Se trata de una de las criaturas más despiadadas y malvadas de las epopeyas eslavas. Gorinich, la ardiente serpiente parlante que respira como un dragón, quema pueblos y cosechas, secuestra y devora a quienes se encuentra a su paso. Su otra ocupación es vigilar el "Puente de Kalin", que conecta el mundo de los vivos con el de los muertos.
De vez en cuando, la bestia de tres cabezas (o tal vez de doce) puede secuestrar a propósito a la hija de un príncipe para arrastrarla a la tierra desierta donde crece la hierba y cantan los pájaros. Aquí se encuentra su refugio, una cueva de montaña, cuya entrada está tachonada con los huesos de los valientes que se han atrevido a desafiarle.
Para derrotar a la Serpiente y salvar a la desdichada mujer, el bogatir debe darle muerte o cortarle todas las cabezas. Los eslavos creían que Gorinich era la encarnación del mal: ni siquiera la tierra quería empapar la sangre negra que rezumaba de las heridas del monstruo vencido.
Al igual que la serpiente Gorinich, el mítico Pájaro de Fuego también está asociado al fuego. Pero a diferencia del monstruo de las cavernas, el homólogo eslavo del Fénix trae felicidad y riqueza a los humanos, no dolor y muerte.
Mirar al Pájaro de Fuego es como mirar al sol. Volando en la noche, ilumina todo a su alrededor y deslumbra los ojos como un relámpago. Tocarlo es como meter las manos en el fuego.
Pero si uno puede atraer al pájaro a una jaula dorada con mágicas manzanas doradas, existe la posibilidad de poseer su pluma. Otorga felicidad a su dueño de por vida. Además, cuando el Pájaro de Fuego canta, caen perlas de su pico.
A primera vista, es un gatito normal y corriente, pero más grande. De hecho, el gato Bayún es un ogro peligroso. Sentado en un poste alto cerca de la carretera, su voz mágica sumerge en un profundo sueño a los viajeros que pasan ("bayún" en eslavo antiguo significa "cuentacuentos"), y luego los mata con sus garras de hierro y los devora.
Sin embargo, incluso un monstruo así puede ser útil. Hay que atrapar al gato y hacer que se sirva: sus cuentos arrulladores curan.
El mítico Indrik es "el padre de todas las bestias", el señor del inframundo, donde camina "como el sol en el cielo". Esta bestia fantástica, que recuerda a un unicornio, detesta a las serpientes y es un enemigo formidable para ellas.
En la antigüedad, a Indrik se le atribuían propiedades medicinales. Según los registros, en el siglo XVII el zar Alexéi Mijáilovich aceptó dar muchas martas y pieles a cambio de tres cuernos supuestamente pertenecientes a estos animales.
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