El fundador de la Unión Soviética era indiferente al vino y a los licores fuertes, pero adoraba la cerveza. Cuando vivió en Múnich durante su primera emigración (1900-1905), acudía regularmente a la cervecería Hoffbrau, cuyo emblema “HB” Lenin y Krúpskaia tradujeron en broma como “Voluntad del Pueblo” (por sus siglas en ruso). Las memorias de Krúpskaia confirman que Lenin bebía cerveza no sólo en Múnich. “A veces, en París, se sentaba con los obreros, pedía una jarrita de cerveza negra y toda la tarde hablaba de asuntos importantes”, recordaba la esposa del líder.
Hay pruebas de que Lenin también podía beber vodka. El comunista finlandés Jurje Sirola almorzó con Lenin en un restaurante en 1910. “Cuando nos dieron la botella de vodka que estaban pasando en círculo, le pregunté a Lenin: ‘¿Se permitirá un trago antes de cenar?’. ‘Mi partido no me lo prohíbe’, fue la respuesta”, recordó Sirola.
Como verdadero georgiano, a Stalin le encantaba el vino: Jvanchkara, Kindzmarauli y, en los últimos años de su vida, Madzhari, un vino joven casero saturado de dióxido de carbono. Stalin llamaba esta bebida “zumo para niños”.
Sin embargo, Stalin probablemente podía beber mucho si era necesario "para la causa". El mariscal del aire Alexánder Golovánov recordaba cómo Stalin bebía coñac con Churchill: “Vi una botella de coñac armenio en manos del primer ministro británico. Tras examinar la etiqueta, llenó el vaso de chupito de Stalin. En respuesta, Stalin sirvió el mismo coñac a Churchill. Un brindis seguía a otro. Stalin y Churchill bebían a la par”. Cuando la reunión llegó a su fin, “Churchill abandonó la sala siendo sujetado del brazo”.
El líder soviético Iósif Stalin, junto al primer ministro británico Winston Churchill y el ministro de Asuntos Exteriores Anthony Eden, hace un brindis en la fiesta del 69º cumpleaños de Churchill, en Teherán, Irán, el 30 de noviembre de 1943.
APSegún los recuerdos de Golovánov, Stalin le dijo después del banquete: "No temas, no traicionaré a Rusia bebiendo. Pero Churchill se enfurecerá mañana cuando le digan lo que había dicho por aquí... Cuando se resuelven los grandes asuntos de Estado, cualquier bebida tiene que parecerte agua, y siempre estarás a la altura. Que tenga un buen día”, y, como recuerda Golovánov, “abandonó la habitación con paso firme y sin prisa”.
El líder soviético Nikita Jruschov bebiendo con el embajador de Estados Unidos en la Unión Soviética, Charles E Bohlen, en un acto oficial, hacia 1955.
Pix/Michael Ochs Archives/Getty ImagesProcedente de una familia trabajadora, Nikita Jrushchov era aficionado a las bebidas fuertes: vodka y coñac. Bajo su mando, especialistas de la Metrostrói de Moscú fueron enviados a Crimea para construir galerías subterráneas y sótanos de la bodega Koktebel. Jrushchov quería que los vinos y aguardientes producidos en la URSS no fueran inferiores a los europeos por su calidad.
Hay testimonios de cómo en diciembre de 1963 Jrushchov invitó al presidente finlandés Urho Kekkonen a su residencia de Zavídovo, en la región de Moscú. En la cena, Jrushchov ordenó servir vodka Stolíchnaia no en vasos de chupito, sino en copas de champán, de las que se bebía el vodka. Al final del festejo, los guardias sujetaban a Jrushchov del brazo, mientras que Kekkonen, en su juventud un famoso atleta, se sirvió despreocupadamente otra copa de vodka y se la bebió diciendo “para el camino”.
El Secretario General del Partido Comunista Soviético, Leonid Brézhnev, ofrece un brindis al presidente Richard Nixon tras la firma del Pacto de Limitación de Armas Estratégicas entre EE UU y la URSS.
Bettmann/Getty ImagesCuenta la leyenda que a Leonid Brézhnev le encantaba el dicho: “La vida es bella y maravillosa si te refrescas la garganta antes”. Su bebida favorita era el Zubrovka, un licor de vodka con la hierba Hierochloe odorata.
La actriz francesa Marina Vladi, última esposa de Vladímir Visotski, recordaba que Brézhnev compartió con ella el secreto de cómo beber las bebidas fuertes en tres pasos: 50 gramos, luego 100 gramos y después otros 150 gramos. Sin embargo, es difícil creer que Brézhnev, un hombre físicamente fuerte que había pasado por la Segunda Guerra Mundial, se detuviera en los 300 gramos. Se rumorea que Leonid Ilich utilizó su Zubrovka favorito para tomar las pastillas que le habían recetado en el último período de su vida.
Nancy Reagan levanta su copa en un brindis por el líder soviético Mijaíl Gorbachov en la cena de Estado en el Kremlin de Moscú, el 30 de mayo de 1988.
Doug Mills/APEl último secretario general del Comité Central del PCUS introdujo en 1985 estrictas medidas restrictivas sobre la producción y venta de alcohol en el país (la llamada “ley seca”), pero él mismo no era abstemio. Nacido en Stávropol, conocía la cultura de los largos banquetes con vino. Leonid Krávchenko, director del Centro Estatal de Radio y Televisión de la URSS en 1985-1991, recordaba: “Al principio, Mijaíl Serguéievich no bebía mucho. Luego se aficionó al vino y al coñac”. Entre los coñacs, Gorbachov prefería el armenio Yubileini.
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