El tesoro ortodoxo de Montserrat

El mítico monasterio catalán, muy visitado por turistas rusos, acoge en su museo una exposición de iconos única en España. Fuente: Maite Montroi

El mítico monasterio catalán, muy visitado por turistas rusos, acoge en su museo una exposición de iconos única en España. Fuente: Maite Montroi

Montserrat da nombre a un espectacular macizo montañoso, así como a un monasterio benedictino enclavado en él y a la virgen que lo guarda, popularmente llamada La moreneta. Se trata de un lugar simbólico para los catalanes, sobre todo los que profesan el catolicismo. Eso sí, con permiso de los miles de rusos que lo visitan cada año y que se lo han apropiado un poquito.

Son las 12 del mediodía de un sábado cálido en la tienda de recuerdos de la abadía de Montserrat, a unos 40 kilómetros de Barcelona. La dependienta, rusa, recoge las entradas del audiovisual que está apunto de comenzar y pregunta a los asistentes sobre su idioma para decidir la versión que se proyectará del film. 

No hay duda. La mayoría es aplastante y el audiovisual se ofrecerá en… ruso. Los pocos autóctonos que asisten a la sesión y la pareja polaca que la dependienta confundió con rusos se tienen que poner unos auriculares para poder seguir el documental en su idioma. 

Hace unos años esta escena era impensable, pero ahora es habitual, ya que Montserrat recibe anualmente unos 150.000 visitantes rusos, una cifra que además va al alza. Tras la española, la nacionalidad rusa es la que tiene más presencia en el recinto, codo con codo con ingleses y franceses. 

Iconos en un templo católico 

No hay una única razón que explique por qué los rusos –que en su mayoría no son creyentes y, si lo son, siguen el rito ortodoxo- muestran tal interés por visitar Montserrat. Un motivo es que hay cientos de miles de turistas rusos en la zona de Barcelona; otro, que la visita al monasterio se incluye en los paquetes turísticos; otro más, que los rusos suelen interesarse por la cultura del país que visitan. 

¿La existencia de una colección de iconos ortodoxos podría ser otro de los motivos? Podría ser. Sin embargo, el director del museo de Montserrat, el padre Josep de Calassanç Laplana, explica que los visitantes rusos se suelen sorprender al encontrar los iconos y las reacciones son de tres tipos: contrariedad -¿qué hacen estos símbolos ortodoxos en un recinto católico?-; orgullo y devoción. 

 

Fuente: Maite Montroi

Muchas de las visitas –sobre todo, mujeres de una cierta edad- se abalanzan sobre los iconos. “Se persignan, los quieren tocar, besar”, señala un poco molesto el padre Laplana, ya que “no ven en ellos obras de arte sino objetos cotidianos de devoción, que además se supone que transmiten poderes sobrenaturales. Son las imágenes sagradas con las que han convivido toda la vida”. 

La colección, única en España, es propiedad de un particular, que ha cedido las obras al museo. Se compone de 170 piezas, aunque solamente una parte están expuestas, en una sala a la que se accede a través de un telón y que emula una capilla ortodoxa. Hay iconos griegos, turcos, rumanos, serbios y algunos siríacos, pero la mayoría son rusos, adquiridos en mercadillos tras la disolución de la Unión Soviética. 

La obra más antigua es un pantocrátor ruso que data de 1520, pero la mayoría de los iconos datan del siglo XVIII y XIX. También los hay contemporáneos. Precisamente los más modernos son los que se consideran más valiosos, ya que son más genuinos, mientras que en los antiguos la influencia italianizante es mayor. 

En general, “tienen un interés más antropológico que artístico”, subraya el director del museo, ya que son reproducciones de los iconos de los grandes artistas anteriores a la caída de Constantinopla –estos sí, muy valiosos- que se exponen en catedrales y museos de Rusia. Las piezas expuestas en Montserrat han sido hechas por monjes anónimos que intentan emular al máximo el original. 

¿Y cuáles serían las principales diferencias que una persona de cultura católica vería en una obra de arte ortodoxa? Una es la falta de perspectiva o la perspectiva inversa (es como si el cuadro mirara hacia el espectador). Otra es que la figura se representa casi siempre con los mismos gestos e indumentaria. Y otra más: la luz se pinta como si emanara de la imagen sagrada. “Es un concepto muy teológico”, aclara el padre Laplana. 

La montaña mágica 

La peculiar orografía del macizo de Montserrat, así como la presencia del monasterio y de la virgen –patrona de Cataluña-, han concedido a la montaña el apelativo de mágica. Son muchas las leyendas que ha generado este lugar. La más popular de ellas es seguramente la de 'El tamborilero del Bruc', según la cual, un joven ahuyentó a las tropas de Napoleón con su tambor, ya que la reverberación del sonido en las montañas de Montserrat hizo creer a los soldados franceses que había un gran ejército dispuesto a defenderse. 

Y otra historia, esta vez auténtica, que tiene como escenario Montserrat es la visita que el jefe de las SS, Heinrich Himmler, hizo en 1940 en busca del santo grial. Los nazis pensaban que este objeto sagrado les permitiría ganar la II Guerra Mundial y les concedería un poder sobrenatural.  Y creían que se escondía en Montserrat, ya que la ópera Parsifal de Wagner sitúa este objeto en un lugar de los 'Prineos' llamado 'Montsalvat'.

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