El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in (a la derecha), y el lider de Corea del Norte, Kim Jong-un, el 27 de abril de 2018.
ReutersEl pasado 27 de abril la mirada del mundo se dirigió al encuentro que mantuvieron Kim Jong-un y Moon Jae-in (líderes de Corea del Norte y de Corea del Sur, respectivamente). Ambos políticos estrecharon las manos y, por primera vez en décadas, iniciaron negociaciones de paz.
Técnicamente las dos Coreas siguen en conflicto. Desde la Guerra de Corea de 1950-53 no se ha firmado un acuerdo de paz. Tanto la URSS y EE UU tuvieron mucho que decir en aquella contienda bélica y en la posterior separación de Corea.
En agosto de 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial con la capitulación de Japón. Sin embargo, los Aliados se enfrentaban a otro problema, ¿qué hacer con Corea, que había estado ocupada por Japón desde 1910?
Washington decidió dividir Corea por la mitad. “Se propuso una decisión muy norteamericana. Corea debía ser dividida en dos, por el paralelo 38, aproximadamente por la mitad”, comenta el experto en el país asiático, Konstantín Asmólov a Lenta.ru. Moscú aceptó la propuesta pero tanto la parte norte, que era prosoviética, como la sur (proestadounidense) creían que iban a ser capaces de unificar el país.
El hombre de la URSS en Pionyang era Kim Il-sung, un oficial que lideraba una guerrilla en la parte norte del país. En 1940 cruzó la frontera soviética y se unió al Ejército Rojo, convirtiéndose así en capitán soviético. Su hijo, Kim Jong-il, que llegó a ser el líder de Corea del Norte, nació en Rusia y tenía un nombre ruso: Yuri Kim. Hasta la muerte de su padre no volvió a su patria.
Líder de Corea del Norte Kim Il-sung, 1980.
Getty ImagesStalin necesitaba alguien completamente leal para ser el líder de la República Democrática Popular de Corea y Kim se ajustaba perfectamente. “Hasta que murió Stalin todas las decisiones en la República Popular y todos los nombramientos se hacían por los militares soviéticos y por Moscú. En ocasiones hasta se le enviaban desde Moscú los discursos a Kim”, escribió el historiador Evgueni Antoniuk en Life.
Para el año 1950 estaba claro que las dos Coreas habían fracasado en su intento por unificar el país. Fue entonces cuando los norcoreanos hablaron con Stalin para comenzar una guerra, afirma Konstantín Asmólov. “Afirmaban que en el sur había 200.000 comunistas dispuestos a apoyar la ofensiva de los del Norte. Stalin aceptó a regañadientes”. Tanto los soviéticos como los norcoreanos esperaban que EE UU no interviniera, pero eso no fue lo que ocurrió.
Hubo entre 300.000 y 400.000 estadounidenses (oficialmente tropas de la ONU), luchando para el Sur. Por su parte, China (otro aliado de Corea del Norte), envió más de un millón de “voluntarios”. La URSS, afirma Asmolov, “reforzó de manera no oficial al ejército norcoreano con tropas aéreas, especialistas en señalización y defensa aérea”. Todo esto hizo que hubiera una guerra de tres años de duración y más de cuatro millones de víctimas y que la frontera se mantuviera en el mismo lugar, en el paralelo 38.
La URSS no tuvo ningún tipo de relación con Corea del Sur y hasta 1990 no reconoció diplomáticamente a Seúl. Al mismo tiempo, Moscú fue junto con Pekín uno de los principales amigos del Pionyang.
“Hasta principios de los años 90, la URSS continuaba ayudando económicamente a Corea del Norte. Los soviéticos veían este país como un escudo contra EE UU en la región. Al mismo tiempo, la URSS hizo todo lo posible para evitar que la República Popular cayera en la órbita de China”, explicó el profesor Arkadi Lankov, director del Korea Risk Group, en una conferencia.
Haciendo un equilibrio entre Moscú y Pekín (cuyas relaciones deterioraron rápidamente desde los años 60), Corea del Norte vivió con cierto éxito, dependiendo de la ayuda extranjera. A principios de los años 90, Pionyang debía unos 2.000 millones de dólares a los estados socialistas, sobre todo a la URSS. Cuando este país se desintegró todo fue cuesta abajo para los Kim y el estado que lideraban.
A principios de los años 90 se establecieron relaciones diplomáticas con el Sur. Desde entonces los lazos económicos entre Moscú y Seúl son más fuertes que con Pionyang, que es económicamente inestable y carece de recursos. Por ejemplo, en los primeros nueve meses de 2017 el intercambio comercial entre Rusia y la República de Corea asciende a 15.000 millones de dólares, en comparación con los 74 millones de intercambio con Corea del Norte.
El presidente ruso, Vladímir Putin (a la izquierda), y el presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, en Seúl, 2013.
ReutersEn lo que respecta a la política, Rusia, al igual que otros actores, no escatima esfuerzos para reducir el nivel de tensión y para prevenir una escalada del conflicto. Al mismo tiempo, Moscú apoya las sanciones contra Corea del Norte por su desacuerdo a parar el programa nuclear.
“Estamos dispuestos a facilitar el establecimiento de una cooperación práctica entre la República Popular Democrática de Corea y la República de Corea”, afirmó el ministro de Exteriores ruso sobre el encuentro entre Kim Jong-un y Moon Jae-in y enfatizando la tradicional postura neutral de Rusia.
Al mismo tiempo, los expertos rusos dudan si el encuentro puede suponer un progreso real, a pesar de la amplia cobertura mediática. Asmólov señala: “Estoy algo decepcionado con los resultados de la reunión. La declaración que firmaron los líderes no es más que un caprichoso paquete de promesas”. La crisis coreana continúa y en la actualidad Rusia es un espectador neutral en busca de la paz más que un apoyo de Pionyang. Y eso es ciertamente un avance.
Aquí te contamos cómo los aviones MiG-15 de la URSS se batieron con éxito contra EE UU en la Guerra de Corea.
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