Todos los veranos se libran auténticas guerras por el aire acondicionado en las oficinas de Rusia. Algunas personas luchan por el derecho a abrir una ventana, mientras que otras luchan por mantener la mala ventilación. Luego están los que exigen que el aire acondicionado se encienda al máximo, así que todo el mundo se congela hasta morir.
Cada familia tiene una historia sobre este temor, muchas de ellas rozando lo absurdo. “Durante mi infancia yo (y diez años más tarde lo viviría mi hermana menor) jugábamos en los columpios con pañuelos en la cabeza. Y no hubiera habido nada que objetar… si los columpios no hubiesen estado dentro de nuestra casa. Nuestra abuela tenía miedo de que se nos enfriaran los oídos con alguna corriente de aire”, recuerda la moscovita Anna.
Todo esto no es cosa de risa. Los rusos lucharán con uñas y dientes para tener o evitar una corriente de aire. Si alguna vez has viajado en un tren ruso durante la noche, en el campo, lo sabrás.
La gente luchó contra las corrientes de aire hace ya un siglo. “Muchos tienen miedo a las corrientes de aire y se oponen a la circulación de aire fresco en una habitación... Otros en realidad tienen miedo de abrir la ventana. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el aire viciado es mucho más peligroso para la salud que una corriente de aire”, escribió la revista médica Life and Health en 1909. Sin embargo, nada ha cambiado. Este miedo se transmite de generación en generación. Los periódicos y la televisión siguen advirtiendo de este peligro aparente y los rusos siguen creyéndolo.
“Lo primero que hago cuando entro en una cafetería con mis hijos es mirar al techo y tratar de entender dónde no sopla demasiado fuerte el aire acondicionado. En la casa de mis padres, en la habitación donde dormimos nosotros y nuestros hijos, el agujero del aire acondicionado está tapado con cinta adhesiva”, nos comenta un residente de Moscú. “A mi suegra le ocurre lo mismo. Siente corrientes de aire que, según ella, vienen de todas partes. De una silla, un taburete… Dice que cuando yo envejezca, sentiré lo mismo”, nos relata otro ruso.
Esto puede parecer una paradoja cultural. Siberia está en Rusia, y el país tiene el lugar más frío de la Tierra, Oimiakón, donde la gente se sumerge en lagos congelados para divertirse, o come helados en invierno, pero a pesar de esto, muchos tiemblan ante la idea de sentir una brizna de aire fresco entrando en su casa.
Muchos rusos creen que una corriente de aire puede tener un efecto adverso en sus oídos, dientes y nervios faciales. Piensan que una corriente de aire puede hacer impacto y causar fiebre hasta a la persona más fuerte y saludable. Lo más terrible es que una corriente de aire actúa en secreto. Bajas la ventanilla del auto para respirar algo de aire fresco y por la noche ya tienes los ojos llorosos y te duelen los dientes. “¡Una corriente de aire!”, exclamará un ruso antes de cerrar todas las ventanas a cal y canto. Así que si te encuentras en un autobús congestionado en un caluroso día de verano en Rusia, prepárate... Todas esas personas sudorosas que se abanican con periódicos y revistas en sus asientos, probablemente se volverán engreídos si tratas de abrir la ventana.
“Creo que los rusos tienen tanto miedo a las corrientes de aire (no quiero ofender a nadie) porque no les gusta el aire fresco, venga de donde venga”, escribió la cardióloga británica Shamindra Perera en 2015. No, Shamindra, los rusos sólo le temen al frío (por extraño que parezca). Todo comienza en la infancia, cuando los niños se ven obligados a usar medias, polainas, pantalones con forro polar, un suéter, un abrigo de piel, un sombrero, aunque la temperatura no llegué a estar bajo cero en el exterior. Pero la paranoia con respecto a las corrientes de aire no termina con la infancia.
El ruso medio piensa que si hace frío afuera, necesita estar asándose dentro de la casa. En Rusia, la calefacción suele estar controlada por el Estado y es bastante barata. Muchas casas todavía tienen radiadores contrarios a las normas y de octubre a abril funcionan a tal nivel que es posible caminar por la casa estando desnudo.
“Cuando la gente se resfría, lo atribuyen a una corriente de aire... Cierran bien las ventanas. Cuando están sudorosos y exhaustos, salen a tomar el fresco, se enferman y vuelven a culpar al aire fresco”, publicó un internauta.
Quizás no se pueda hacer nada al respecto. Muchas culturas tienen sus propias supersticiones. Por ejemplo, muchas tribus africanas creen que con la ayuda de la magia se puede robar el pene de una persona, explicó la periodista Yasha Levin. “En África los hombres protegen sus penes con un talismán mágico. En Rusia, para no enfermarse, la gente cierra las ventanas y se sienta en habitaciones de calor sofocante”.
Sin embargo, los sospechosos de robar penes en África suelen ser linchados en la mitad de la calle. Pero en Rusia, si creas una corriente de aire, en el peor de los casos puede que alguna anciana te grite en un autobús. Así que podría ser peor.
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