Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Stalin ordenó una agresiva expansión naval para contrarrestar la superioridad naval de Estados Unidos. Esta incluía la construcción de una flota de portaviones. Estos buques debían estar equipados con un avión embarcado de ataque de largo alcance, capaz de cargar contra el enemigo con bombas o torpedos. La oficina de diseño Túpolev creó para cumplir estas misiones un aparato monomotor turbohélice, el Tu-91.
El aspecto más llamativo del Tu-91 era una hélice contrarrotante de seis palas ubicada en el morro. Los dos tripulantes se sentaban uno al lado del otro en una cabina, protegida por blindaje.
El avión podía llevar una pesada carga de torpedos o bombas bajo el fuselaje y bajo las alas, y estaba armado con dos cañones en las raíces del ala y dos más en una torreta de cola teledirigida.
Después de la muerte de Stalin en 1953, se suspendió la creación de la flota de portaaviones planeada, pero el desarrollo del Tu-91 continuó como un avión basado en tierra. Voló por primera vez el 17 de mayo de 1955, demostrando un excelente rendimiento, lo que dio lugar a la autorización de la producción.
Sin embargo, el proyecto fue cancelado, al parecer por las burlas al avión hechas durante la inspección del prototipo por Nikita Jrushchov.
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