En otoño de 1944, el primer ministro británico Winston Churchill llegó a Moscú. Hacía frío, el invierno se había adelantado. Mientras la comitiva atravesaba el centro de la ciudad, Churchill vio por la ventanilla a un hombre que estaba tranquilamente en la calle comiendo un helado. El Primer Ministro preguntó al diplomático que le acompañaba si el hombre estaba realmente comiendo helado con el frío que hacía, y éste se encogió de hombros, diciendo: "¿Qué más da? Y entonces Churchill supuestamente dijo: "Una nación que puede comer helado con tanto frío es invencible". No hay confirmación documental de estas palabras, pero el amor de los rusos por el helado durante toda la temporada suscita invariablemente preguntas entre los extranjeros.
Los rusos aman de verdad el helado. La producción industrial comenzó a mediados de la década de 1930, cuando Anastás Mikoyán, Comisario del Pueblo para la Industria Alimentaria, llevó equipos de refrigeración de EE UU al joven Estado soviético. Antes había helado en Rusia, pero se hacía manualmente y sólo en la estación cálida. Gustaba especialmente el helado, cuya receta llegó de Francia a principios del siglo XIX.
El propio Mikoyán era un gran aficionado al helado. La primera fábrica de Moscú, en Filí, producía 30 toneladas de helado al día en 1938. Y en 1972, 125 toneladas.
Se vendía durante todo el año, y en las ciudades de la Unión Soviética aparecían puestos de helados reconocibles. Los vendedores vestían uniforme y trabajaban todo el año.
Los tipos de helado más populares eran el esquimó, el helado en copas de gofre y el plombir en briquetas. Costaban, por término medio, 20 kopeks cada uno (para comparar, un billete en el metro de Moscú costaba 5 kopeks, y un kilo de salchicha "Doktorskaya" costaba 2 rublos 30 kopeks). Además, el helado se elaboraba según las normas GOST a partir de productos naturales y siempre estaba disponible.
Ahora, cada año se producen en Rusia unas 470.000 toneladas de helado, y cada ruso come 3,3 kg de helado al año, es decir, unas 40 tazas.
Parece que no es mucho, pero la peculiaridad es que en Rusia no se acostumbra a comprar grandes porciones de una vez, como en EE UU o los países de Europa occidental, el helado aquí es una compra espontánea por placer.
En Rusia, el helado se sigue vendiendo no sólo en las tiendas de ultramarinos corrientes, sino también en los quioscos de la calle, por los que es difícil pasar sin comprar. Con el calor, una compra así es comprensible, pero ¿por qué un helado en invierno?
En realidad, todo es muy sencillo. El helado en invierno es como el té caliente en verano o, por ejemplo, una ida al baño, que es como la gente llega a un equilibrio de temperatura con el ambiente. Comes helado y no hace tanto frío. Algunas personas lo hacen por capricho, mientras que otras lo hacen a propósito para endurecerse de esta manera.
Además, el helado, como otros dulces, afecta a la producción de endorfinas, es decir, reduce los niveles de estrés y nos hace más felices.
Por supuesto, es mejor comerlo en casa, al calor, ya que de lo contrario una persona no preparada corre un gran riesgo de resfriarse.
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