La visita tuvo lugar en 1974, cuando el primer ministro japonés, Kakuei Tanaka, destinó nada menos que 300 millones de dólares a Francia para la promoción de los estudios japoneses en el país. Se dice que uno de los elementos de este generoso acuerdo fue la promesa del presidente francés Georges Pompidou de ceder la preciosa Mona Lisa para una exposición en Japón.
Irina Antónova, directora del Museo de Arte Pushkin de Moscú, se enteró de que el cuadro volvería a Francia mientras sobrevolaba Moscú. Así que se dirigió a Ekaterina Fúrtseva, Ministra de Cultura de la URSS, para pedirle que le ayudara a organizar la exposición. Y prometió intentar negociar con el embajador francés, que, según sus propias palabras, estaba enamorado de ella.
Así que la obra maestra llegó a la URSS y permaneció allí 45 días. Durante este tiempo, 300 mil personas vieron la Gioconda, muchas de las cuales hicieron cola durante 7-8 horas para entrar en el museo.
El cuadro se mantuvo en las condiciones más estrictas: temperatura, humedad y, lo más importante, seguridad. La exposición transcurrió sin incidentes, salvo un episodio. Una visitante lanzó un ramo de flores a Gioconda e hizo que saltara el sistema de alarma. Inmediatamente acudieron guardias armados, pero en cuanto se aclaró la situación, la mujer fue puesta en libertad.
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