Las fuerzas soviéticas contribuyeron a ayudar al Ejército Republicano en la defensa de la capital de España. Se lanzaron a la batalla en el momento crucial. Llegaron al escenario de la lucha en octubre-noviembre de 1936, un momento clave para el destino de la ciudad.
Tras lanzar una ofensiva a gran escala contra la capital, los golpistas no esperaban encontrar una gran resistencia. El 23 de octubre sus tanques habían llegado hasta los accesos sur de Madrid, y la ciudad parecía casi condenada.
Pilotos soviéticos en el aeródromo de Soto cerca de Madrid.
SputnikPero se sorprendieron al ser recibidos por un contraataque del Ejército Republicano con brillantes tanques T-26, recién llegados de la Unión Soviética. Las unidades de tanques del capitán Paul “Greize” Arman y del brigadista Dmitri “Pablo” Pávlov actuaron admirablemente.
Y en los cielos de Madrid, docenas de cazas soviéticos I-15 se enfrentaron a pilotos alemanes e italianos. Los bombarderos Túpolev ANT-40 llevaron a cabo frecuentes incursiones, e incluso unidades de sabotaje soviéticas comenzaron a operar en la retaguardia.
La ofensiva de los franquistas se detuvo y solo pudieron entrar en la capital al final de la guerra, el 28 de marzo de 1939, cuando la República tenía los días contados.
El 29 de octubre de 1936, durante la batalla de Seseña (a 30 km de Madrid), el teniente Semión Osadchi, al mando de un T-26, embistió una tanqueta italiana CV-33 y la mandó a un agujero.
Osadchi no tuvo mucho tiempo para celebrar su hazaña. El 3 de noviembre, un proyectil le arrancó ambas piernas y diez días después murió en el hospital a causa de la gangrena.
Tanque soviético BT-5 suministrado al Ejército Republicano.
WikipediaAunque la URSS no solo hizo la primera embestida de la historia, sino también la segunda. Y volvió a ser en España. En marzo de 1938, un tanque ligero soviético, BT-5, se vio superado en número por un grupo de T-1 alemanes. Los daños en los instrumentos de visión provocaron que el blindado soviético no pudiera disparar eficazmente contra el enemigo. Entonces el comandante Alexéi Razguliáev decidió convertir su tanque en una violenta máquina para embestir. El BT-5 chocó contra el T-1 más cercano y le dio la vuelta. Sorprendidos, el resto de los tanques alemanes se retiraron.
La guerra civil rusa (1918-1922) dividió el país en varios campos irreconciliables. A grandes rasgos, la mayoría de los combatientes pertenecían al bando de los “rojos” (comunistas) o al de los “blancos” (afines al zar y anticomunistas). Tras un terrible derramamiento de sangre, la victoria de los rojos obligó a miles de blancos a huir de su patria. Aunque no todos se resignaron a asumir su destino.
La guerra civil española fue también un cruel conflicto. Numerosos emigrantes rusos vieron la oportunidad de vengarse de la Rusia soviética. Tras observar cómo se posicionaban las potencias globales en el conflicto, se percataron de que la guerra civil española era un “calentamiento” para un futuro conflicto, aún mayor, contra el bolchevismo, y pensaron que su deber era ayudar.
Francisco Franco condecora a sus oficiales.
Scherl/Global Look PressLos voluntarios rusos que se unieron a la causa nacionalista fueron recibidos con entusiasmo. Franco necesitaba equipos de mando y los experimentados oficiales blancos encajaban perfectamente en ese proyecto.
De los 72 emigrados rusos que participaron en la guerra civil española del lado de los franquistas, 34 murieron en combate. En el desfile de la victoria, celebrado en Valencia el 3 de mayo de 1939, los voluntarios rusos marcharon en una columna separada, bajo la bandera del Imperio ruso.
Sin embargo, no todos los exiliados blancos estaban dispuestos a luchar contra la URSS. Para algunos esta guerra no fue una ocasión para vengarse de los comunistas, sino, al contrario, trataron de hacer las paces con sus antiguos enemigos.
Decenas de emigrados rusos, a menudo con sus hijos, se unieron a las Brigadas Internacionales para tratar de obtener el derecho a regresar a sus hogares. Uno de esos voluntarios le dijo a un oficial soviético que había “respondido a la llamada de su corazón” y que había ido a España “para luchar por la República y expiar, al menos parcialmente, sus pecados contra Rusia”.
Los emigrados rusos se sorprendieron mucho cuando vieron que el general Andréi Yesimontovski se unía al bando republicano. Había luchado activamente contra los bolcheviques en la guerra civil rusa. Cuando se exilió estaba considerado como un acérrimo monárquico.
Más de 300 rusos lucharon en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española. Después del conflicto, la mayoría acabó internada en campos en Francia. Lo cierto es que no todos querían volver a la Rusia bolchevique. Aunque el consulado soviético emitió los permisos de necesarios para las pocas docenas que lo hicieron.
La participación de la URSS en la guerra civil española tuvo consecuencias negativas, que se prolongaron mucho tiempo, para las relaciones entre Moscú y Madrid. El dictador, Francisco Franco, albergó un profundo odio hacia todo lo soviético, que se extendió hasta el deporte.
En la Copa Europea de Naciones de 1960 el equipo soviético debía enfrentarse contra España en cuartos de final. El ganador de la eliminatoria a dos partidos iría a Francia para jugar allí la semifinal.
España era una potencia futbolística. El Real Madrid y el Barcelona no tenían rivales en el Viejo Continente. Alfredo Di Stéfano y Luis Suárez eran los mejores jugadores de Europa.
Selección soviética en la Copa Europea de Naciones de 1960.
Leonid Dorenski/SputnikEl equipo soviético, también era competitivo, y esperaba con ganas enfrentarse a los españoles. Sin embargo, Franco impidió que la selección española viajara a Moscú para jugar el partido de ida de la eliminatoria.
El boicot de Franco implicó que los soviéticos pasaran de ronda automáticamente. Tras superar a Checoslovaquia en la semifinal y ganar a Yugoslavia en la final, los soviéticos se coronaron campeones de Europa.
Descubre los documentos inéditos de Stalin sobre la guerra civil española que Moscú reveló hace dos años.
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