Quizás la elegancia no sea la característica más importante de una limusina si todo lo que tienes a tu disposición es un sedán soviético y un deseo irresistible de alargarla. Resulta que el sueño de una persona nacida en la URSS de “montar en limusina” es más fuerte que cualquier prejuicio estético o consideración tecnológica. Después de la caída del país socialista, hubo un corto período en el que todo era posible. Las pequeñas empresas convertían los coches ordinarios de la gente en limusinas.
Uno de los automóviles más producidos durante el período soviético fue este coche Zhigulí apodado Kopeika [por la moneda de un kopek], que no podía sino convertirse en una limusina blanca como la nieve en “otra vida”. Este ejemplo es de Hungría y se extendió lo máximo posible, ¡hasta siete metros, nada menos! Debe ser el Kopeika más largo del mundo.
En Cuba deben haber tenido en cuenta consideraciones puramente prácticas: una limusina puede llevar más pasajeros, así que se puede conseguir más negocio. El Kopeika se convirtió en un taxi espacioso y ahora tiene un par de puertas adicionales y una nueva fila de asientos.
Durante el período soviético, los Zaporozhets eran considerados como los automóviles menos elegantes y torpes. Era ruidoso, apretado y feo y además, se rompía todo el tiempo. Pero a la gente le encantaba. Era imposible destruirlo. A menos, por supuesto, que lo actualizaras como limusina...
La modificación posterior de los Zaporozhets tampoco fue muy estilosa. Al parecer el propio dueño se dio cuenta de ello también. La limusina tuvo un triste destino y se quedó oxidándose en el jardín de alguien.
Nadie se habría impresionado con un coche Moskvich en la URSS y mucho menos en Rusia, ya que se consideraba el automóvil más democrático. No tenía sentido presumir de ello y nadie lo intentó hacer... excepto el dueño de este modelo.
Este coche tuvo una exitosa reencarnación. Su cuerpo se alargó, el interior se rehízo por completo y el resultado es perfectamente pretencioso. En el interior todo es como debe ser: tapicería de cuero, luces LED y un minibar.
Este es un auténtico coche de los años 90. En esta época la vida de un empresario, de un funcionario o de un ciudadano de a pie estaba tan al alcance de las balas como Bruce Willis en La jungla de cristal. La empresa Rida de Nizhni Nóvgorod presentó a su propio modelo basado en el Volga, un vehículo blindado para personalidades aparentemente importantes. La armadura de acero aumentó el peso del coche hasta casi dos toneladas.
Este es un ejemplo de otro experimento con la GAZ-3102. El automóvil nació obviamente para ser una limusina, pero por alguna razón no ocurrió de inmediato. Afortunadamente, el malentendido se resolvió. Tras la caída de la URSS, la planta de la RAF en Riga dejó de ensamblar minibuses y decidió empezar a producir limusinas basadas en el coche “ejecutivo” del Volga. En el interior tenía aire acondicionado e incluso un televisor, pero había poca demanda y el proyecto fue retirado.
Se trata de un proyecto nacido muerto de la fábrica de automóviles Toliatti, que decidió lanzar la limusina Konsul para atraer a los clientes más exigentes. En comparación con el modelo original, el cuerpo se alargó 650 mm. Esto permitió instalar entre las filas de asientos, un sistema de audio y vídeo, e incluso un frigorífico. Desgraciadamente, el plan no funcionó. A la clase acomodada no le gustaba el coche.
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