Así escaparon del cautiverio alemán unos generales soviéticos

Russia Beyond (Dominio público)
Estos comandantes se negaron a cooperar con el enemigo y escaparon del cautiverio a la primera oportunidad. Sin embargo, no todos recibieron una cálida bienvenida al volver a casa.

En contra de la creencia popular, la Unión Soviética no demonizó a todos sus militares prisioneros de los alemanes. Si una comprobación revelaba que el antiguo prisionero no era culpable de traición y que no se había entregado voluntariamente al enemigo, podía contar con que se retiraran todos los cargos contra él y se le permitiera volver al servicio activo, restituyéndole su rango y todas sus condecoraciones militares.

Al mismo tiempo, no todos los soldados y comandantes que no mostraron cobardía y no cooperaron con el enemigo lograron convencer al NKVD (policía secreta soviética) de su inocencia. A menudo, los nombres de estas personas se limpiaron años después de terminada la guerra, cuando ellos mismos llevaban mucho tiempo muertos.

Alexánder Bondovski

El amor por la libertad del general de división Alexánder Bondovski era tan fuerte que consiguió escapar del cautiverio alemán en dos ocasiones.

La primera vez, fue hecho prisionero el 21 de julio de 1941 en Bielorrusia, cuando él, junto con lo que quedaba de la 85ª División de Fusileros, intentaba atravesar las líneas para reunirse con el resto de las tropas soviéticas. El general escapó cinco días después cuando la columna de prisioneros en la que se encontraba era transportada a otro lugar.

Bondovski tardó dos meses en contactar con las unidades del Ejército Rojo. Tuvo una suerte increíble: en ese momento crítico del enfrentamiento soviético-alemán, se le permitió volver a las filas sin ningún control innecesario. Sin embargo, fue entonces cuando se le acabó la suerte. El 21 de octubre de 1941, al cruzar el río Desna en Ucrania occidental, el general fue capturado de nuevo, aunque consiguió escapar esa misma noche.

El 24 de diciembre de 1941, agotado por la larga marcha, el general Bondovski alcanzó a las tropas soviéticas cerca del pueblo de Kriukovo, en las afueras de Moscú. Esta vez, un departamento especial del NKVD lo sometió a un minucioso control de tres meses, como resultado del cual no se presentaron cargos contra él. A Alexánder Vasílievich no se le permitió volver al frente, pero sí enseñar en una escuela de formación para futuros comandantes. 

A finales de 1943, Alexánder Bondovski consiguió permiso para ir al frente y fue nombrado comandante de la 324ª División de Fusileros. Sin embargo, no pasó mucho tiempo allí: en febrero de 1944, el general fue gravemente herido y perdió una pierna. Tras ser dado de alta en el hospital, volvió a la enseñanza, y allí permaneció hasta el final de la guerra.

Pavel Sisoiev

En julio de 1941, el general de división Pavel Sisoiev, comandante del 36º Cuerpo de Fusileros, fue capturado cerca de Zhitomir. En ese momento estaba gravemente herido. Sisoiev dijo a los alemanes que era el soldado Piotr Skirda, y rápidamente perdieron todo interés en él.

Sisoiev pasó por seis campos de prisioneros de guerra antes de que, en agosto de 1943, con un grupo de compañeros, lograra escapar de un campo en Hrubieszow. Pavel Vasílievich atravesó toda Polonia, pero en el territorio de Bielorrusia se encontró con un destacamento del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA, declarado organización extremista y prohibido en la Federación Rusa), de carácter nacionalista. Habiendo tomado a Sisoiev por un campesino ucraniano, lo movilizaron por la fuerza a sus filas.

Al ver que (al igual que él) muchos combatientes del UPA habían sido alistados en contra de su voluntad, ‘Skirda’ se las arregló para convencerlos de que desertaran a los partisanos soviéticos. Así, en octubre de 1943, Sisoiev y 25 antiguos nacionalistas huyeron a la unidad partisana Chernigov-Volin de Alexéi Fiódorov. Allí el general reveló su verdadera identidad.

El Estado Mayor exigió que Sisoiev fuera enviado inmediatamente a Moscú, pero él apeló a Fiódorov con una petición personal: “¡Dame una oportunidad para luchar! Cuando la guerra termine, si soy culpable de algo, responderé por ello”. 

Después de muchas deliberaciones, el comandante partisano decidió dar una oportunidad a Pavel Vasílievich y respondió a los insistentes mensajes del cuartel general para enviar a Sisoiev a Moscú que por el momento eso no era posible. A Sisoiev se le encomendó la formación de los mandos subalternos y la planificación de las operaciones militares de la unidad.

En abril de 1944, el general llegó finalmente a la capital, donde fue detenido. La investigación duró más de 18 meses, hasta que en diciembre de 1945 fue totalmente absuelto. “En Moscú, los documentos que nuestro cuartel general expidió a Sisoiev detallando todas las circunstancias de cómo se unió a los partisanos y sus excelentes referencias ayudaron al hombre, que tuvo un destino muy difícil, a restaurar su buen nombre. A Pável Vasílievich le devolvieron tanto el carné del partido como el brazalete de general”, recuerda Alexéi Fiódorov.

Nikolái Goltsev

Sin embargo, no todos los comandantes soviéticos que escaparon del cautiverio alemán y lograron reincorporarse a las tropas soviéticas tuvieron tanta suerte. La historia del general de división Nikolái Goltsev, jefe de las fuerzas blindadas del 18º Ejército, tuvo un final trágico.

Goltsev fue capturado por los alemanes el 15 de agosto de 1941 durante los combates en Ucrania. Ya el 30 de agosto, junto con otro comandante, consiguió escapar cuando su columna de prisioneros estaba siendo trasladada y alcanzar a las unidades del Ejército Rojo en retirada.

Sin embargo, a Goltsev no se le dio la oportunidad de volver al frente. El 15 de octubre fue detenido por un departamento especial del NKVD bajo la acusación de haberse rendido voluntariamente al enemigo, por lo que fue sometido a largos interrogatorios.

Según el expediente del caso, Nikolái Dmitrievich confesó el crimen del que se le acusaba y fue condenado a la pena capital. El general Goltsev fue fusilado el 23 de febrero de 1942.

Una vez terminada la guerra, al estudiar los archivos alemanes, quedó claro que el comandante soviético se había comportado valientemente en el cautiverio y se había negado a cooperar con el enemigo. En 1955 fue, a título póstumo, rehabilitado.

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