El trotskista que pegó un puñetazo a Stalin en la Plaza Roja

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Encima de la tumba de Lenin, este cadete encargado de la protección de los líderes soviéticos, propinó un golpe al mandatario más famoso de la URSS.

En la década de 1930, pocos habrían creído que alguien podría golpear al todopoderoso Stalin y escapar al castigo. Sin embargo, a finales de la década de 1920, la situación era diferente.

Un trotskista protegiendo a Stalin

El 7 de noviembre de 1927, la Unión Soviética se preparaba para celebrar la fecha más importante del calendario: el décimo aniversario de la Revolución de octubre. Como no podía ser de otra manera la celebración iba a contar con el tradicional desfile militar en la Plaza Roja.

Los líderes del país debían reunirse en la cima del mausoleo Lenin para observar la marcha de las tropas. Para evitar posibles intentos de asesinato se envió un grupo de cadetes de la Academia Militar Frunze, que ayudarían a los oficiales de seguridad de la OGPU, los responsables de la seguridad de los líderes soviéticos. Entre estos cadetes se encontraba el futuro agresor de Stalin, Yákov Ojótnikov.

El hecho de que fuera cadete no significa que fuera un niño. Ni mucho menos, Yákov tenía 30 años y había tenido papeles de mando tanto en la Revolución como en la guerra civil de Rusia. 

Sin embargo su carrera durante la posguerra fue menos brillante. Un ardiente trotskista, se negó a ocultar sus puntos de vista incluso cuando su ídolo cayó en desgracia contra Stalin, a mediados de la década de 1920. Ojótnikov se enfrentó a las sanciones del Partido por hacer propaganda del trotskismo. Sin embargo, eso no impidió que el jefe de la Academia Militar Frunze, Roberts Eidemanis, lo enviara a vigilar a Stalin en persona.

Rumores en la Plaza Roja

Se le encomendó la tarea de vigilar a la dirección del Partido en la plataforma del mausoleo junto con otros dos cadetes, Vladímir Petenko y Arkadi Gellerem. Sin embargo, se retrasaron y llegaron tarde.

Después de correr hacia el mausoleo, se encontraron con un oficial de la OGPU que les bloqueó el paso. Los cadetes lo empujaron y el trío acabó subiendo a la plataforma, donde ya estaban reunidos los líderes soviéticos.

Guenrij Yágoda, Alexánder Yegórov, Kliment Voroshílov, Mijaíl Tujachevski, Yan Gamarnik.

El equipo de seguridad, desesperado por frustrar cualquier intento de asesinato, intentó detener por la fuerza a los cadetes, lo que provocó una gran pelea. Debido al fuerte ruido del desfile, los peces gordos del Kremlin ni siquiera se dieron cuenta del acalorado altercado que había detrás de ellos.

Primer golpe

Ojótnikov se salió rápidamente de la refriega y, con las mejillas aún calientes, se acercó al desprevenido Stalin. Entonces de manera inesperada para el mandatario, el cadete lo golpeó en la nuca con el puño y le dijo: “Hemos venido a protegerte. ¿Qué está pasando?”.

Puede que el resentimiento por la recepción poco grata hizo que el cadete le levantara la mano al líder soviético. O tal vez Ojótnikov se estaba vengando conscientemente por la situación de Trotski.

El segundo golpe de Yákov en la cabeza del líder soviético fue interceptado por el guardia Iván Yusis. El uso de armas de fuego estaba estrictamente prohibido en la parte de arriba del mausoleo, así que el guardia lituano hirió a Ojótnikov con un cuchillo.

¿Castigo?

La pelea fue finalmente interrumpida por Semión Budionni, Kliment Voroshílov y otros líderes militares en las cercanías. Ojótnikov estaba condenado, o eso parece, pero en 1927, Stalin no era todavía tan temible como en la década de 1930.

Los cadetes recibieron el apoyo de Roberts Eidemanis, así como del comandante militar Iona Yakir y el del jefe de Estado Mayor del Ejército Rojo, Mijaíl Tujachevski. Stalin tuvo que dar marcha atrás. Su posición en ese momento no era lo suficientemente segura como para entablar un conflicto abierto con el comando militar.

Ojótnikov no se enfrentó a ninguna acción disciplinaria. Después de graduarse de la academia militar, incluso dirigió el Instituto Estatal de Diseño de Plantas de Aviones de GiproAviaProm.

Iósif Stalin.

En 1932, fue acusado de actividad contrarrevolucionaria en el llamado “asunto Smirnov” y expulsado del Partido. Pero incluso entonces no fue condenado a muerte. Exiliado en Magadán, en el Lejano Oriente ruso, dirigió un depósito de automóviles local.

Aunque posteriormente Ojótnikov se convirtió en una de las primeras víctimas de las purgas estalinistas conocidas como el Gran Terror. Fue arrestado de nuevo en agosto de 1936 en Magadán, transportado a Moscú y ejecutado el 8 de marzo de 1937 por “organizar un intento de asesinato contra Stalin y Voroshílov”. El 12 de junio, sus protectores –Eidemanis, Yakir y Tujachevski– también fueron ejecutados bajo cargos de espionaje y traición.

Sin embargo, se desconoce si Yákov Ojótnikov recibió un disparo a instancias personales de Stalin.

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