May Day. Markers and watercolors on paper, 20x30cm. 2016.
Zoya Cherkassky-NnadiZoya Cherkassky-Nnadi se trasladó a Israel desde Kiev en 1991, el año en el que se derrumbó la URSS. Entonces la niña tenía 15 años. En su país adoptivo se convirtió en una artista con un estilo único y fácil de reconocer. Sus dibujos pueden parecer primitivos en cuanto a la parte expresiva, pero son extremadamente profundos en su significado. Sus obras llaman a los espectadores a recordar la realidad de su propia vida. Recientemente apareció en internet una colección de sus pinturas que representa la vida cotidiana en la URSS, justo antes de su caída.
El Día de Trabajo, el 1 de mayo, era una celebración dedicada a los logros económicos y sociales de los obreros soviéticos y a la lucha por los derechos de los trabajadores. Era un día muy importante en la URSS. Millones de personas con los carteles en la mano se unían a las manifestaciones del 1 de mayo. Este día sigue siendo festivo en Rusia.
"El Día de Mayo". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
En la Unión Soviética todos los niños en las escuelas tenían que llevar uniforme. Los chicos llevaban trajes azules con botones de aluminio, las chicas tenían vestidos marrones que les cubrían las rodillas y llevaban los delantales negros. Los jóvenes pioneros llevaban también pañuelos rojos. Los alumnos que estaban de servicio (llevaban brazaletes rojos) se quedaban a limpiar su aula después de las clases.
“De servicio”. Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
En los años 80 las ciudades se llenaron de edificios de hormigón que tenían entre 9 y16 plantas. Los patios de estos barrios también eran iguales en todos lados: había un pequeño parque infantil y los bancos en la entrada del portal siempre estaban ocupados por las ancianas de los bloques. Siempre sabían quién era ese extraño invitado, quién había comprado muebles nuevos, y de quién era el gato que acababa de robar salchichas a los vecinos. «¿Cómo lo sabían las babushkas (abuelas, en ruso) que pasaban el día entero sentadas en un banco? No tengo ni idea, pero seguramente son las mejores espías de todos los tiempos.
“¡Se le olvidó poner una falda!”. Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
Los rusos no caminan por las paredes de su casa, pero tienen alfombras por todas partes. Las alfombras invadieron los apartamentos rusos en los años 60, cuando millones de personas se mudaron a las jruschovkas (edificios de poca altura que llevaban el nombre de Nikita Jruschov). Sus paredes solían ser frías y finas. Así que las alfombras servían para protegerse del frío e insonorizar las habitaciones. Las alfombras eran un fondo muy frecuente en las fotos soviéticas.
"La alfombra". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
A finales de los años 60, a los trabajadores soviéticos se les asignaban una parcelas (con un área de 10 por 10 metros), que muchos empezaron a llamar "fazendas" en los 90, siguiendo el ejemplo de las telenovelas brasileñas. De esa manera, el Estado intentó resolver el problema no solo de la comida, sino también con el tiempo libre de la gente. En los países postsoviéticos, los fines de semana de verano todavía se asocian con la dacha.
"Fazenda". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
Viajar en los trenes soviéticos, especialmente en los vagones de tercera clase, conocidos como platskart, es una experiencia realmente interesante. Además de mantener conversaciones de corazón a corazón, a los rusos también les gusta alimentarse bien durante el viaje. Se abastecen de comida de antemano y no paran de comer durante el trayecto. Todo el mundo empieza a comer tan pronto como el tren sale del andén. El almuerzo estándar consiste de pollo hervido y unos huevos cocidos. Esto no tiene nada que ver con el hambre, simplemente es una tradición.
"Al sur". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
Comer en una cafetería era una tradición importante para los soviéticos desde la infancia hasta la jubilación. Uno de los platos más populares eran las chuletas con puré de patata. Por cierto, las mujeres a menudo no se quitaban el gorro en el interior de las cafeterías. Había dos explicaciones para ello: así no ensuciaban el pelo y, de paso, lucían sus maravillosos gorros de piel.
"El buffet". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
Durante la perestroika, la cultura occidental invadió todos los rincones de la Unión Soviética: la moda, música rap, etc. Por supuesto, el breakdance se hizo muy popular entre los jóvenes que solían llevar los llamados “vaqueros hervidos” (“boiled jeans”, en inglés), tenían un peinado extraño y llevaban muchas joyas pesadas, como los adolescentes occidentales.
"Un sencillo breakdance". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
Debido a la escasez general de alimentos a finales de los 80, la gente tenía que inventar platos extraños usando productos que podían conseguir en las tiendas. El arenque, los huevos o el pescado en gelatina, los encurtidos estaban en cada mesa festiva, sea una boda, un entierro o una fiesta de cumpleaños. En muy pocas ocasiones se ponía sobre la mesa la cristalería, un típico regalo de bodas que realmente no se utilizaba casi nunca.
"El Día de Mayo". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
Los disidentes no estaban de acuerdo con la ideología soviética, pero no planeaban tomar el poder. Solo querían asegurarse de que el mayor número posible de personas conociera las violaciones de los derechos humanos que tenían lugar en el país. Con ese fin, utilizaron samizdat y otros métodos clandestinos para que la información llegue al Occidente. Intentaban escuchar las emisoras de radio occidentales que estaban prohibidas en la URSS. El tiempo de los disidentes y de la Unión Soviética terminó en 1991.
"Radio Libertad". Fuente: Zoya Cherkassky-Nnadi
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