En la capital rusa, donde el precio la vivienda está por las nubes, es posible conseguir un espacio por 250 dólares al mes en un aparcamiento acondicionado. Fuente: PhotoXpress
Cada día Oleg Mudrenko, de 41 años, deja su garaje en la calle Moskoverechie y se dirige al centro de la capital, a su trabajo en las oficinas de una gran compañía checa de ingeniería. Oleg va a trabajar en transporte público y su viaje apenas dura media hora. Ha dejado su coche en el segundo piso del garaje en el que vive.
“Tengo una piso en la región de Moscú, pero se tarda demasiado en llegar al centro. Si eres bueno con el bricolaje, no es tan difícil convertir un garaje en un lugar para vivir”, dice Oleg.
La calefacción del garaje es eléctrica y de gas, así que Oleg no tiene miedo de quedarse helado durante el invierno. También ha sido capaz de conseguir agua corriente. Al principio pensó en sacar agua de un pozo, pero resultó más sencillo colocar un depósito en el tejado.
Además, compra agua mineral y filtra agua para determinadas necesidades. “Hay suficiente agua para dos o tres personas”, declara. Le gusta invitar a sus amigos y a ellos les gusta acudir. Estos ven el lugar más como si fuera una dacha (casa de campo) que como una vivienda de verdad.
Cerca, dentro de los terrenos propiedad de la cooperativa que gestiona el garaje, hay un comedor y una tienda. Numerosos garajes de Moscú se han convertido en áreas residenciales. Oleg comenta que hay cinco personas viviendo cerca de él. Y, lo más importante, Oleg solamente pagó 430.000 rublos (unos 13.000 dólares) por su “casita”, situada a tan solo 15 minutos de una estación de metro.
Lo cierto es que Oleg no es el único que ha convertido su garaje en un lugar para vivir. Parece que se está convirtiendo en una nueva tendencia. Si alguien se acerca a un garaje al atardecer o durante el fin de semana, comprobará que está lleno de vida.
Los propietarios construyen un segundo piso encima, para tener un lugar donde poder descansar o reunirse con sus amigos. A nadie le importa si pasan allí una noche o se quedan a vivir, ya que los guardas no se comportan como policías con los propietarios.
Alexánder Lappo es de Bielorrusia. Tiene 25 años y llegó a Moscú hace tres. Desde entonces se ha mudado de un piso a un garaje en varias ocasiones. “Al principio, cuando me quedé sin un sitio donde vivir y mis amigos me invitaron a un garaje, pensé que era una locura. Aunque luego me di cuenta de que era una cosa bastante normal para Moscú. Una vez que lo probé, rápidamente me di cuenta de que uno puede vivir así fácilmente”, dice Alexánder. Según él, en Moscú las comunidades de garajes se han convertido en auténticos poblados con decenas, si no centenares, de personas.
Según este joven, las principales desventajas de vivir en un garaje son la falta de ventilación y la carencia de un sistema de alcantarillado. La seguridad es otro problema; por las noches aparecen personajes sospechosos pero resulta problemático llamar a la policía en un lugar que ni tan siquiera cuenta con una dirección.
Hay garajes residenciales de alquiler disponibles por unos 8.500 rublos (unos 260 dólares) al mes, mientras que en Moscú resulta imposible conseguir otra cosa por el mismo precio.
Sin embargo, no todo el mundo está dispuesto a vivir en condiciones tan extremas. La mayoría de los residentes no son de la capital, aunque también es posible encontrar moscovitas y gente de la región de Moscú entre ellos.
A juzgar por los anuncios, este tipo de vivienda es más popular entre la gente del sur de Rusia, del territorio de Krasnodar. Una de las mejores ofertas es un garaje de lujo de 50 m² al noroeste de Moscú, a tan solo siete minutos de una estación de metro. El lugar no solo está decorado con muebles modernos, sino que también cuenta con una ducha e incluso con un piano.
Serguéi Axénov, secretario de prensa del Servicio Federal de Migración de Moscú, confirma que las autoridades han encontrado inmigrantes irregulares viviendo en este tipo de viviendas.
“En Moscú hay gente viviendo en cualquier lado. Hemos encontrado personas encima de las cabinas de los ascensores, en los bajos de las tiendas. Incluso hemos encontrado inmigrantes irregulares en un cementerio, en un refugio construido por ellos mismos. Después de eso, nada me sorprende”, concluye Axénov.
Artículo publicado originalmente en ruso en RIA Novosti.
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