“¡Moscú, ríndete!”, gritaban los muyahidines y lanzaban un ataque tras otro contra las posiciones de los paracaidistas soviéticos, recordó más tarde uno de los participantes de la batalla. “Los ataques de los muyahidines estuvieron marcados por una crueldad salvaje y animal”, señaló el historiador militar Víktor Vorontsov.
La refriega por la colina 3234 comenzó alrededor de las 15:30 del 7 de enero de 1988 y sólo terminó a media noche. 39 soldados que estaban en esa colina mantuvieron sus posiciones contra cientos de Muyahidines. Se podría decir que los militares soviéticos lucharon como los antiguos guerreros espartanos bajo el liderazgo del rey Leónidas.
La ferocidad de los ataques se explica por la importancia estratégica del cerro. Los que lo detuvieron podían controlar una parte de la valiosa carretera a la ciudad de Jost, cerca de la frontera con Pakistán.
La proximidad de la ciudad a la frontera la convirtió en una deseable ubicación tanto para Pakistán como para Estados Unidos, los países que apoyaron a los muyahidines en la lucha contra los soviéticos en Afganistán. Así que trataron de controlarla y lo lograron. La ciudad y sus alrededores estuvieron bajo asedio muyahidín durante algún tiempo.
Sin embargo, a finales de 1987 los soviéticos lograron romper el bloqueo en el curso de la “Operación Magistral”. Los muyahidines querían vengarse.
Según el veterano de la guerra afgana Víktor Dobrovolski, las mejores fuerzas de los mujahideen fueron lanzadas para tomar la colina, que fue defendida por los hombres de la novena compañía de un regimiento de paracaidistas.
El rasgo característico de los ataques fue la presencia de tropas de élite muyahidines, vestidas con uniforme negro. Fueron apodadas como “Cigüeñas negras” y consistían principalmente en comandos pakistaníes, ya que los combatientes afganos no poseían las habilidades necesarias. Se sabe con seguridad que las “Cigüeñas negras” fueron entrenadas no sólo por los paquistaníes sino también por los estadounidenses ", ha contado Dovrovolski (el enlace está en ruso).
Una media hora de bombardeo masivo precedió a la ofensiva. Después de esto, las tropas soviéticas tuvieron que resistir hasta 12 ataques de los muyahidines. Como recordó el sargento Serguéi Borísov, todos los ataques estaban bien organizados. Según él, la ofensiva más aterradora ocurrió durante la noche. “Todo se encendió por las explosiones de las granadas. Hubo fuego graneado desde tres direcciones. ... Los muyahidines ya estaban a una distancia de entre 20 y 25 metros. Les disparábamos prácticamente a quemarropa. Nos sorprendió ver que consiguieron acercarse a una distancia de 5 o 6 metros y lanzarnos granadas... Al final solo teníamos dos cargadores cada uno y ya no nos quedaban granadas. No había nadie que llenara los cargadores. En aquel momento aterrador, apareció un pelotón de exploradores...”
Para entonces sólo quedaban cinco personas que pudiesen participar en los combates. El resto de soldados había sido herido. Los exploradores les ayudaron a resistir los últimos ataques. En total, entre las tropas soviéticas murieron seis personas. Se cree que las bajas en el otro lado podrían haber sido tan altas como doscientas.
No hubiese sido posible retener la colina sin los refuerzos enviados por el jefe del regimiento y el trabajo preciso y considerable de la artillería. Había un observador de reconocimiento en la colina que pidió bombardeos a tan solo 50 metros de distancia de las trincheras de las tropas soviéticas.
El debut de Fiódor Bordanchuk como director fue La 9ª compañía (2005), que contaba esta historia de forma algo diferente. Como un periódico ruso señaló recientemente, la batalla en la película no tenía mucho en común con lo sucedido en la realidad. “No hubo ninguna compañía olvidada por los comandantes. No fue eliminada casi totalmente por cumplir una misión carente de sentido práctico”, se comentó en el artículo (el enlace está en ruso).
De hecho, en la película sólo sobrevive una persona (en la realidad, solo 6 murieron), los soldados en el film son abandonados a sus suerte por sus líderes (en realidad, el comandante del regimiento, a varios kilómetros de distancia, monitoreaba la situación enviando refuerzos); la batalla no fue un hecho insensato, ya que la colina era de importancia estratégica.
Sin embargo, a pesar de que, para utilizar la redacción del artículo citado, la verdad “se puso patas arriba en la película”, la película obtuvo buena prensa. Los críticos apreciaron algunas de sus cualidades cinematográficas. Al mismo tiempo, hubo y todavía existen quienes luchan por entender por qué la novena compañía de la película tuvo que convertirse también en víctima de su propio mando.
Si quieres saber qué es “el síndrome de Afganistán”, pincha aquí.
La ley de derechos de autor de la Federación de Rusia prohíbe estrictamente copiar completa o parcialmente los materiales de Russia Beyond sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: