El lanzacohetes Katiusha fue presentado a altos funcionarios soviéticos justo antes de la guerra. Inicialmente, el dispositivo (unos pocos proyectiles montados en un simple camión) no les impresionó mucho. Pero cuando disparó un proyectil, todos quedaron atónitos. El primero en recuperarse por lo visto fue el Ministro de Defensa Semión Timoshenko, quien reprendió airadamente a su adjunto: “¿Por qué no me dijiste que teníamos un arma así?” La decisión final de lanzar la producción del Katiusha se tomó un día antes de que las tropas alemanas cruzaran la frontera soviética, el 21 de junio. Horas antes de la guerra, Iósif Stalin dio luz verde a su producción en masa.
La nueva arma fue un proyecto ultra secreto. Cada Katiusha fue equipado con un dispositivo explosivo para que el pudiera ser destruido antes de que los alemanes tuvieran la oportunidad de capturarlo. Los regimientos de Katiusha se llamaban “Guardas de Morteros” para asegurarse de que no resultase obvio que poseían el lanzacohetes.
El nombre oficial del arma era BM-13, BM significaba “máquina de combate” y 13 se refería al calibre de los misiles. La primera unidad experimental, compuesta por siete BM-13 bajo el mando del capitán Iván Fliórov se utilizó por primera vez en la ciudad bielorrusa de Orsha (500 km al oeste de Moscú) el 14 de julio. Orsha era un gran centro de transporte que ya había sido tomado por la Wehrmacht.
Había muchas tropas y municiones concentradas en aquel punto. En su primer uso, el Katiusha superó todas las expectativas de los líderes militares soviéticos: el centro quedó devastado. Los lanzacohetes bombardearon la zona y se retiraron rápidamente. El jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht, Franz Halder, escribió en su diario sobre el incidente: “Los rusos usaron un arma desconocida hasta ahora. Una tormenta de proyectiles quemó la estación de ferrocarril de Orsha, todas las tropas y el material militar. El metal se derretía y la tierra ardía”.
La conmoción y los efectos devastadores sobre el enemigo se debieron principalmente a la capacidad de la batería Katiusha de disparar un gran número de proyectiles en pocos segundos, devastando con ellos una extensa zona. El poder de fuego de tal salva era comparable al de 70 cañones de artillería pesada combinados. Sin embargo, a diferencia de la artillería tradicional, los BM-13 eran móviles y podían moverse rápidamente entre distintos puntos de disparo. Esto los hacía difíciles de rastrear. Los misiles de los Katiusha también habían sido diseñados para dejar un rastro mínimo, por lo que no era posible identificar la ubicación de la batería y contraatacarla. A partir de 1942, fueron montados en camiones estadounidenses Studebaker, que la URSS recibió como parte del programa de Préstamo y Arriendo. Poderosos y rápidos, eran ideales para los Katiushas.
Después de que estas armas demostrasen su eficacia en combate, se formaron múltiples unidades nuevas de lanzacohetes, que fueron enviadas al frente. El Katiusha se convirtió en un arma soviética muy extendida y en uno de los principales símbolos de la Segunda Guerra Mundial para los rusos.
La batería del capitán Fliórov luchó hasta principios de octubre, tratando de resistir la ofensiva de la Wehrmacht hacia Moscú. Luego su unidad fue rodeada en la ciudad de Viazma (300 km al oeste de Moscú). Los soldados dispararon todos los misiles que les quedaban y volaron las máquinas. Los alemanes no lograron hacerse con el equipo ni con el personal, ya que la unidad luchó hasta que el último soldado murió, por lo que el capitán Fliórov fue honrado póstumamente.
Los alemanes estaban ansiosos por familiarizarse con la nueva arma rusa, pero durante mucho tiempo no pudieron poner sus manos sobre ella. Dicen que los alemanes estaban tan ansiosos por conseguir un Katiusha que al famoso especialista en operaciones especiales Otto Skorzeny se le confió esta tarea. Pero cuando los alemanes finalmente se apoderaron de ejemplares de Katiusha, descubrieron que no podían copiarlos. Dicen que lo que los alemanes no desarrollaron fue la pólvora especial que se usaba en los misiles soviéticos. No dejaba rastro y proporcionaba al misil un vuelo largo y estable.
Los alemanes tenían su versión de un lanzacohetes –el Nebelwerfer– un mortero de seis barriles. Sin embargo, no podía desplegar tantos misiles como el Katiusha (normalmente tenía 16), no era móvil, tenía un alcance más corto, y después de disparar tenía un largo rastro en los cielos que revelaba su ubicación. Los alemanes no pudieron diseñar su propio sistema de cohetes de lanzamiento múltiple.
¿Por qué se bautizó a este lanzacohetes como “Katiusha”? Bueno, Katiusha era una canción popular en ese momento. Era el nombre de una chica (el diminutivo de Ekaterina) que añoraba a su novio, que había sido enviado al servicio militar para patrullar la frontera.
Otra historia asegura que, dado que esta arma fue producida por la fábrica Komintern en Vorónezh, se colocó en su bastidor la letra “K”. Según la tercera versión, Katiusha era el nombre de la novia de un soldado ruso que operaba el lanzacohetes.
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