Imagínate como un niño de 7 a 12 años de edad en la URSS a finales de los años 60. Leonid Brézhnev está al mando y te quedan dos décadas de la era del zastói (estancamiento) por delante. La escuela te bombardea con clásicos rusos, mientras que la televisión hace lo mismo con discursos sobre cómo el comunismo hará tu vida más feliz y aplastará a todos esos sinvergüenzas occidentales que se atreven a oponerse a tu glorioso país.
Las películas también son bastante aburridas, al menos para tu edad. Aunque genial (Andréi Tarkovski ya está en activo), la cinematografía soviética ciertamente carece del poder de entretenimiento de las películas en las que uno puede consumir palomitas de maíz y refrescos de cola (no es que tampoco puedas beberlos). Ciertamente estarías deprimido si supieras que hay una alternativa, pero el telón de acero es muy sólido y nada se filtra desde Occidente.
De repente, ves una película de acción que tiene todo lo que podrías soñar: tiroteos, persecuciones de coches, asesinatos y un elenco fantástico. Para ti, un pequeño niño de los 60, es como Los Vengadores: Endgame, Juego de tronos o cualquier otro éxito de taquilla contemporáneo que puedas imaginar, todo en uno. No dejas de verla una y otra vez. La película en cuestión es francesa. Se llama Fantômas. Y sus creadores no podían esperar que tuviera tanto éxito.
Originalmente, el personaje de Fantômas, el genio malvado que cambia de forma, apareció por primera vez en el siglo XX, creado por Marcel Allain y Pierre Souvestre, dos escritores franceses de literatura popular. Antes de que Souvestre muriera en 1914, escribieron juntos más de 40 libros, la mayoría de los cuales eran bastante sombríos e incluían horrendas escenas de asesinatos. Hubo varias versiones cinematográficas, pero la de 1964 las superó todas.
El personaje de Fantômas apareció por primera vez en los libros de los franceses Marcel Allain y Pierre Souvestre.
Creative CommonsEl director André Hunebelle reinició el universo de Fantômas de forma tan radical que ni siquiera se le puede comparar a J. J. Abrams y a su nueva trilogía de La guerra de las galaxias. Hunebelle dejó caer todos los estereotipos del cine de detectives a las que se aferraban las películas anteriores de Fantômas, y convirtió esta historia de cine negro en una comedia que se burlaba de las películas de James Bond.
En Fantômas, el inspector de policía Juve, que anda detrás del villano, es interpretado por el cómico Louis de Funès, y retratado como un completo tonto (aunque muy encantador). Pero el villano, encarnado por el famoso Jean Marais, le robó el protagonismo, aunque su máscara de goma verde pueda parecernos increíblemente cutre hoy en día.
El inspector de policía Juve, interpretado por el cómico Louis de Funès.
André Hunebelle/GaumontHunebelle realizó tres películas sobre Fantômas y sus perseguidores (la trama, en general, es la siguiente: unos tipos intentan atrapar a Fantômas, él intenta matarlos, todos fracasan), que fueron un verdadero éxito en toda Europa. Pero entonces Francia vendió copias de la película a la URSS en 1966.
“En total, más de 120 millones de personas de la URSS vieron las películas de Fantômas”, escribió Rossískaia Gazeta: bastante para la taquilla soviética. Víktor Dragunski, un autor infantil, resumió en su cuento Fantômas, contado a través de los ojos de un niño soviético la razón por la que el escurridizo villano se había convertido en un éxito entre el público:
“¡Vaya! ¡Qué película! Puedes volverte loco después de verla, te lo aseguro. Sabes, cuando estás viendo nuestras películas, no hay diversión ninguna: sólo un ladrón que viene a la policía llorando y se entrega, contándolo todo sobre su dura vida y el robo de dos mangueras de un departamento local de bomberos. Esto dura dos horas, ¿qué puedes hacer? ¡Pero Fantômas es algo distinto! ¡Tienes misterio, tienes máscaras, tienes aventuras y peleas! Así que, todos los chicos inmediatamente empezaron a jugar a ser Fantômas”.
Sí, lo hicieron, y no siempre buen sentido. Varios meses después del estreno de la película, múltiples delitos menores se multiplicaron por la URSS. Adolescentes y niños, que eran la mayoría del público de la película, atacaron tiendas, rompieron vitrinas o quemaron buzones de correo, dejando notas en las que se podía leer “¡Lo ha hecho Fantômas!”. Dejaban notas o llamaban al azar a números de teléfono y, usando voces siniestras, decían: “Fantômas vendrá a por ti en unos minutos”. Una persona mentalmente inestable incluso provocó varios incendios...
Finalmente, una verdadera banda de Fantômas acabó apareciendo en la URSS. En realidad, no tenían nada que ver con la trilogía de Hunebelle, ya que eran personas adultas y probablemente nunca vieron las películas francesas. Sin embargo, cometían sus crímenes llevando medias en la cabeza, que recordaban a la máscara de goma del villano galo.
Los hermanos Viacheslav y Vladímir Tolstopiátov habían formado la banda en 1968 en Rostov del Don (una ciudad del sur, cerca de Ucrania). “Durante cinco años, circularon rumores asombrosos sobre ellos en la ciudad”, escribió el fiscal Nikolái Buslenko. “No era sorprendente, pues mucha gente fue testigo de ladrones ataviados con máscaras de goma que asaltaban bancos. Por eso se les llamaba los Fantômas. Se había corrido la voz de ellos... así que la ciudad estuvo al borde del pánico”.
Vladímir y Viacheslav Tolstopiátov.
NTVDurante un tiempo, la banda de Tolstopiátov fue tan escurridiza como el ficticio villano: robaban tiendas y bancos, y se escapaban, aunque las sumas no eran tan grandes, escribió Buslenko. Utilizaban armas caseras (incluidas algunas automáticas) ya que era imposible que los civiles adquirieran armas en la URSS. Y todo se volvió brutal: los Fantômas terminaron matando a tres personas que trataron de hacerles frente.
Sin embargo, el sistema estatal también fue despiadado: en 1973, la policía finalmente les atrapó, matando a uno de los cuatro pandilleros. Otros tres fueron condenados a muerte. En cuanto al villano enmascarado, en la década de 1970 su fama se desvaneció lentamente, y fue reemplazado por nuevos héroes y sus malvados antagonistas.
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