¿Por qué unos cuantos judíos soviéticos intentaron secuestrar un avión de la URSS en 1970?

Russia Beyond (Aba Taratuta fund, Dominio público)
Los organizadores de la ‘Operación Boda’, como se denominó el intento de secuestro, fueron detenidos inmediatamente por el KGB, pero los conspiradores habían conseguido más de lo que podían desear.

El 24 de diciembre de 1970, las cadenas de televisión estadounidenses dieron la noticia desde la URSS.

“Leningrado ha dictado hoy dos sentencias de muerte en un caso de intento de secuestro de avión. Es la primera vez que, aparentemente, se dictan penas de muerte en un caso de secuestro”, dijo un presentador de la NBC.

El juicio causaría una reacción internacional y poco después, la Unión Soviética se vería obligada a abordar su llamado “problema judío”.

La Guerra de los Seis Días

En los años 70, emigrar de la Unión Soviética era un sueño inalcanzable para muchos. Para salir de la Unión Soviética hacia otro país, era necesario obtener visados de salida, un permiso formal de las autoridades para emigrar. En la práctica, a muchas personas les resultaba imposible conseguirlo. En la década de 1970, el problema se agravó tanto que surgió un nuevo término para designar a los que se les había denegado el visado de salida: Otkazniki (en español sería algo así como: Rechazadeniks).

Manifestación de siete rechazadeniks en el edificio del Comité Regional del PCUS de Leningrado en 1987.

Los judíos soviéticos constituían una buena parte de los Rechazadeniks. La posición pro-árabe de los soviéticos durante la Guerra de los Seis Días de 1967 (un conflicto armado entre Israel y una coalición de estados árabes) desencadenó la consolidación social entre los judíos soviéticos.

“En aquella época, el presidente de Egipto, Abdel Nasser, vino a Moscú. Cuando dijo, sin rodeos, que Israel era un ‘cáncer en el mapa mundial’ y [que] debía ser destruido. Ninguno de los líderes soviéticos le contradijo. Me enfureció muchísimo”, dijo Mark Dimshits, uno de los participantes en el del secuestro de 1970.

Los judíos de toda la Unión Soviética expresaron su deseo de regresar a su patria histórica, Israel, pero las autoridades soviéticas tenían otros planes, ya que una migración masiva podría haber socavado la estabilidad interna y la imagen cuidadosamente construida de la URSS en el exterior. Desencantados con el sistema, un minúsculo grupo de judíos soviéticos contempló la posibilidad de realizar una audaz fuga de la URSS: secuestrarían un avión.

Operación Boda

La mañana del 15 de junio de 1970, 16 judíos soviéticos a los que se les había denegado el visado de salida se presentaron en el aeropuerto de Smolni, cerca de Leningrado. Haciéndose pasar por un grupo que iba a una boda (de ahí el nombre de la operación) se dirigían a un vuelo a Sortavala, una ciudad soviética cercana a la frontera con Finlandia, con una parada previa en Priozersk, otra ciudad soviética cercana a la frontera.

El plan, ideado un año antes del intento de secuestro, era bastante sencillo. Los secuestradores elegirían a propósito un avión pequeño y reservarían todos los asientos para que no hubiera nadie ajeno al grupo a bordo, excepto los pilotos. Cuando el avión aterrizase en Priozersk, los secuestradores se apoderarían de la aeronave y dejarían a los pilotos atados, pero ilesos en la pista de aterrizaje, mientras que uno de los conspiradores tomaba el control del avión y lo dirigía a través de la frontera finlandesa lejos de la URSS. Una vez fuera del espacio aéreo de la Unión Soviética, dirigirían el avión a Suecia y, una vez allí, se rendirían y declararían públicamente su deseo de ser llevados a a Israel.

“No tenía casi ninguna duda de que nos arrestarían. Pero pensé que, después de cumplir mi condena, me sería más fácil abandonar la Unión Soviética”, dijo Eduard Kuznetsov, uno de los conspiradores.

Eduard Kuznetsov

Otros miembros del grupo no parecían compartir las expectativas pesimistas de Kuznetsov. Otro conspirador describió al grupo como extremadamente excitado en previsión de la arriesgada misión de tipo “todo o nada”.

“Sólo personas tan embriagadas de emoción como nosotros podían no entender que este [vuelo] era un cebo evidente”, dijo Anatoli Altman, uno de los secuestradores. Altman se refería al vuelo que tan convenientemente apareció mágicamente de la nada cuando el grupo de judíos soviéticos estaba listo para hacer su jugada. De hecho, el vuelo era una trampa del KGB, que había interceptado las comunicaciones del grupo y los había estado monitorizando desde entonces.

 Cuando el grupo se acercó al avión en la pista, el KGB los detuvo antes de que el avión pudiera despegar.

“Cuando oí los disparos, ya me habían detenido. Me di la vuelta y vi que Dimshits sangraba por toda la cara”, dijo Yosef Mendelevitch.

Sylva Zalmanson

Los 16 conspiradores fueron detenidos y juzgados poco después. El juicio, que duró del 12 al 24 de diciembre de 1970, acusó a los detenidos de “alta traición”, “intento de robo de bienes socialistas a gran escala” y “agitación y propaganda antisoviética”, ya que los fiscales razonaron que el intento de secuestro ensombrecía la imagen de la URSS en el mundo.

El veredicto fue duro: la mayoría de los miembros del grupo fueron condenados a años de prisión; Mark Dimshits y Eduard Kuznetsov (los líderes) fueron condenados a enfrentarse a un pelotón de fusilamiento.

Las consecuencias

El juicio y las duras sentencias provocaron una reacción mundial: personas de varios países protestaron contra el veredicto y líderes de estados pidieron clemencia a las autoridades soviéticas.

Se celebra una concentración de protesta contra las sentencias de Leningrado en Kikar Malchei Israel, en Tel Aviv.

Una vez, las protestas se vieron influenciadas por el relato que los acusados ofrecieron en la audiencia. “Probablemente, por primera vez en la historia soviética, la gente no pidió el indulto, [sino que] se mantuvo firme y declaró abiertamente que quería abandonar el país”, dijo Eduard Kuznetsov. “Nos obligaron a hacerlo. Los que nos obligaron a hacerlo son los culpables”.

Tras el juicio, en Occidente prevaleció la visión pública de los acusados como víctimas del rígido sistema soviético. “Los verdaderos acusados en el tribunal no eran el puñado de acusados, sino las decenas de miles de judíos soviéticos que han exigido valientemente el derecho a emigrar a Israel”, escribió el editorial de The Times.

El presidente Reagan y el vicepresidente Bush se reúnen con Avital Sharansky (esposa del entonces disidente soviético Natan Sharansky) y Yosef Mendelevitch, 1981.

Sucumbiendo a la creciente presión, las autoridades soviéticas conmutaron la mayoría de las sentencias, sobre todo sustituyendo las dos penas de muerte por 15 años de prisión. Finalmente, Dimshits y Kuznetsov fueron liberados en un intercambio de espías entre Estados Unidos y la URSS en 1979. Otros fueron liberados después de haber cumplido sus condenas.

Sin embargo, desde ese momento, la llamada cuestión judía en la URSS se convirtió en un aspecto importante de las relaciones bilaterales con Estados Unidos.

Años después del intento de secuestro, la hija de Eduard Kuznetsov y Sylva Zalmanson realizó un documental sobre sus padres.

El complot para secuestrar el avión, el juicio que siguió y la reacción internacional que provocó marcaron un cambio tectónico en la política interna soviética. Un año después del juicio, se concedieron más visados de salida a los judíos soviéticos que en los 10 años anteriores juntos; y al año siguiente, el triple, hasta 32.000 permisos de salida.

La Unión Soviética se derrumbó en 1991, decenas de miles de judíos emigraron a Israel. Hasta el día de hoy, los descendientes de los estados postsoviéticos forman una parte importante de la población total de Israel.

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