Mongolia se convirtió en uno de los aliados más importantes de Moscú en la primera mitad del siglo XX. Ambos países se opusieron conjuntamente a la invasión japonesa de la República Popular en 1939.
Cuando dos años más tarde la URSS ya estaba en apuros, los mongoles acudieron inmediatamente al rescate. Hasta principios de 1945 enviaron regularmente a Occidente regalos de la población para el Ejército Rojo: abrigos de piel, chalecos de piel, manoplas de abrigo, botas de fieltro, así como salchichas, mantequilla y golosinas.
Además de los regalos, Ulán Bator organizó entregas regulares de carne, lana y piel de oveja a la URSS con precios especiales. Como resultado, uno de cada cinco abrigos de un soldado soviético estaba hecho de lana mongola.
Mongolia también suministró al Ejército Rojo más de 500.000 caballos. "Un caballo mongol resistente y sin pretensiones junto a un tanque soviético llegó a Berlín", afirmó el general soviético Issa Pliev.
Además, se construyó una columna de tanques “Mongolia Revolucionaria” (54 tanques T-34 y T-70) y un escuadrón de aviación de combate “Arat Mongol” (12 cazas La-5) con fondos recaudados por el pueblo de la República Popular.
Hasta varios miles de voluntarios mongoles participaron en las batallas contra los alemanes. El Ejército Rojo los valoraba por sus excelentes dotes como cazadores y jinetes y los enviaba a servir en la caballería, además de utilizarlos activamente como exploradores y francotiradores.
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