Mientras que la Galería Tretiakov fue fundada en 1856 por el comerciante Pável Tretiakov para albergar su colección privada, el Museo Ruso de San Petersburgo se creó en 1895 por orden del zar Nicolás II, que cumplió así los deseos de su padre, y se le puso por nombre Museo Ruso del Emperador Alejandro III.
Mucho tiempo antes de que se inaugurara oficialmente en 1898 con el Palacio Mijáilovski como sede, que se adquirió especialmente para ese fin, se había hablado de la necesidad de crear un museo de este tipo. Actualmente el propio edificio del Museo Ruso se ha convertido en un auténtico conjunto artístico: Leonti Benois (hermano del célebre pintor Alexander Benois) proyectó un edificio anejo a la sede principal que se construyó entre 1914 y 1916 y lleva su nombre.
A principios de la década de los 90 los edificios del Castillo Mijáilovski (también llamado de los Ingenieros), así como el Palacio de Mármol y el Palacio Stróganov se convirtieron en instalaciones del museo.
En 1995, gracias a los coleccionistas y mecenas alemanes Peter e Irene Ludwig, se creó en el Palacio de Mármol un museo dentro del museo: el Museo Ludwig, donde se exponen piezas del arte mundial del siglo pasado. A principios del siglo XXI incorporó los espacios del Jardín de Verano, el Palacio de Verano de Pedro I y la Casa de Pedro el Grande en Zaandam, Holanda.
En 2003 el museo empezó a abrir filiales virtuales. 37 de ellas se gestionan desde fuera de Rusia. Además, recientemente el museo también se ha ampliado en el mundo material: el 25 de marzo se inauguró en Málaga su primera filial extranjera.
El Museo Ruso dará el siguiente paso en Cuba. “Se llegó a un acuerdo a nivel ministerial para que Cuba nos cediera un edificio en el centro de La Habana que debía albergar la Casa del Museo Ruso, y más adelante Vladímir Putin y Raúl Castro celebraron una reunión en la que esto se confirmó. En mayo viajaremos a Cuba para inaugurar el Museo Ruso electrónico virtual”, ha anunciado el director del Museo Ruso, Vladímir Gúsev, en declaraciones a RIA Novosti.
Rusia a través de los siglos
Algunas de las primeras piezas que se expusieron en el Castillo Mijáilovski a finales del siglo XIX fueron unos cuadros procedentes de los fondos del Hermitage. Así fue como llegaron al Museo Ruso La novena ola de Iván Aivazovski y El último día de Pompeya de Karl Briúllov.
Además, el museo incorporó diversas obras de la colección del zar Alejandro III que se habían conservado en Tsárskoye Seló, y otras piezas procedentes de la Academia de Artes de San Petersburgo (en 1922 toda su colección se trasladó al Museo Ruso). Tras la Caída del Imperio ruso, por ironías del destino, se trasladaron al antiguo museo imperial algunas piezas que habían pertenecido a la familia real y sus círculos (las familias Stróganov y Sheremétev, entre otros), así como obras de arte antiguo procedentes de diversos monasterios.
El arte del futuro
En 1926 se creó un departamento para incluir en el museo las corrientes artísticas más innovadoras. A tal fin, prácticamente toda la colección del Museo de Cultura Artística, que habían fundado con grandes esfuerzos los pintores vanguardistas y que más tarde clausuraron los bolcheviques, se trasladó al Museo Ruso, que empezó a coleccionar obras de arte contemporáneo, desde el simbolismo hasta las vanguardias.
Más tarde los herederos de Malévich cedieron muchas de las obras del pintor (hay un total de 156 en el Museo Ruso); una parte de esas obras han viajado recientemente para ser expuestas en el Museo Stedelijk de Ámsterdam y la Tate Modern de Londres.
El Museo Ruso también custodia la obra de otro reconocido experimentador vanguardista ruso, Pável Filónov, que falleció durante el sitio de Leningrado. Su hermana salvó sus trabajos y apuntes y los llevó al Museo.
La colección continúa ampliándose. Según ha anunciado el servicio de prensa del museo, actualmente los fondos cuentan con más de 400.000 obras, y de cara a su 120º aniversario se está organizando una gran exposición, Donaciones y adquisiciones, en la que se podrán ver los fondos que llegaron al museo a partir de 1998: trabajos de pintores del siglo XIX. El público podrá admirar obras de conocidos maestros rusos de la talla de Borovikovski, Aivazovski, Repin, Shishkin, Goncharova, Kustódiev, Serebriakova, Sudeikin y muchos otros.
Daria Kurdiukova es crítica de arte y columnista en el periódico Nezavísimaya Gazeta y la revista Iskusstvo.
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