Vladímir Lenin y Nadezhda Krúpskaia con el sobrino de Lenin, Víktor, y la hija del obrero, Vera, en Gorki, 1922.
Dominio públicoEs muy difícil para los historiadores describir la verdadera personalidad de Vladímir Lenin debido a todos los elogios y exaltaciones que le dedicaron sus biógrafos y seguidores. Su persona fue inflada en tantos órdenes, que apenas podemos imaginarlo como una persona real. Este artículo se basa en relatos personales de personas que conocieron a Lenin y describieron cómo era.
Cuando el escritor Alexánder Kuprín conoció a Lenin en 1919, el líder soviético ya era calvo. “Pero los restos de pelo en las sienes, así como la barba y el bigote todavía indican que en su juventud era desesperadamente, rojo fuego”, escribió Kuprín. “Tiene un andar extraño: se contonea de un lado a otro como si cojease de ambas piernas... Es bajo, ancho de hombros y delgado”.
Cuadro de Mijaíl Sokolov 'V. I. Lenin en el subbótnik de toda Rusia en el Kremlin el 1 de mayo de 1920'.
Sputnik“De baja estatura, complexión más bien fuerte, con los hombros ligeramente levantados y la cabeza grande... Vladímir Uliánov tenía unos rasgos faciales irregulares, yo diría que feos: orejas pequeñas, pómulos notablemente prominentes, nariz corta, ancha y ligeramente achatada y, además, una boca grande con dientes amarillos y poco espaciados”, le describió Alexánder Naúmov, que estudió con Vladímir. Sin embargo, “al hablar con él, todo su aspecto anodino parecía desvanecerse a la vista de sus ojos pequeños pero asombrosos, brillantes de una inteligencia y una energía notables”.
Vladímir Lenin en su despacho del Kremlin, 1918.
SputnikAlexánder Naúmov, que llegó a ser ministro en el último gobierno zarista, no apreciaba mucho a Lenin. Aun así, reconoció las extraordinarias capacidades intelectuales del futuro líder comunista. “Nunca participaba en las diversiones y bromas comunes de los niños, se mantenía siempre al margen de todo esto y se dedicaba continuamente a estudiar”, recordaba Naúmov. “Tenía unas capacidades absolutamente excepcionales, poseía una enorme memoria, se distinguía por una insaciable curiosidad científica y una extraordinaria eficacia. Verdaderamente, era una enciclopedia andante”.
Lenin terminó su educación secundaria con medalla de oro (Alexánder Naúmov recibió la de plata) y se matriculó en la Universidad de Kazán, pero fue expulsado por sus actividades revolucionarias. Aún así, se licenció en Derecho como estudiante externo y trabajó como abogado durante algún tiempo. El intelecto de Lenin se mantuvo fuerte durante toda su vida: era famoso, por ejemplo, por su capacidad para recordar una página de texto después de mirarla una sola vez.
Vladímir Lenin no era un amante de los deportes tal y como los conocemos hoy en día, pero nunca rehuyó las actividades físicas. Era un ávido cazador: durante su exilio en Shúshenskoie, Siberia, con su esposa Nadezhda Krúpskaia, cazaba pájaros y liebres. Sin embargo, no era un tirador muy certero.
Lenin montaba mucho en bicicleta y sufrió varios accidentes. En 1909, en Francia, un Rolls-Royce chocó contra su bicicleta, de la que Lenin consiguió saltar. Demandó al propietario del coche, ganando unos 230 rublos rusos, con los que se compró una nueva por 140 rublos. Lenin era aficionado a los largos viajes en bicicleta. Su ayudante Gueorgui Zinóviev escribió: “Nos llevaba en bicicleta por 50-70 verstas (60-70 km) sólo para nadar y pasear por la pintoresca orilla de un hermoso río”. La condición durante estos paseos era no discutir de política.
Lenin se mantuvo físicamente en forma y sano durante toda su vida. No prestaba mucha atención a su dieta y no le disgustaba la comida sencilla. Durante sus primeros años de emigración, sólo podía permitirse comer una vez al día. Mientras estuvo en Londres, le resultó más barato comer en los pubs. Le encantaban los huevos con bacon y la cerveza rubia. En Ginebra, Lenin y Krúpskaia comían en una cantina obrera.
Sin embargo, los dos no ganaban el dinero con el que compraban la comida: la ayuda procedía de sus compañeros socialistas, mientras que Lenin estaba concentrado en su trabajo político. Después de la Revolución, cuando vivía en el Kremlin, contrató cocineros para Krúpskaia y su hermana María Uliánova. A Lenin le encantaban las setas, las berenjenas, los patés, los stroganoffs de ternera.
Sin embargo, comprendía que se había criado en la comodidad. Recordaba cómo reaccionó cuando, en San Petersburgo, antes de la Revolución, los obreros se habían dado cuenta de que la calidad del pan había mejorado, y él no: “Yo, un hombre que no ha visto la necesidad, no pensaba en el pan. El pan parecía aparecer por sí mismo, como un subproducto de mi escritura”.
Dibujo a lápiz 'Lenin leyendo un libro' de P. Vasílyev (1968), 1 de marzo de 1972.
TASSEn particular, Lenin apreciaba mucho el té, porque aumentaba sus capacidades intelectuales, le ayudaba a permanecer despierto hasta tarde, trabajando. A Lenin le gustaba el té muy fuerte. Lenin también consideraba el té una “bebida estratégica”. Algunos de los primeros decretos de los bolcheviques en 1918 confiscaron todos los suministros de té en Rusia a favor del Estado.
Vladímir Lenin conversa con Lincoln Eyre, corresponsal del diario estadounidense 'The World', en su piso del Kremlin. Camarógrafo V. Cubes. EE UU, 1920.
Viktor Cubes / Sputnik“Los nervios están a flor de piel, necesitamos rebotar, rebotar”, escribió Lenin inmediatamente después de la Revolución de Febrero de 1917, anticipando nuevos cambios en el régimen político. Durante casi toda su vida estuvo inusualmente nervioso, tenso y a menudo malhumorado.
“Todos los que conocieron a Vladímir Ilich recuerdan sus cambios de humor. En un momento podía estar alegre, reír contagiosamente, como un niño, cautivar al interlocutor con el rápido discurrir de sus pensamientos, soltar chistes sin parar, hasta las lágrimas. En otro momento se mostraba oscuramente comedido, estricto, retraído, concentrado, dominante, lanzando frases cortas y cortantes”, recordaba Dmitri Uliánov, hermano de Lenin.
Hay numerosos testimonios de que el estilo conversacional de Lenin era bastante cáustico. “Los comentarios en la conversación siempre tienen un tono irónico, condescendiente y despectivo, un hábito adquirido durante mucho tiempo en innumerables batallas verbales”, escribió Alexánder Kuprín. “Es extremadamente reservado y frío en las relaciones de camaradería: no era amigo de nadie, y no recuerdo que alguna vez se permitiera ser íntimamente franco conmigo al menos un poco”, escribió Naúmov.
Aunque Lenin podía ser muy agradable y educado en la conversación, también era furioso y despiadado con sus enemigos. Y, por supuesto, ninguna descripción de su personalidad estaría completa sin echar un vistazo a sus órdenes de ejecución. Una en particular, ordenada en 1918, decía: “Llevar a cabo un despiadado terror de masas contra los kulaks, los sacerdotes y los militares ‘blancos’; encerrar a los dudosos en un campo de concentración fuera de la ciudad”.
Debido a las constantes preocupaciones y peligros que persiguieron a Lenin desde el comienzo de su actividad revolucionaria, creció hasta convertirse en una persona extremadamente nerviosa. A menudo se enfadaba con los criados de su casa y con los guardias, y durmió mal durante casi toda su vida.
Aparte de las actividades deportivas, la gimnasia diaria y el billar, Lenin sólo tenía dos grandes aficiones: la música y el ajedrez. Estudió piano de niño (muchos niños de familias nobles recibían clases de piano por tradición), pero dejó de practicarlo más tarde, ya que consideraba el instrumento un “pasatiempo de niñas”. Sin embargo, le encantaba la música: “Vladímir Ilich cantaba a menudo al piano con [su hermana] Olga Ilínichna, que tocaba bien, tenía voz y sabía cantar”, recordaba su hermano Dmitri.
V. Lenin (a la izquierda) visitando a A. M. Gorki en Italia jugando al ajedrez con A. A. Bogdánov (a la derecha), 1908.
SputnikLenin conservó su amor por la música de adulto. Beethoven y Wagner eran sus compositores favoritos, también le encantaban Schubert, Chopin y Liszt. Sin embargo, consideraba este pasatiempo demasiado cómodo para él. Como solía decir: “A menudo no puedo escuchar música, me pone de los nervios, quiero decir tonterías bonitas y acariciar la cabeza de gente que, viviendo en un sucio infierno, puede crear tanta belleza. Y hoy en día, no puedes acariciar a nadie en la cabeza: te morderán la mano, y necesitas golpearles en la cabeza, golpearles sin piedad, aunque nosotros, idealmente, estamos en contra de cualquier violencia contra las personas”.
Lenin jugaba al ajedrez desde que era un colegial. No sólo eso: también resolvía rompecabezas de ajedrez, jugaba por correo y conoció a los mejores ajedrecistas de su época. Dmitri recordaba que Lenin tenía por norma “no recuperar jugadas, jugaba en serio y no le gustaban las partidas ‘fáciles’. Jugando con jugadores más débiles, Lenin daba ventaja al adversario, una ficha. Disfrutaba con las buenas jugadas del rival. A los quince años, Vladímir ya ganaba a su padre al ajedrez”.
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