El mercado inmobiliario de la capital rusa es sumamente caótico. La oferta es amplia pero para encontrar un buen piso hay que tener suerte y paciencia. Fuente: Román Kiselev
Después de encontrar mi ordenador portátil, perdido en una caja, y pelearme durante una hora con el proveedor de internet, me siento en la mesa de la cocina de mi apartamento que acabo de alquilar y comienzo a escribir el relato de cómo nos encontramos el uno al otro.
Soy una redactora de RBTH de 25 años y mi nueva y acogedora vivienda fue construida conforme a un proyecto estándar de un desconocido arquitecto soviético en la década de 1980, compuesto por bloques de pisos poco atractivos. La mayoría de apartamentos que se alquilan en Moscú se encuentran precisamente en este tipo de edificios. Un amigo mío de Siberia incluso llegó a decirme: “Kira, esto parece el gueto de Moscú”.
En la capital rusa el mercado de inmuebles de alquiler es sumamente caótico. Los propietarios de los pisos pueden dirigirse directamente a varias agencias. La fijación de los precios dista mucho de ser transparente y los agentes inmobiliarios tienen la costumbre de no devolver las llamadas. Pero, a pesar de todo esto, tuve suerte al alquilar mi apartamento. En gran medida porque llegué a algunas conclusiones importantes a partir de fracasos anteriores propios y de experiencias poco afortunadas de mis amigos.
El primer apartamento que alquilé fue en septiembre de hace tres años. No os lo aconsejo. En esta época el mercado inmobiliario moscovita es algo inimaginable. A la ciudad llegan estudiantes y habitantes de otras regiones en busca de trabajo. Los agentes inmobiliarios y los propietarios de todo tipo empiezan a enloquecer: en este mes los precios crecen más rápido que el mercado y se disparan tanto que en octubre tienen que dar marcha atrás.
Del 5 al 10% al año: a este ritmo crecen los precios de alquiler de los pisos en Moscú. Significa que si habéis alquilado hoy un buen apartamento de una habitación en la zona del Anillo Automovilístico de Moscú (MKAD) por 1.000 dólares (35.000 rublos) al mes, no debéis sorprenderos si, al cabo de un año, por la razón que sea dejáis este piso, sea tasado de nuevo por los agentes inmobiliarios en 1.100 dólares y, al cabo de 2 años, en 1.210.
Lo bueno de esto es que a los inquilinos que no cambian de piso y que se quedan más de un año, por lo general, no les suben el precio del alquiler. Tengo un conocido que vive desde hace diez años en un piso de dos habitaciones en la zona del metro Sokol y paga 560 dólares (20.000 rublos) al mes por su alquiler de diez años de antigüedad. Por este precio ahora sólo podéis esperar alquilar una habitación en un piso de tres habitaciones en esa misma zona.
Existe la expresión 'estilo bábushka'. Así se llaman los pisos que no se han renovado en las últimas dos décadas. En ellos encontraréis los elementos omnipresentes del pasado soviético de cualquier 'bábushka' (abuela) rusa: el armario aparador con un viejo juego de porcelana, un tapiz polvoriento colgado en la pared, un balcón con una bicicleta rota y una infinidad de estanterías que se remontan a la época de Brézhnev.
Los apartamentos más baratos de Moscú cuestan de media 790 dólares (28.000 rublos). Los pisos de primera clase tienen un precio de salida de 1.130 dólares (40.000 rublos): por esta cantidad podéis conseguir un alojamiento confortable cerca del metro, equipado con tecnología, amueblado y portero automático.
Los apartamentos buenos de Moscú vuelan, como los pastelillos recién horneados. Una vez encontré en la sección de clasificados una oferta inmejorable: me puse en contacto con el agente inmobiliario y me dijo que fuera a verlo dentro de media hora. Me sorprendí y le dije que tardaría en llegar al menos 40 minutos. Cuando me presenté en el lugar, al cabo de ese lapso de tiempo, el piso ya estaba alquilado. Desde entonces yo misma trato de convencer a los agentes inmobiliarios para que me enseñen el piso que me interesa lo antes posible.
Una gran cantidad de apartamentos y de habitaciones se alquila a través de anuncios particulares en VKontakte y en Facebook.
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Es una opción tentadora, puesto que permite ahorrar la comisión del agente inmobiliario, que en Moscú asciende a una mensualidad de alquiler. Tengo muchos amigos que han tenido suerte alquilando sus pisos a través de anuncios en redes sociales. Pero siempre se corre el riesgo de cruzarte con estafadores.
Y lo último que me ha sorprendido: los grupos de apoyo. Con este peculiar fenómeno me topé hace una semana, cuando fui a alquilar este mismo apartamento desde el que ahora escribo este artículo. Cuando entré aquí el lunes pasado, nos encontramos varias personas apretujadas. Además del propietario del piso y el agente inmobiliario, en la habitación había seis personas más que habían venido a verlo. Casi al instante se aclaró que estas seis personas representaban a un único interesado. Una joven pareja se había llevado a un par de amigos y a dos agentes inmobiliarios para verlo, como “apoyo moral”.
Esta demostración de entusiasmo asustó al propietario tanto que se acercó a mi agente inmobiliario y nos propuso una rebaja si cerrábamos el trato de inmediato. De esto he extraído dos conclusiones: conservad la calma y creed en la suerte. ¡En Moscú nunca está de más!
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