Las organizaciones infantiles y juveniles estaban impregnadas de ideología y regulaban estrictamente todos los ámbitos de la vida de los niños, desde cómo dormir correctamente hasta la manera de saludar.
Al terminar el jardín de infancia, los niños iban a la escuela y se convertían en Niños de Octubre, y luego, a los 9 años, se iniciaban en pioneros. De hecho, la preparación para convertirse en un pionero, comenzaba en esos primeros dos-tres años: los niños y niñas soviéticos memorizaban las normas por las que se debían regir hasta los 14 años. Este “Memorándum del Escolar y del Pionero” contenía una guía literal paso a paso de la vida, así como docenas de prohibiciones. Algunas de ellas son claras incluso hoy en día: a un pionero no se le permite fumar o beber alcohol, meterse en peleas o hacer daño a los más jóvenes. Pero algunas de ellas también parecen bastante ridículas, aunque en su momento tuvieron una clara justificación partidista.
“¡El pionero no juega al fútbol!”
A la ideología comunista le desagrada mucho el fútbol, un invento de la burguesía inglesa. “Es ideológicamente miserable y enseña a la juventud soviética el engaño... La técnica adoptada en el fútbol -la finta- es el engaño, y en consecuencia tiene un efecto negativo sobre las cualidades soviéticas del pionero”, era la opinión de las organizaciones culturales y educativas proletarias.
Pero esta prohibición también tenía motivos “médicos”. El calendario universal de 1925 de la Sociedad Rusa de la Cruz Roja no recomendaba jugar al fútbol hasta los 17 años: “El juego hace que el corazón trabaje demasiado y conduce fácilmente a la excitación, y el corazón de un pionero es débil”.
Sin embargo, otros juegos que también podrían “llevar a la emoción” no sufrieron este tipo de prohibiciones. Solo estaban limitados aquellos en los que teóricamente se podía romper algo: “No juegues a esos juegos en los que tienes que subirte a un árbol, a una valla o a un tejado”, decían las normas.
“Los pioneros no tienen las manos en los bolsillos”
Mantener las manos en los bolsillos se consideraba una “mala costumbre” propia de los niños campesinos. En general, las primeras unidades pioneras consideraban la eliminación del analfabetismo como uno de sus objetivos. Todo lo que se asociaba con el analfabetismo y la falta de cultura se ponía en la lista de cosas prohibidas. Incluso quitarse los restos de comida de los dientes se hacía a la manera de los pioneros, no a la de los campesinos: “No te quites los dientes con objetos metálicos, sino haz un palillo con una pluma de ave”. No hace falta decir que un verdadero pionero nunca ha dicho palabras malsonantes... “Los pioneros no usan palabrotas. O es el esclavo o el amo quien jura"”
“No te chupes los dedos”
La pulcritud y la limpieza de los pioneros tenían que ser impecables. Higiene, la lucha contra el saneamiento se cultivó a nivel estatal, tanto a través de carteles de propaganda como de las unidades de pioneros. Solo así fue posible educar a los niños de las barriadas obreras, que pronto se convertirían en la columna vertebral del Estado proletario.
Por ejemplo, las prohibiciones decían: “No te chupes los dedos al hojear un libro”; “No escupas en el suelo, y escupe solo en la escupidera”; “No te lleves a la boca lo que ha estado en la boca de otro, no babees sobre los lápices”, “No te acabes las sobras de otro”; “No bebas ni comas de los platos comunes”, “Está prohibido llevar pipas a la escuela” (la cáscara acababa invariablemente en el suelo.) Y a las chicas no se les permitía besarse al conocerse.
Sin apretones de manos
Un pionero no tenía derecho a saludar a alguien con un apretón de manos: “Un pionero no da la mano para saludar”. Existe una imagen histórica real titulada “Pionero no quiere estrechar la mano del Presidente del Gobierno de la URSS Alexéi Ivánovich Rykov”.
En primer lugar, se les prohibió estrechar la mano porque los pioneros tenían su propio saludo, ideológicamente determinado: la mano levantada ligeramente por encima de la cabeza simbolizaba que el pionero antepone los intereses públicos a los personales. Y a la llamada “¡Prepárense!”, los pioneros respondían: “¡Siempre listos!”. En segundo lugar, el tifus y la fiebre tifoidea seguían segando a la gente en esa época de la historia, por lo que minimizar el contacto era una buena idea.
“No duermas en la misma cama con nadie”
Por último, el sueño de los pioneros también tenía su párrafo entero de reglas. Además del buen consejo de irse a la cama a las 9-10 de la noche, por alguna razón se le prohibió cubrirse la cabeza, el cuello y la parte superior del pecho con una manta, y las manos debían mantenerse sobre la manta. Estaba prohibido dormir sobre una almohada sin funda, cubrirse con ropa o cualquier “trapo” en lugar de una manta, dormir en una cama con alguien. Al mismo tiempo, estaba permitido dormir desnudo en verano.
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