Tocar la balalaika en Argentina

En el país austral existen posibilidades para aprender a tocar este instrumento. Fuente: Antonella Goñi

En el país austral existen posibilidades para aprender a tocar este instrumento. Fuente: Antonella Goñi

La balalaika, un instrumento de cuerda con la caja de forma triangular, es una de las piezas básicas del folklore ruso. Encontrarlos en Argentina no es fácil pero sí existen posibilidades de aprender a tocarla.

En torno a los tiempos de la II Guerra Mundial hubo una importante oleada migratoria en Argentina proveniente de la antigua URSS. Rusos, ucranianos y bielorrusos fueron los que en mayor medida recalaron en estas tierras y con ellos traían una fuerte identidad con su cultura y tradiciones a las que no querían renunciar. Fue así como en los años 50 comenzaron a proliferar por todo el país los clubes culturales y deportivos con el propósito de no olvidar su idioma, su música, sus canciones, sus comidas y sus bailes. 

Los inmigrantes que llegaron a esos clubes no sólo dejaron ahí su conocimiento, también legaron para los descendientes sus libros escritos en ruso, los trajes tradicionales con los que se vestían para las actuaciones y sus instrumentos musicales. Abriendo los armarios de la biblioteca del Club Vissarion G Belinski en San Martin (Buenos Aires) se pueden encontrar en sus estantes las balalaikas que sus dueños dejaron para que alguien siguiera tocándolas. Y aunque durante muchos años han permanecido allí encerradas, recientemente han sido devueltas a la vida gracias a Alex Dunay “Sasha”, un profesor de música y carpintero, que a finales de los 90 llegó a la Argentina desde Ucrania. 

“Cuando llegué encontré las balalaikas guardadas en la biblioteca que ya nadie tocaba”, cuenta Sasha, “abrí el armario y decidí sacarlas. Lo único que tenían es que estaban desafinadas”. Los instrumentos que sacó Sasha son de los años 70 y pertenecían a la orquesta que por entonces funcionaba en el club Vissarion G Belinski. Su actual presidente, Alejandro Stasark, se lamentaba de que esa orquesta hubiera desaparecido así que le propuso a Sasha volver a organizarla. 

Para empezar se montaron las clases de música con Sasha como instructor. “Todos los viernes nos juntamos para ensayar con los instrumentos. Empezamos con tres personas y ya somos diez, pero invitamos a más gente a que venga, las clases son gratuitas”, explica Sasha, “mi misión es recuperar algo que casi se había perdido”.  Y destaca la importancia de poder contar con instrumentos originales ya que en Argentina no se pueden conseguir las balalaikas. “Acá no se pueden comprar estos instrumentos, venden algunas balalaikas en Argentina, pero sólo sirven para leña del asado”, cuenta entre risas Sasha. 

El repertorio para los ensayos es de música tradicional rusa, bielorrusa y ucraniana y también se incluyen algunos autores que Sasha ha incorporado. 

En la ciudad de Rosario lleva funcionando desde 2007 el Coro Chiriomuskha, nacido bajo la tutela de la Biblioteca Cultural Alejandro Pushkin. Su directora, Jesica Herasimovich se recibió como Maestra Nacional de Música y le encargaron que formara el coro. “Tengo antecedentes musicales por parte de mi madre y mi padre. Mi abuelo paterno de origen ucraniano tocaba la balalaika en un conjunto instrumental de cuerdas y le transmitió a mi padre las vivencias y aprendizajes ucranianos que él mas tarde me inspiró a mis hermanos y a mi”, nos cuenta Herasimovich. 

Hace tres años decidieron ampliar el coro con una orquesta incorporando los instrumentos típicos como la balalaika, el gusli, las panderetas en la percusión y flautas y flautines.  “Mi balalaika pertenecía a mi abuelo, él la trajo de Ucrania y tiene más de un siglo” dice Herasimovich, “los otros instrumentos son traídos de Rusia en los viajes que algunos de los integrantes del grupo han realizado”. 

El Coro Chiriomuskha se mueve por todo el país llevando su música tradicional por las ferias del inmigrante y de las colectividades cantando e interpretando la música tradicional, como Katyusha, Kalinka, Ochi Chornye o Poliushko Polie. Para sus actuaciones también tienen en cuenta la puesta en escena y elaboran ellos mismos los trajes tradicionales. “Observamos a través de fotos familiares, vestimenta de nuestros antepasados, videos y encuentros, los detalles que mas nos gustan y nos representan”, dice Herasimovich, “luego compramos la tela, los apliques y los llevamos de la persona encargada de realizar el trabajo”.

 Ser de origen ruso o ucraniano no es un requisito para aprender a tocar la balalaika como demuestra Martin Fuchinecco, un descendiente de italianos que se desenvuelve con soltura con las cuerdas tanto de la mandolina, como el violín y la balalaika. Fuchinecco es fundador junto al croata Dean Vivoda, del grupo musical Slavodka! especializado en danzas y canciones de diferentes países de origen eslavo. “Tenemos repertorio de Croacia, Serbia, Eslovenia, Macedonia, Rusia, Ucrania, República Checa y Eslovaquia, entre otros”. 

El grupo cuenta también con una productora, Most, que es la denominación común de ‘puente’, en varios idiomas eslavos. “Queremos aglutinar y no contribuir a la división y desconfianza que muchas veces acompaña a las colectividades, al menos en nuestro país”, dice Fuchinecco con un mensaje de unión y cohesión multicultural.

Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.

Esta página web utiliza cookies. Haz click aquí para más información.

Aceptar cookies