Durante la Guerra Fría, tanto Moscú como Washington trabajaron en el desarrollo de sistemas de artillería que pudieran disparar proyectiles nucleares tácticos en el campo de batalla. Los fabricantes rusos lograron crear un sistema de este tipo.
El primero fue el cañón de artillería autopropulsado 2S7 Pión. Podía transportar hasta cuatro proyectiles nucleares de 203 mm, capaces eliminar objetivos a una distancia de 37,5 km.
“Después de las primeras pruebas nucleares exitosas, los científicos comenzaron a trabajar en la aplicación de estas tecnologías a todos los sistemas de armas posibles, incluso en minas terrestres y proyectiles de tanques. Sin embargo, las pruebas demostraron que este tipo de proyectiles no eran tan efectivos, ya que extendían nubes radioactivas, por kilómetros, sobre los campos de batalla, afectando a todo lo que encontraban a su paso, amigo o enemigo”, comentó Alexéi Ramm, analista militar del periódico Izvestia, a Russia Beyond.
Como él mismo mencionó, estas pruebas demostraron que las armas nucleares tácticas eran ineficaces en conflictos potenciales, y el sistema de artillería Pion recibió proyectiles convencionales de 203 mm, en lugar de los de destrucción masiva.
Sin embargo, estos proyectiles todavía hicieron de este sistema de artillería uno de los más poderosos del siglo XX.
Cada Pión y su última versión llamada Malka, que puede destruir enemigos a 50 km de distancia, están ahora cargados con proyectiles convencionales de 203 mm.
Estos proyectiles pesan más de 100 kg. Están compuestos de acero puro y cargados con diferentes tipos de explosivos. Esta arma devastadora puede eliminar un puesto avanzado de terroristas escondidos en las montañas.
“En los próximos años los sistemas Malka recibirán nuevos tipos de munición con sistemas de navegación láser. Esta innovación aumentará drásticamente su precisión y los hará aún más mortíferos”, cuenta Víktor Murajovski, redactor jefe de la revista Arsenal Otéchestva.
Según sus propias palabras, la desviación de los nuevos proyectiles no será superior a cinco o siete metros al impactar contra su objetivo, lo que es bastante impresionante para unos sistemas de artillería que apuntan a objetivos desde una distancia de decenas de kilómetros.
“Hoy en día los generales rusos están considerando integrar con drones los sistemas Malka. Durante recientes pruebas de combate, se demostró con éxito la capacidad de trabajar junto a vehículos aéreos no tripulados Orlán-10 y no me sorprenderá que estos ingenios se utilicen en diferentes operaciones militares”, añadió Murajovski.
A pesar de todas las ventajas mencionadas anteriormente, la Malka tiene puntos débiles.
La mayor es la cadencia de fuego y la carga útil del sistema. La última versión ha aumentado la tasa de disparos a 2,5 proyectiles por minuto y la carga de munición a ocho proyectiles.
“Cada disparo efectuado por los sistemas Malka es tan poderoso que aturde a la tripulación y a la gente a su alrededor. Es un sistema muy poderoso pero bastante desagradable para la gente que los opera”, aseveró el experto.
Estos sistemas han sido desplegados en todos los conflictos militares en los que se ha visto involucrada Rusia en las últimas décadas, empezando por la guerra de Afganistán. Más tarde, las fuerzas rusas los utilizaron durante la Primera y Segunda Guerra de Chechenia. El Ejército georgiano utilizó cañones 2S7 en la guerra ruso-georgiana de 2008, seis de los cuales fueron capturados por las fuerzas rusas.
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