Es raro que los hombres en Rusia tengan una baja por paternidad. Aunque según la ley los padres tienen los mismos derechos que las mujeres, tan solo el 2% de los hombres están dispuestos a tomarse un tiempo libre para criar a su hijo recién nacido. Esto se debe, en gran medida, a que Rusia sigue siendo una sociedad tradicional en la que las tareas domésticas se consideran el trabajo de la mujer, incluso cuando ella es la principal fuente de ingresos.
Antes de tomar la baja para cuidar a los niños, Pável Zudin trabajó como funcionario en Tula. Dos meses después del nacimiento de su hija, él y su esposa decidieron que su padre se quedaría en casa. “Mi esposa tiene su propio negocio que podría hundirse si no está allí todo el tiempo. Yo podía tomarme un descanso del trabajo sin demasiadas consecuencias”. Pável dice que sus compañeros de trabajo sospechaban que sería él quien tomaría el permiso parental. “Pero el departamento de Recursos Humanos estaba muy sorprendido, nunca lo habían visto antes”.
Ilnar Giniiatullin, un obrero de Kazán que hizo lo mismo, está de acuerdo. “Todos se volvieron locos”, recuerda. “Los jefes estaban locos de remate”. En gran medida decidió tomar la baja por paternidad porque estaba harto del trabajo.
En teoría, cuando nace un niño, no solo uno de los padres, sino cualquier pariente que trabaja tiene derecho a tomar una baja para el cuidado de los hijos. La ley se aprobó en Rusia en 2007, con una excepción: en las fuerzas armadas se puede solicitar la baja si es padre o madre soltera y por no más de tres meses. Para todas las demás ocupaciones, el permiso parental dura hasta tres años y se garantizan los derechos laborales.
El permiso también puede dividirse. Por ejemplo, la madre puede hacer el primer “turno” de unos pocos meses y luego el padre. Se puede utilizar parcialmente, permitiendo a los padres trabajar, digamos, medio día. La única diferencia para los hombres es que necesitan obtener un certificado de trabajo en el que conste que la madre del niño no está tomando vacaciones. Además, los padres no tienen que estar casados oficialmente. Los pagos a los hombres son los mismos que a las mujeres: 40% del salario básico durante el primer año y medio (pero no más de 24.000 rublos [370 dólares] al mes) y luego la mísera suma de 50 rublos al mes durante el próximo año y medio.
Pável planea tomar los tres años. “No entiendo por qué los hombres le temen tanto a la baja por paternidad”, reflexiona. “Es genial. El miedo a lo desconocido desaparece después de unos días”.
Aunque los empresarios no tienen derecho a denegar el permiso a los hombres, algunas empresas lo consideran una falta de ambición profesional. Hace un par de años hubo un caso famoso, cuando el popular presentador de un programa de entrevistas, Andréi Malájov, decidió solicitar su baja por paternidad. Después de hacerlo los productores lo pusieron entre la espada y la pared: o abandonaba la idea o abandonaba el espectáculo. La historia se hizo viral en la sociedad rusa, ya que Malájov tiene millones de fans. Al final decidió renunciar y se pasó rápidamente a un canal de televisión de la competencia, que no solo le dio permiso para ayudar a su esposa, sino que también creó un nuevo programa para él.
Andréi Malájov.
Antón Belitski/Global Look PressEn el caso de los hombres, también pueden surgir problemas en el trabajo al volver de la baja. Así le pasó al empleado bancario, Viacheslav Nasónov. “Ayer se le negó a mi marido un buen trabajo porque hace dos años se tomó un permiso para cuidar a los niños”, escribió la periodista Katerina Arno en Facebook. “¿Tomará licencia por enfermedad si su hijo se enferma? No necesitamos un empleado como ese”, citó las palabras del burlón entrevistador de trabajo.
Pero para los héroes de nuestro artículo, la baja por paternidad supone una oportunidad para explorar nuevas vías. Ilnar, por ejemplo, utilizó el tiempo libre para desarrollar su propio negocio de tala de árboles.
“No se puede sobrevivir con 50 rublos al mes del Estado [menos de un dólar]”, dice Pável, que ahora trabaja desde su casa, donde administra sitios de Internet y su propia página de Instagram.
Las tareas domésticas las comparte a partes iguales con su esposa. Ella cocina, él se encarga de la limpieza y el planchado. “No es un trabajo duro, especialmente porque tenemos un pequeño ayudante que crece rápido”.
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