5 cosas que se echan de menos tras viajar a Rusia.
Aliona RépkinaAunque haya veces que la comida no parezca la más apetecible, habitualmente suele ser muy sabrosa. Las influencias del norte han marcado la gastronomía rusa; tanto en la forma de cocinar como en la de conservación de los alimentos.
Aliona Répkina
Scott Brauer, fotógrafo freelance. Cuatro visitas a Rusia:
Lo que más hecho de menos es la comida. Los pelmeni, el pan negro, los platos hechos a base de grosellas, el shashlik. También me encantan las terrazas al aire libre. No he visitado Moscú en verano pero en los otros lugares en los que he estado, me encanta tomar algo en un parque o en la calle, mirando un río.
Joe Crescente, escritor y director de creación de contenidos en COLAB. 14 visitas a Rusia:
Hay dos comidas que hacen que vuelva a los recuerdos de mi primer viaje: los pelmeni y el sahwarma. Los pelmeni tal vez aportaron la mitad de las calorías de aquel viaje. Probé absolutamente todas la variedades: siberianos, de cerdo, ternera, pescado, chinos.. y con cualquier salsa: nata agria, picante, mayonesa, soja, curry... Tienen ganada su reputación como la comida más popular de Rusia entre los estudiantes. El sahawarma o kebab... no hay nada mejor que tomarse uno tras una larga noche fuera. Durante mi primer año no volvía a casa sin haberme tomado uno o dos.
Rusia ha desarrollado un sistema de transporte por tierra adecuado y relativamente barato por varias razones: el gran tamaño del territorio, las largas distancias y la planificación socialista. Es fácil de utilizar si se conoce algo del alfabeto cirílico.
Aliona Répkina
Alberto Caspani, periodista de viajes, diez visitas a Rusia:
Echo de menos las buenas conexiones ferroviarias, con el puntual y encantador servicio de provodnitsa (asistenta de viaje en trenes).
Peggy Lohse, bloguera de viajes y periodista. Once visitas a Rusia:
Me encanta el metro, los autobuses y los mini-buses que normalmente no tienen horario fijo pero salen al menos cada cinco minutos.
Scott Brauer, 34, fotógrafo estadounidense, cuatro visitas a Rusia:
Echo de menos el metro de Moscú; tan rápido, apropiado y bonito.
Las ciudades más grandes del país cuentan con conexiones wifi gratuitas en el transporte público, bien sea un autobús o el metro. También hay buenas conexiones en los aeropuertos, los cafés, las bibliotecas y muchos lugares públicos. Además, los operadores son mucho más baratos que en Europa o EE UU.
Aliona Répkina
Lyndon Poskitt, ingeniero mecánico y viajero. Tres visitas a Rusia:
Echo de menos los datos gratuitos, a la gente dura del interior y la comida sencilla.
En las grandes ciudades de Rusia es posible encontrar lo que necesites a cualquier hora: comida, farmacias, cines, comida para entregar en casa, impresión de fotos, flores y... mucho tráfico.
Aliona Répkina
Peggy Lohse, bloguera de viajes y periodista. Once visitas a Rusia:
Cuando tengo que salir de Rusia lo que más echo de menos, además de la nieve, la lengua y las setas, es la ajetreada vida de ciudad. Echo de menos las tiendas que abren todos los días. En Alemania es normal no ver a nadie en la calle a partir de las 8 de la tarde. En Rusia hay gente en la calle a cualquier hora, no solo en Moscú o San Petersburgo sino también en lugares como Petrozavodsk, Tomsk, Tver o incluso en el asentamiento polar de Igarka.
Los patrones de comportamiento suelen ser poco habituales para un extranjero. A pesar de la hosquedad aparente, conocer el código social de Rusia puede ser una agradable sorpresa.
Aliona Répkina
Andras Karpati, empresario. Quince visitas a Rusia:
Lo que más hecho de menos es la hospitalidad de la gente, el comportamiento de los anfitriones.
Echo de menos las luces de Moscú, que nunca se apagan, y el sentimiento de estar entre gente que ama a su país de una manera tan genuina y apasionada, que no se puede experimentar en muchas otras partes del mundo.
Ajay Kamalakaran, periodista. Doce visitas a Rusia:
Echo de menos la idiosincrasia de la vida cotidiana. Para una país que no tiene la costumbre de sonreír es sorprendente cuantas veces una mujer guapa en la calle sonríe a los extranjeros. Es algo común tanto en Moscú como en pueblos pequeños. Luego está el sentido del humor ruso. Toma tiempo acostumbrase pero no hay vuelta atrás una vez entendidos los matices culturales.
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