados, a los que los eslavos (y no sólo los eslavos) veneraban como poderosos intercesores.
En la tradición eslava, la fiesta de duelo se llamaba trizna. Incluía el lavado del cuerpo del difunto, vestirlo con las mejores ropas y enterrar o incinerar los restos. Todo esto se hacía con el acompañamiento de cantos e instrumentos musicales. Cuando el cristianismo se introdujo en las tierras rusas, prohibió las triznas: las personas que intentaron continuar con las tradiciones paganas fueron expulsadas de la iglesia y, finalmente, de la sociedad.
La iglesia considera que no es correcto celebrar una comida conmemorativa en el cementerio: la tumba contiene el cuerpo mortal del difunto, y su alma es inmortal. Por lo tanto, es completamente inútil buscar la comunicación o la unidad con un familiar fallecido en su tumba. Es mucho más apropiado recordar a una persona que ha fallecido acudiendo a la iglesia y rezando por ella.
Sin embargo, los rusos continúan con las triznas de alguna forma: visitando la tumba y realizando ciertos ritos. Es totalmente habitual "beber con los muertos" cuando una familia visita la tumba de un ser querido - en este caso, pueden chocar vasos con la lápida o el monumento. También se considera apropiado leer poesía, pero no se permite cantar ni bailar.
Después de esta comida de duelo, se dejan trozos de comida y bebida en la lápida o en el banco - nunca en el suelo. ¿Qué se deja? Dulces, galletas, rodajas de salchicha en un trocito de pan de centeno; un trago de vodka en un vaso de plástico. Los trabajadores del cementerio no suelen tocar las sobras, ya que se considera que tomar cualquier cosa del "otro mundo" puede traer mala suerte.
Vegetación abundante (y cementerios en los bosques)
Cuando se viaja en coche por la campiña rusa, a menudo se pueden ver lápidas en pleno bosque, con tumbas casi metidas entre las raíces de los árboles. Cuando un cementerio no está situado en los bosques, suele tener una vegetación abundante.
En la Rusia tradicional, la tala de árboles en los cementerios estaba estricta y gravemente prohibida. Se cree que los antiguos eslavos veneraban los árboles; por ejemplo, subir a los árboles estaba prohibido para los niños de las aldeas rusas, ya que se consideraba una violación del espíritu interior del árbol (y además, te puedes caer y romperte el cuello). También estaba estrictamente prohibido cortar árboles en los cementerios, ya que se sigue creyendo que los árboles de los cementerios albergan las almas de los difuntos.
Otra posible explicación es que a los rusos simplemente no les gusta ver las tumbas al aire libre, ya que este mundo está “desprotegido” de las extrañas fuerzas del más allá.
Obsérvese que los nuevos cementerios que aparecieron a finales del siglo XX lejos de los centros urbanos, en campos abiertos, no suelen tener vegetación, a menos que haya casas de apartamentos cerca.
Silencio en los cementerios
En Rusia, los cementerios nunca están abiertos y no se consideran un lugar para de pasatiempo. Incluso la visita a las tumbas está algo formalizada: tradicionalmente, los familiares conmemoraban a sus difuntos en sus aniversarios o en fiestas como los sábados de ánimas (hay cinco en la tradición ortodoxa rusa).
Hablar en voz alta, reírse o cantar en el cementerio acarrea duras críticas de cualquier bábushka o de cualquier otra persona del cementerio, incluidos los trabajadores del mismo. En Rusia, que mantiene en el fondo fuertes tradiciones paganas, no se molesta a los muertos.
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